abraham-guerra1605077488 Abraham Guerra

Damián hace lo que puede para sacar adelante a su familia, incluso si es de una manera incorrecta.


Conto Para maiores de 21 anos apenas (adultos).

#cuentocorto #reflexion
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LAS CARTERAS

Caminando por las calles de la gran ciudad, Damián se prepara para cazar a su siguiente víctima. A plena luz del día, como cualquier otro ciudadano común, choca con un hombre que se apresuraba para llegar a su trabajo. Damián se disculpa con él y le ayuda a recoger lo que se le ha caído de su maletín. "No te preocupes" le dice el hombre, y después de que Damián le da el maletin completo, se marcha, sin darse cuenta de que acaban de robarle.


Damián entonces saca la cartera de aquel hombre y se pone a contar los billetes que hay en ella, y una gran sonrisa pícara se le hizo en el rostro. "¡Cuánto dinero! ¡Justo lo que necesito!" piensa. Guarda la cartera en el enorme saco que lleva puesto y se va del lugar sin que nadie lo note. Se dirige hacia el mejor restaurante de la ciudad y gasta todo el dinero del señor para su deleite.


Al terminar de comer, sale del restaurante y ve en la entrada a un niño indigente que le pide unas monedas para comer. "No tengo, niño. Pero otro día sin falta". Damián se va sin nisiquiera voltear a verlo. De regreso a casa, "choca" con algún que otro ingenuo que se topa en su camino, ganando más carteras para si. Cuando vuelve a casa, Damián abraza a su madre con cariño mientras ella cocina unos tamales en el comal. Su madre, sorprendida, le cuestiona sobre su gran abrazo.


Damián le contesta: "Me ha ido bien en el trabajo, Ma. Ayudar en la tienda me ha dado mucho para darles a ti y a Paco lo del mes y la despensa".

"¡Pero que bárbaro!" dijo la madre de Damián muy emocionada. Le devuelve el abrazo a su hijo mientras llora por la noticia. "¡Debo hacer más tamales! ¡Llama a tu hermano para celebrar!" Damián va hacia la escalera y llama a su hermano. Su pequeño hermano baja rápido y lo abraza. Damián saca en una de las bolsas de despensa que tiene una paleta, y se la da a su hermano. Paco salta de alegría y vuelve a abrazarlo. "!Gracias, Damián!"


Todos disfrutan de una linda reunión familiar hasta que alguien toca la puerta. "Yo abro" dice Damián. Se levanta de su silla y abre la puerta, y su alegría desapareció. En la puerta, uno de sus compañeros carteristas lo estaba esperando. "¿Qué quieres?" pregunta Damián. "¿Cuánto ganaste?" Damián saca una de las carteras y el tipo se la quita para contar el dinero.

"Suficiente. Mañana consígueme el doble, el jefe quiere un nuevo guardarropa." El sujeto se marcha deprisa, y Damián cierra la puerta antes de que su mamá o Paco lo vieran. Su madre le pregunta por quien era, pero Damián le dice que no era nadie y vuelve a sentarse en la mesa.


A la mañana siguiente, vuelve a su rutina diaria. Está vez reúne tantas carteras que ya no le caben en el saco. Vuelve al restaurante pero esta vez sin comer nada, pidiendo solo para llevar. Estaba por salir Damián cuando ve al niño de ayer parado en la ventana mirando con deseo la comida que sirven ahí dentro mientras se relame los labios.

Damián siente pena por él y por un instante considera regalarle una de las bolsas que trae con él, pero recuerda las últimas palabras de su padre antes de morir: "Cuida a tu madre y a tu hermano. Piensa siempre en lo que les haga falta y traeselo. ¿No harían ellos lo mismo por ti? Si fueras tú, ¿no querrías que te dieran una mano?"

Damián entonces sostiene las bolsas con fuerza y se marcha a su casa, pero antes de llegar, se cruza con su compañero.


"¿Eso es pa mi?" le pregunta su compañero en broma sobre las bolsas.

"¿Y ahora que fue?" le pregunta Damián.

"Pues lo que quedamos ayer, échele." Damián le entrega algunas carteras, pero se guarda algunas. El sujeto se empieza a reír para después sacar un arma de su bolsillo y apuntarsela en la sien a Damián. "¡¿Me crees pendejo o que?! ¡Saca las otras, andele!"


Damián se apresura y le da todas las que trae. El tipo las esconde rápido en su saco y guarda su arma. "No quieras jugar conmigo, chamaco. Una más como esa, y tu familia será la que reciba los plomazos." Le da dos palmadas fuertes a Damián en su hombro antes de marcharse. Damián, paralizado del miedo, deja caer las bolsas. Las manos comienzan a temblarle, pero él las aprieta con fuerza para calmarse.


