pandorat Pandora

Una serie de historias sobre míticas y raras criaturas cumpliendo su papel en su mundo a su manera, algunas, no de formas muy bonitas.


Fantasia Para maiores de 18 apenas.
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La Parca

Era de tarde, y el sol se alzaba dominante en el cielo, pero con una temperatura perfecta, un buen día para salir a caminar. No había muchas nubes y había una fresca brisa. Un buen día, un día cualquiera, sin nada especial.

Una alta figura cubierta por una túnica se encontraba sentada en una banca en el parque. Su túnica era de un negro absoluto que la haría parecer un vació en el espacio a la suficiente distancia. En las aberturas de para la cara y los brazos, no había nada, había un negro casi tan absoluto como el de la túnica, era como si la oscuridad hubiera encarnado en un ser. Era imposible saber si era una sombra física la que habitaba la túnica, o si era simplemente era el interior de la túnica.

Lo que si era claro y visible, es que estaba viva. O al menos, no estaba muerta. Era como si el concepto de la vida y la muerte no encajaran con ese ser.

Las personas pasaban frente a ella, pero ninguna le daba especial atención, ni siquiera se volteaban a verla, o siquiera le daban un vistazo, como si no existiera, como si esa alta figura fuera una completa mentira.

Los únicos que le daban algún tipo de atención eran algunos animales que pasaban lo suficientemente cerca. Los pájaros que intentaban posarse en la banca o cerca de ella, al momento de acercarse, daban vuelta de inmediato. Los perros en sus usuales paseos, lanzaban una mirada en su dirección, para luego seguir caminando junto con su dueño. Los gatos simplemente miraban en la distancia, vigilando con curiosidad a la figura.

Tal y como nadie le prestaba especial atención a la figura, ella tampoco parecía especialmente interesada en nada ni nadie, simplemente se encontraba ahí sentada, mirando a la nada. De vez en cuando girando un poco la cabeza, para observar otro sitio, como si buscara algo.

Permaneció ahí sentado por varias horas. El día avanzaba, pero esa figura no se movía de allí, a lo largo del día, algunas personas se sentaban junto a aquella figura, sin percatarse de que ella estaba allí, para luego de un tiempo, levantarse y continuar con sus días.

La noche llegaba, y la figura permanecía allí, en la misma banca, en el mismo lugar, girando de vez en cuando su cabeza antes el paso de algunas personas que parecía estar volviendo a casa, otras que simplemente tomaban un atrevido paseo nocturno, y algunas que, simplemente, no tiene sitio al que volver.

Algunos perros de vez en cuando se acercaban a ella. Unos le ladraban, otros le gruñían, otros pasaban de largo, a veces incluso sin darle ni un vistazo. Pero otros se posaban cerca de ella, con confianza, como si fuera un viejo conocido, siempre sin tocarla, ni el más mínimo roce.

Los gatos eran los más cautelosos con aquella figura, permaneciendo a la mayor distancia que podían, el más temerario se acercó a unos pocos metros.

La figura seguía ahí, vigilante, solo desviando su vista con algunos perros que se le acercaban, parecían más cansados y agotados que otros, a estos, sacando de una de las aberturas de su túnica una silueta con forma de mano, pero completamente cubierta en oscuridad; les acariciaba, de una forma gentil y cuidadosa, como si estuviera tocando la más fina de las porcelanas. Mientras lo hacía, contemplaba al animal, con admiración, con fascinación, como si fuera una de las más maravillosas criaturas que podría haber tocado la tierra. Para luego dejarlas ir, observándolas desaparecer en la lejanía, antes de volver a su estado anterior, como si nada hubiera pasado.

Casualmente, esos perros que acariciaba, después de unos días, no volvían a aparecer por ningún lado, como si hubieran desaparecido. Aunque esto era algo ajeno al mundo y sus habitantes.

Los días pasaban y la figura permanecía ahí, como si fuera completamente ajena al tiempo, como si no le importara en los más mínimo éste.

En alguno de esos días, cuando le faltaba poco a el sol para empezar a ocultarse, la figura se levantó del asiento. Media alrededor de dos metros y poco y su túnica le cubría todo el cuerpo, sin llegar a tocar el suelo, y a la vez, sin dejar entrever nada de dentro de la túnica. Con paso ligero y despreocupado, la figura paseaba en la calle, sin hacer caso alguno a ninguna de las personas. Casi como si fuera magia, la figura se deslizaba entre todas las personas que se encontraban en la zona sin tocarlas en lo más mínimo, incluso en los lugares más abarrotados.

