gersonivan_gt Gerson Ivan

Muchas veces estamos borrachos y por ello no tenemos filtro con nuestras emociones, pero... ¿Qué pasaría si hay filtro cuando estamos borrachos? O ¿Si estando sobrios es la única forma en la que podamos expresar nuestros sentimientos?


Romance Romance adulto jovem Impróprio para crianças menores de 13 anos.

#amor #bar #amorañejo
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Un Amor Añejo

Recuerdo las noches de abril, aquellas en las que nos volvíamos locos, tontos e ingenuos besándonos, como dos tortolitos jóvenes que no saboreaban la desgracia.


Recuerdo aquel día, llegaban las vacaciones; aun estando separados en cuerpo y mente, nuestros seres pedían a gritos su alma “gemela”. Era tan ingenuo que escribía sobre las estrellas pensando que tus ojos eran aquellas.


Suelo discutir con el espejo lo “idiota” que fui, y me lo sigo reprochando… Si como lo ves, eso paso, de amar la noche y de ser felices en ellas, las estrellas se volvieron amargura.


Muchos hablan del amor como una prosperidad, y tan solo en el amor encontré plenitud y desgracia, y eso es lo que pasa cuando deambulamos como jóvenes inmaduros, eso es, una “plenitud” puesta en el otro.


Suelo navegar por las noches en tu sonrisa, pero recuerdo que te conocí sin ella, y eso hacia perfecto aquellos encuentros; esa sonrisa que solo aparecía conmigo. Porque te recuerdo que aunque tus labios chocaron con otros, sabes muy bien que te reprochas todas las noches al no compartirlos conmigo.


Ahí la disyuntiva de este amor añejo, solo una ilusión, aquella ilusión en la que vives, esa en donde me idealizas y detesto, porque no soy perfecto; esa ilusión en la que vivo, donde hubiese querido que no pasara aquel encuentro entre tú y él.


Vuelvo de nuevo a palpar la tristeza, esa que regresa con la ilusión, con aquella ilusión que poseía, esta que me asecha, y que me recuerda que eras tan perfecta, tan perfecta para mí que nunca vi en tus ojos que escondías tantas desgracias.


Tenía 17, hoy tengo 20, y tan solo puedo asegurar que todavía me asechas, y quisiera sacarte, no puedo, porque aprendí a amarte, y aunque hoy seas como aquellas fugaces, puedo asegurarte que mi mente te persigue.


Las noches, las estrellas, las velas, un cuarto donde solo tú y yo estábamos, ese era mi sueño, y la realidad se convirtió en un cuarto de parroquia donde llorabas, donde te perdía, donde mis manos y mi boca no podían decir nada. Esa fue la despedida, un viaje sin retorno, porque incluso a pesar que nuestros encuentros son como un boomerang, siempre caemos al mismo principio, encuentros que van y vienen, pero que nunca se detienen para amarse.


Confundimos nuestra idealización emocional en una atracción sexual incontrolable que conforme al tiempo nos destruía dejándonos sin autocontrol, comenzaste a cambiar, comencé a ver la vida de distinta forma.


Aunque tu cuerpo me mantenía con sed, aprendí a que nadie es juguete, que nadie es posesión de nadie; y que el aferrarme a ello era injusto para ti, era indigno para mí, y así es este juego, así es la dinámica, pues solo aquel que aguante el deseo del desierto será capaz de sobrevivir.


Suelo cometer el error de pensarte a través de la lluvia por las noches, y aunque suele ser un cliché recuerdo que te prometí que este amor iba a perdurar, y aunque suene extraño acompaño este recuerdo siempre con Ron, si mientras más añejo más fuerte es el sabor, más arde por la garganta, como aquella tristeza que palpa mi alma al reconocerte de nuevo en mi mente.


Lo único que pasa por mi mente es el dolor, y aquel agravio hacia mi cuerpo por tomar un alcohol tan añejo, eso es tu amor, duro, amargo, fuerte, solo un baile y conjunto de emociones pasadas, recuerdos alusivos.


Suelo pensar constantemente que la noche es mi acompañante, pero olvido que la noche es la soledad; olvido mi nombre con ron, como lo piensas, quiero olvidarme de quien soy, porque incluso aunque siento que ya existió un adiós, el ensueño de tenerte es permanentemente una crucifixión.


Constantemente veo tu rostro, lo acaricio, te abrazo, me engaño de nuevo creyendo que todo regresara a la normalidad, ya no somos los mismos, porque en cada trago me olvido de mí, y en cada botella desaparece tu nombre.


Llora mi alma, pero entiende que somos cómplices de instantes, como dos casualidades que escogen los mismos lugares, y que se aprisionan por el delirio del placer constante que no encontramos en otros seres.


Eso somos, un amor añejo, de muchos recuerdos pero efímeros instantes de micro partículas que llamamos amor, y que cada vez pedimos más, pero cada día visitamos la muerte.

Narrativa corta Vol 1.

18 de Julio, 2020

19 de Julho de 2020 às 03:33 0 Denunciar Insira Seguir história
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Fim

Conheça o autor

Gerson Ivan Católico, publicista y escritor en fase de prueba. Sigueme en Twitter: @gersonivan_gt Instagram como: @gersonivangt

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