—¡¡Rápido!!— Decían los médicos.
—¡¡No podemos esperar más!!— Repetían una y otra vez.
—Hay muy pocas posibilidades— Decían todos.
—¡¡¡Marizza!!!— Se escuchaba como su padre gritaba desesperado.
Un enfermero se acercó y le dijo que se calmara, que son muy pocas las posibilidades de que Marizza tenga otra oportunidad, pero no hay que perder la fe, igualmente no le quería dar a Martín falsas esperanzas.
Martín; el padre de Marizza, había perdido a su esposa por culpa de esta terrible enfermedad, "Nunca podremos vivir en paz", era la frase que decía constantemente.
Para él nada más importaba, no sentía a su alrededor, no escuchaba el sonido de los demás, no estaba consciente de donde se encontraba, lo único que sabía con certeza, era que su hija estaba en coma.
Marizza estaba inconsciente, no sabía lo que pasaba; estaba adormecida, apenas podía escuchar las voces de los médicos que estaban a su alrededor. Pero también, escuchó a su padre «Estaba rogando por poder estar cerca mío, sus palabras me rompieron el alma, me destruyeron por dentro, sentía como un escalofrío recubría todo mi cuerpo», pensó antes de estar completamente en el mundo del sueño.
Ella sentía como su alma abandonaba su cuerpo, pero había algo que se lo impedía, no permitía que se rindiese, no permitía que dejase de luchar.
Marizza tenía miedo, no podía mover ninguna parte de su cuerpo, no podía abrir los ojos para poder volver a ver la luz; la oscuridad era abundante. Tenía miedo porque no sabía lo que estaba pasando, tenía miedo de no volver todo a como ella apenas lo podía recordar, tenía miedo de nunca más poder abrazar a su padre... Se sentía débil e insegura, no podía combatir contra el dolor que lleva dentro, sentía que cualquier paso en falso la llevaría a la derrota.
Pero muy dentro suyo, escuchaba como alguien le susurraba, no se entendían sus palabras, eran algo borrosas; difícil de ver, de escuchar y de comprender.
Ella estaba perdida en un laberinto sin salida, en un espacio infinito, en una cuerda floja, en un suelo inseguro...
Los médicos estaban rodeando a Marizza, estaban haciendo todo lo que podían, todo lo que "se" podía. Actuaban tan rápido como liebres libres en un campo, pumas sueltos en la sabana...
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