Regresa a su casa con una sonrisa fingida, saludando a su madre y hermano que están en la sala. Ellos se alegran de verlo y él les da las bolsas de comida. Su madre, confundida, le pregunta por la salsa derramada en la bolsa.

"Ah, eso. Me caí mientras venía pa acá. Ahí disculpa ma."

Damián se sienta a comer mientras Paco come como si no hubiera mañana. Preocupada, la madre se pregunta si algo le habrá sucedido a su hijo mayor.


En la noche y a punto de dormir, Damián está en su cuarto recostado y su madre toca la puerta. "Pasa" le dice Damián. Su madre entra al cuarto y se sienta a un lado de su cama.

"¿Hay algo que no me estás contando?" le pregunta su madre.

"No, todo bien Ma." Su madre no deja de mirarlo.

"¡¿Que traes, Ma?! ¡Déjame en paz!"

Damián se acuesta y se tapa la cara para no ver a su mamá, pero ella le quita la sábana.

"¡¿Damián, que está sucediendo?! ¡Te vi asustado cuando llegaste! ¿Te asaltaron o algo?"


" ¡No, Ma! ¡Ya déjame dormir!" Damián vuelve a taparse y su madre, resignada, abandona el cuarto de su hijo. Antes de irse, lo mira una ultima vez para luego cerrar la puerta.


Damián se despierta más tarde de lo habitual, y se viste deprisa para salir a "trabajar". Baja las escaleras y su mamá lo detiene. "Me tengo que ir, Ma. ¿Que fue?"

"¿Ya viste la hora?" Su mamá le señala el reloj que indica las dos y media de la tarde. "Paco sale a esta hora. Necesito que vayas por él."

Damián le reclama. "Pero Ma-"

"¡Sin peros!"

Damián se va molesto de la casa y se dirige a la escuela de su hermano. Cuando llega, Paco corre hacia él para abrazarlo, pero Damián, por vergüenza, le pide que no lo haga y se vayan a casa. Paco lo agarra de la mano, pero Damián se la suelta y le dice que no lo haga.


Damián se empieza a poner nervioso por ser incapaz de robar carteras por miedo a que lo descubran. Paco le cuenta como le fue en la escuela pero Damián no lo escucha. Está ansioso ideando un plan para robar sin ser descubierto, pero tanta ansiedad nubla su mente y llega sin querer al restaurante al que siempre viene después de su labor.


"Oye, Damián, ¿que hacemos aquí?"

Damián entra en razón y ve al mismo niño parado afuera de la ventana. Un hombre que venía hablando por teléfono va hacia la entrada del restaurante y Damián decide arriesgarse.


"Oye Paco, ¿puedes checar cuanto cuesta la comida aquí?" Emocionado, Paco le obedece y se asoma por la puerta. Damián aprovecha esa distracción y camina hacia el hombre para chocar con él.

"¡Fijate, cabron!" le reclama el hombre. Damián se disculpa con él, pero por dentro, su ansiedad disminuye. Paco vuelve y le dice que todo está muy caro, pero Damián lo ignora y lo toma de la mano aprubtamente. Paco le pide que lo suelte pero Damián le dice que se calle. Sin percatarse, Damián deja caer la cartera del sujeto, y cuando voltea por haber escuchado el ruido, mira con horror como el niño de la ventana la recoge para entregársela.


En eso, el sujeto sale del restaurante muy furioso, y observa la escena. "Ahhh, ¿con que fuiste tú, eh? Escuincle muerto de hambre." El hombre le arranca la cartera de las manos al pequeño y le dice de todo sin dejarle defenderse. Damián vuelve a paralizarse mientras Paco le pide que haga algo. En ese momento, recuerda las palabras de su padre.


"Si fueras tú, ¿no querrías que te dieran una mano?" Damián se arma de valor y confronta al hombre. "¡Fui yo! ¡Yo se la robé, tómela y deje a este niño en paz!" El hombre agarra de la playera a Damián y le da un puñetazo en el rostro, y se marcha. Paco y el niño ayudan a Damián a levantarse del suelo, y éste, llorando, le pide disculpas a ambos por lo que hizo, y promete no volver a hacerlo.


Damián y Paco regresan a su casa. Su madre, preocupada, les pregunta dónde estaban, y al ver a Damián, se espanta. "¡¿Que te pasó?!" le pregunta.

Damián le confiesa todo lo que ha estado haciendo con el robo de las carteras y se disculpa con su mamá. La abraza y le promete no volver a hacerlo. Los tres parientes se dan un abrazo en conjunto, prometiendose entre ellos enfrentar los conflictos que se les presenten, pero esta vez, juntos.

11 de Novembro de 2020 às 18:43 0 Denunciar Insira Seguir história
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Fim

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