Sentía como el corazón aún intentaba arremeter los últimos latidos, queriendo huir de su lugar natural. Oh, ¿pero le dieron a él la oportunidad de escapar de ese destino?
¿Cómo pudo haberse permitido tal error? ¡Él era la persona más atenta! "¡Oh, tan cuidadoso que he sido durante toda mi vida! ¡Yo, que nada he hecho mal en este mundo! ¡Nada! ¡Absolutamente nada hasta esta maldita noche que me ensimismé por...!"
Desvío la vista del techo que admiraba desde la fría cerámica del suelo y la dirigió hacia su verdugo ubicado a su izquierda. Se preguntaba a sí mismo por qué le haría algo así. No se había preocupado, además de ser una persona de bien para la comunidad, a brindarle todo. Todo el mundo lo amaba, siempre dio lo mejor de sí.
Sintió como la sangre brotaba de su abdomen. Un frío helado recorrió su piel seguido de una tos que hacía expulsar de su cuerpo ese líquido escarlata que le pertenecía y, ahora, escapaba de él. Su mano derecha estaba sujetando el atizador que atravesaba su vientre.
Él se había ocupado de su ejecutor cada día, siempre lo cuidó y le brindó lo mejor, <¿por qué haría algo así? >, continuaba preguntando a su frustrada consciencia. Si era un perfecto ejemplo a seguir. Siempre lo trató con su cariño especial. ¿Se cansó de vivir en una majestuosa casa? ¿Acaso estaba harto de los regalos? Si él creía que lo quería, que le encantaban esos juegos que eran un secreto entre los dos, el mismo que no le podían contar a mami porque ella no lo podía jugar con ellos; ¿serían los celos apoderándose de él por jugar los mismos juegos con su nueva hermanita?; ¿habrán sido las últimas comidas? Sabía que no le gustaba la comida "sana", que preferiría la comida chatarra o un helado... <"oh, pero si tan sólo te hubiera mimado más con helado, llevándote al circo o permitirte unirte al juego cuando nos quedábamos a solas con la bebé, para acariciarla de la misma forma en que lo hacía contigo, tal vez... sólo tal vez, no estaríamos aquí">, reflexionó para sí.
Él nunca estuvo mal, jamás fue visto como alguien malvado, <¿por qué? ¿por qué?>, replicaba.
El cansancio se apoderaba de él. "Pero si yo te amo", masgulló. "Yo...", fue lo último que alcanzó a soltar con su último aliento, el frío abrazó su cuerpo y la dama Muerte lo reclamó suyo.
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