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Adrian Castrellón


¿Hasta dónde te llevará tu ambición por ser escritor?


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"Pienso, luego existo"


¿Acaso cada uno se inventa a sí mismo?


He me aquí, desperdiciando mi último trozo de grafito pellizcando con mis huesudos dedos, encorvado y con las rodillas sangrando me encuentro plasmando ideas en el último palmo de muro, adornado con la sola presencia de mi propia mugre, restan unos minutos para que la luz transite sobre el cielo a escenarios menos lúgubres, cuatro metros arriba la ventana enrejada me provee de aire indigno que yo me encargo de infectar con razones maníacas.


Retomando el motivo de mi elucubración, procedo a definir que es un pensamiento, si este se produce desde el momento mismo de nacer en la psique del hombre, aún y cuando no trascienda más allá de su vano pensar.


Carente de todo sentido llevo escritos miles de poemas, sonetos, relatos y cuentos; algunos líricos y otros en prosa, publicados en pasta dura de concreto y acero a lo largo de estas cuatro paredes, y tan arriba hasta donde claman piedad mis articulaciones, ¿es entonces prueba de mi existencia?


¿Y qué es la existencia en sí?, ¿un manojo de pensamientos enarbolados pero sin conexión?, es entonces una existencia carente de sentido, y si no existe sentido no es una idea en sí, entonces no existo realmente.


Otra vez los horribles ronquidos de mi hediondo compañero, puesto que le queda grande, ya que se limita a comer, dormir y masturbarse, ¿acaso este remedio de hombre, vano de pensar no existe? Y si es así ¿nadie lo reclamará con posteridad?, vacío de pensamientos no es más que una bolsa de carne palpitante generadora de calor y gases fétidos.


Me viene a la mente aquella pregunta capciosa: ¿hace ruido un árbol que cae en soledad?


Si y no


Sí tomamos en cuenta que genera ondas perceptibles diría que sí, pero ¿quién nos asegura que se generaron dichas ondas, si nadie las percibió?


Entonces no hace ruido, como también nadie escucha mis pensamientos, ni lee mis fantasiosos relatos de tierras ajenas a esta dimensión, tesoros del planeta encantado y bailes palaciegos en la morada de Satán, solo yo he llorado al ver perderse en el horizonte el buque de guerra que abordó el primer y último amor de Azucena.


¿Quién es Azucena? La más hermosa musa de toda la comarca, de delicadas maneras que hace enamorar a cualquiera, incluido este servidor, quien fue capaz de captar su esencia por las letras mismas, haciéndome percibir su personalidad, ¿será acaso esto señal de su existencia?


Si es, como lo es, la existencia de lo que realmente existe, cuestión de percepción, entonces todo lo que he plasmado es mi universo personal, tan real e intangible como mis pensamientos mismos.


Una vez más me sustrae de mi pensamiento esta bestia sudorosa vociferando monosílabos ininteligibles, producto de sus viajes oníricos, tanto me exaspera que más de una vez me sentí tentado a perforarle la garganta con mi lápiz, debí hacerlo antes de agotar su extensión. Ese rítmico ronronear de algún animal en su caverna, con el constante subir y bajar de su pecho, tan absorto en saciar sus necesidades más primitivas que no rinde cuenta de las cucarachas que corren encima de él; he llegado a pensar que su cuerpo representa el hogar de la fauna local.


Tras beber un amplio trago de nauseabunda agua del lavamanos, me dispongo continuar con mis laberínticos desvaríos: siendo yo un ser pensante, quien percibe mis propios pensamientos, me convierto en mi mismo dador de vida y existencia, entonces, por mi propia capacidad de percibir el entorno, convierto en real mis dieciséis metros cuadrados como universo, de igual manera, mis ideas desdibujada por los tenues haces lunares se vuelven reales al decodificar las grafías en mi mente, así toman vida también los animales descritos en mis catorce fábulas, adquiriendo incluso voz propia mis personajes, se alzan imponentes los gigantes mecánicos del siglo XXVII, y cohabitan con el Emperador Chino de la penúltima dinastía...sí, todo es real y yo soy el Dios creador de mi universo, nadie puede quitarme eso, desearía gritar de júbilo si no se entrometieran los cerdos azules.


Tras aspirar una bocanada honda, procedo a vanagloriarme con mi creación, redactada sobre mullidas paredes de hormigón salvo un resquicio de metal forjado con un pasadizo de gato, suficiente para hacernos llegar la bazofia que hacen llamar comida, a mi zurda y retaguardia, las camas de piedra abrigadas por cobijas pelusientas que con certeza han sido utilizadas para envolver a más de un preso suicida; justo a mi diestra, un retrete enmohecido pululante de ratas y otros bichos, despreciable todo ello pero embellecido por la originalidad de mis ideas, que si vieran la luz harían palidecer al buen Cervantes.


¡Maldita sea! Debería estar preparando mi discurso para recibir el Nobel de Literatura, en cambio estoy aspirando el mismo aire que un piromántico imbécil que se acorraló con su propio fuego. Singular orgullo me produce el hecho que tardaron ocho semanas y catorce víctimas en apresarme, ¿qué porqué lo hice? Sencillo: debemos escribir acerca de lo que conocemos para darle veracidad y transmitirle ese sentir al lector, nadie dirá ahora que mis novelas policíacas son vagas y predecibles, ¿con qué cara lo harían? Yo en cambio ya estuve en la mente del asesino, ¿y saben una cosa? Es más sencillo de lo que parece.


Otra vez este pusilánime bastardo hijo de puta, revolviéndose en su propia inmundicia, ese siseo producto del roce de su asqueroso cuerpo con el concreto me produce inevitable escozor, maldito sea el día que me asignaron con él, me agradaba más el travesti de tosca figura, incluso le redacté un poema, pero debí borrarlo para concretar el final de mi octava novela: "Inefable Pasión".


Calmados mis desvaríos de media noche entro en la etapa llamada "gótica", donde los más leves susurros traídos por el viento gélido se convierten en inspiración, las sombras me inundan sin dar tregua engulléndome en el abismo más obscuro, generando monstruos llegados de constelaciones milenarias, ánimas perdidas buscando invadir mu cuerpo y demonios sedientos de almas pecadoras... ¡cállate de una vez! Estas voces que no dejan de exigirme sangre.


La luna se muestra generosa y comienza a derramar su esencia sobre este pobre desahuciado, muerto en vida con lapidaria condena a perderme en el olvido.

¿Y si ya he sido olvidado? Doy fe de mi auto percepción, por tanto me construyo y generó mi existencia con suficiencia por el simple hecho de que me percibo, este esquelético cuerpo aún siente y no deja de estremecerse con cada palabra escrita, testigo mudo es mi trozo de espejo atesorado bajo lo que se supone es mi almohada...


¡Desgraciado infeliz! No puedes estar quiero un solo momento, este rumiante perezoso va a terminar de colmar mi paciencia, dicho esto he consumido casi a totalidad mi grafito, mis lienzos y mi paciencia para con mi obligado compañero.


Quizá y no sea tan inútil después de todo, una vez le rebane el cuello me será iniciado un proceso por otro homicidio, lo cual me lleva a una nueva celda, con lienzos nuevos, otro compañero y gracias a mi habilidad de prestidigitación, un nuevo lápiz cortesía de mi abogado.


14 de Fevereiro de 2021 às 16:35 0 Denunciar Insira Seguir história
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Fim

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