Vagaba sin rumbo aparente por las calles de la ciudad, durante horas y horas, hasta que la noche arropaba completamente la ciudad.

De repente, entre las penumbras de la noche, rompiendo el silencio con la gentileza que un martillo rompe un cristal…

¡Bang!

Un disparo resuena en las calles de la ciudad, ante éste sonido varias, sino es que todas, las ventanas de los edificios cercanos empezaron poco a poco a encenderse, algunas personas salían de los edificios en pijamas y ropas cómodas en general.

Tal y como el sonido capto la atención de las personas alrededor, capto el interés de la figura. A diferencia de las personas, que se encontraban asustadas y en pánico, algunas hablando en sus teléfonos otras yendo directamente al lugar del ruido y otras hablando entre sí, con miradas preocupadas en sus rostros. La figura, que se encontraba vagando sin rumbo, cambio su dirección y empezó a caminar a la fuente del ruido, sin haber modificado en lo más mínimo su paso.

Casualmente, la figura se encontraba a poco más de una calle del lugar del que procedía el ruido, por lo que no le tomo mucho llegar.

¡Bang!

Durante su camino, otro disparo se escuchó, viniendo del mismo lugar que el anterior. Las pocas ventanas que antes no habían sido encendidas, lo hicieron, las personas que se encontraban fuera entraron más en pánico, algunas incluso se tiraron al suelo con las manos en la cabeza, unas en terror, y otras para evitar los disparos (En el caso de que los disparos fueran en su dirección)

El disparo en cuestión provino de la cima de un edificio. El edificio era de no más de veinte pisos, las personas estaban aglomeradas en la entrada y en uno de los costados del edificio, mirando hacia arriba. Cuando la figura volvió su vista donde las demás personas, vio a una persona en el borde de la cornisa del edificio.

Las personas estaban gritando, todas a la vez. Tantas cosas que era imposible entender nada, gritaban todo tipo de cosas. Buenas, malas, motivadoras, alentadoras, incluso los había desafiantes. Varias personas se encontraban grabando todo con sus teléfonos, los había incluso con cámaras de más alta calidad, unos pocos se encontraban hablando al teléfono, en pánico. Había varias decenas de personas en todo el lugar.

A pesar de hacer un clima frío, uno que, en una noche normal, sería un frío que alentaría a dormir, algunas personas se encontraban sudando, incluso a pesar de no tener ropas completamente abrigadoras.

La figura dio un simple vistazo a la escena antes de continuar su paso al lugar, como si eso no fuera lo suficientemente interesante.

La figura paso en la aglomeración de personas que había en la puerta, de alguna forma, sin tocar a nadie, sin interrumpir a nadie, ni alertar a nadie. Casi como si simplemente los estuviera atravesando.

Dentro del edificio, la escena era parecida, había bastantes más personas de las que probablemente era recomendable en una zona así de ajustada, con paso decidido y casi se podría decir que elegante, la figura siguió su camino sin tocar a nadie, de vez en cuando deteniéndose por unos pocos segundos, como reevaluando su ruta, para luego proseguir, todo antes de un parpadeo, llegando a las escaleras, que se encontraban menos abarrotadas que los pasillos, a pesar de ellos, aun había bastantes personas, todas hablando nerviosamente entre ellas.

Ninguna se movía, estaban casi que, paralizadas en el lugar, esperando que alguien hiciera algo, para al final nadie hacer nada. Nadie además de la figura.

El ser empezó a subir las escaleras, evadiendo a todas las personas que aparecían en su camino. A medida que subía las escaleras el número de personas que había en las escaleras y el ruido disminuía y disminuía, hasta que no había nadie, hasta que el silencio reinaba completamente el lugar. La mayoría de puertas en los pasillos por los que caminaba se encontraban abiertas o entreabiertas. Pero todo eso era ajeno a la figura, que avanzaba estoicamente, sin frenar su ritmo, hasta la cima del edificio.

Luego de un rato de subir escalera, la figura se paró frente a una puerta. Abrió gentilmente la puerta, y, a pesar de que la puerta no parecía haber tenido mucho mantenimiento, sin provocar ningún sonido.

