Recuerda los pequeños dioses que te proporcionó Walter Scott. Mira al pasado y los verás a través de esa ventana cubierta de lluvia, en la melancolía de esas pequeñas gotas de agua que caen por el cristal y se deslizan a los charcos y maizales de aquellos fines de semana de Invierno en que tu eras Ivanhoe, la sobrina del cura era Rebecca, y, tu primo, Robin Hood. Todos luchando contra aquella vegetación que os hacia frente en la aldea. ¡Casi perdiendo la vida a golpes de espada de madera! Esos eran.
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