Al abrir la puerta, como si el silencioso pasillo hubiera sido un espacio completamente diferente, el sonido volvió levemente al lugar, los gritos de las personas eran apenas murmullos, algún grito se alzaba un poco más que los demás, pero sin llegar a ser completamente reconocible al llegar arriba. Agudizando un poco el oído, se podía llegar a escuchar levemente el sonido de sirenas. El sonido más notorio era el leve silbido del viento pasando por el lugar.

Al salir a la azotea, la figura cerró la puerta tan gentilmente como la abrió.

Había dos personas tiradas en el suelo, inmóviles, rodeadas ambas por charcos carmesíes. De ambos charcos corría un pequeño hilo, para al final ambos juntarse en otro charco, pero éste un poco más pequeño.

Una de las personas era una mujer, con un vestido rojo que, si hubiera sido un poco más brillante, podría haber sido confundido con la sangre que se encuentra bajo ella, un bolso estaba tirado a pocos centímetros de su mano derecha, algunas cosas fuera del bolso, entre ellas, lo que parecía la cartera de la mujer y un poco de dinero sobresaliendo de ella. La figura de un arma pequeña sobresalía de forma casi invisible también del bolso.

La otra persona, era un hombre que estaba vestido con ropas oscuras, oscurecidas aún más a causa de la sangre que había logrado absorber. Tenía la cabeza cubierta con un pasamontañas negro.

El hombre que se podía ver abajo seguía en el mismo sitio, mirando hacia abajo, cuestionándose si saltar o no, a pocos metros a su izquierda había un arma, una pistola.

La figura se acercó a los cuerpos. Primero al cuerpo de la mujer.

Se paró a un lado de ella y su agacho. Con las siluetas oscuras que cumplían su papel de manos, tomo gentilmente el rostro de la mujer. Con su otra mano, lo acaricio afectivamente, como si fuera una hija suya. Su rostro tenía maquillaje corrido, probablemente por las lágrimas. Tenía los ojos entreabiertos, en total, formando una expresión de terror y dolor en el ahora difunto rostro de la mujer. Con tristeza, la figuro cerro los ojos de la mujer lentamente, como si aplicar más fuerza podría romperla de alguna forma. Permaneció en esa posición por unos pocos segundos, como si estuviera presentando respetos a la difunta.

Se levantó, y se dirigió al otro cuerpo, posicionándose de la misma forma que lo hizo con la mujer. Levanto gentilmente el pasamontañas del hombre, para contemplar bien su cara, también parecía haber soltado algunas lágrimas antes de irse completamente, tenía una de sus manos en su costado. La figura tomo esa mano, estaba cubierta de sangre, probablemente tratando de para la hemorragia, sin éxito. Dejo con cuidado la mano en el suelo, para luego cerrar completamente los ojos del hombre, y hacer el mismo ritual que con la mujer.

Se levantó, y ésta vez se dirigió a la última persona del lugar, la única viva que había, esta vez con un paso más lento y sombrío. Pero no con odio, o rabia hacia el hombre, sino con tristeza y dolor.

El hombre seguía en la cornisa, cada vez más decidido a saltar. Antes de que lo hiciera, y sin ninguna razón especial se da la vuelta, para ver directamente a la figura acercándose a él.

Al principio su cara es de horror y miedo, pero poco a poco relaja su expresión, hasta quedar algo tranquilo, a pesar de la situación, a pesar del ser que tenía en frente, era casi sobrenatural. Dudando hablo:

—No era mi intención… no quería hacer eso. No quería… esto debería haber ido sin problemas, como todas nuestras veces anteriores —Su voz se rompía más y más a medida que hablaba—. Pero, ella iba a sacar un arma… no sabía qué hacer y… antes de darme cuenta dispare mi arma… no sabíamos que hacer. Gabriel y yo estábamos en pánico, él decía que tenía que avisarle a alguien, que si no hacíamos algo la situación seria peor… Antes de darme cuenta, jale de nuevo el gatillo, no… no podía dejarlo buscar a alguien más… pero —Lagrimas empezaron a caer por sus ojos—, no quería esto, esto no es lo que debía pasar ¿Por qué paso esto? ¿Cuándo se torció así la situación?

Con un paso ligero, y compartiendo el dolor de la persona, la figura se acercó a él, y una vez cerca, lo envolvió en un abrazo, uno compresivo y tranquilizador, sin devolverlo, la persona solo se dejó abrazar por el ser mientras lloraba.

—Sé lo que debo hacer, no hay nada más que pueda hacer ahora, si permanezco aquí, solo será peor, lo sé… lo he visto.

Diciendo esto, y aun con la figura abrazándolo, dio la vuelta, girándose de vuelta a la cornisa, sin ninguna dificultad, como si la figura no pesara, como simplemente fuera un poco de aire. Aun con un poco de duda, la persona extendió sus brazos al aire, de alguna forma sin interrumpir el abrazo de la figura.

Mientras hacía, se podía escuchar la puerta de la azotea, tratando de ser abierta.

—¡Maldita sea! Está cerrada.

—¡Déjamelo a mí!

Segundos después la puerta fue derribada de una patada, eran policías.

—¡Detente!

Haciendo caso omiso a los que le gritaban, la persona se dejó caer por la cornisa.

El viento empezó a silbar a sus lados mientras caía libremente, directamente al suelo.

Había algunos colchones en el suelo, puestos por lo que parecían unos bomberos, estaban puestos perfectamente para atrapar a cualquiera que se tirara del lugar.

Sin embargo, de alguna forma, la persona en caída libre cayó a tan solo centímetros del colchón.

Al momento de hacer contacto con el suelo y con un desagradable sonido, el cuerpo de la persona prácticamente exploto en el suelo. Sangre sesos y demás cosas saltaron en los alrededores, la figura que estaba abrazada a la persona exploto también, pero de una manera diferente. Era más bien como si se hubiera dispersado y fusionado con las sombras a su alrededor. Para segundos después, reconstruirse en su figura anterior.

—¡Oh Dios!

—¡Maldita sea!

—¡¿Cómo es posible que haya fallado?!

Algunos bomberos de los alrededores se acercaron a la zona del accidente, otros tantos solo miraban perplejos mientras que algunos, probablemente los más nuevos, vomitaban. Algo similar pasaba con las personas curiosas que estaban en las cuerdas de seguridad, varias de ellas con teléfonos grabando toda la escena.

La figura, ignorando todo lo que sucedía a su alrededor, y siendo ignorada por todos los demás, se acercó al cadáver del hombre, se agacho, y cumpliendo el mismo ritual que con los demás, le presento sus respetos. Luego de eso, se levantó y permaneció impasible a un lado del cuerpo, viendo como los policías y bomberos se encargaban de limpiar la escena.

—No hay nada que ver aquí señores. Retírense ahora mismo por favor.

Los oficiales trataban de apaciguar y alejar a los curiosos y perturbados que aun trataban de contemplar la escena, iban y venían, tomando muestras e investigando, siendo completamente ignorantes a la imponente figura que estaba al lado del cadáver, mirándolo con tristeza.

Llena de dolor e impotencia, la figura, luego de verlo por unos minutos dio media vuelta y se fue, ya no había nada que hacer aquí.

Paso entre la multitud con la misma facilidad que siempre, sin ser notado por ninguna persona de los presentes. Los únicos que giraron su cabeza para verla fueron los más jóvenes, niños que probablemente no pasarían de los cuatro años. Si era una casualidad o no, era algo desconocido.

La figura camino en la ahora solitaria calle de la noche, ésta vez con un destino seleccionado.

Como si conociera la ciudad como la palma de su mano, camino en las calles a un ritmo calmado pero decidido, sin dudar ni por un momento a donde debía ir.

Luego de una pequeña caminata acabo de nuevo en el mismo parque de antes.

Se adentró en un poco al parque, para acabar sentándose en la misma banca en la que se encontraba antes, en el mismo lugar exacto.

Y ahí permaneció, inmóvil contemplando el mundo pasar a sus ojos.

Antes de que se diera cuenta, el amanecer llego, y con él, las personas empezaban a dominar las calles y los animales empezaban a desaparecer, probablemente yendo a sus refugios, estén donde estén.

Las personas caminaban, a ojos de la figura, sin rumbo alguno, yendo de aquí para allá, haciendo sus rutinarias tareas. Pareciera que el incidente de anoche no les importo lo suficiente como para cambiar sus rutinas ni por un día. Como si ni siquiera hubieran escuchado de tal incidente, cosa que era poco probable. Simplemente no les importaba.

La figura los miro con pena.

Si tan solo… todos lograran entender su visión del mundo.

Si tan solo pudieran ver el mundo a través de sus ojos.

Pero eso era algo imposible para la figura.

Impotente, permaneció sentada en el banco, contemplando y admirando las vidas que iban y venían ante ella.

13 de Setembro de 2020 às 07:14 0 Denunciar Insira Seguir história
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