u15926422521592642252 J. C. H. Tomé

Xaymaca " lugar grande con agua", era como los taínos se referían a la conocida isla caribeña que los españoles acabarían modificando su nombre hasta llegar a la actual Jamaica; esta historia fantástica nos lleva a su etapa sin duda mas controvertida, en la segunda mitad del siglo XVII, pero por increíble que pueda llegar a resultar, no solamente las acciones y estrafalaria vida de los piratas en Port Royal eclipsaran esta aventura.


Fantasia Impróprio para crianças menores de 13 anos.
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Nostalgia

1º CAPITULO

15 años después del alegato de Robert

1ª parte: en el puerto

-Malditos Arenques- piensa enojada Ana Ibis, viendo como los marineros descargan de mañana toda la mercancía en salazón de aquellas amplias cubiertas, con sus ojos a un palmo del cristal de su ventana que se orienta al puerto. Aunque el hedor llegue a penetrar en el interior de su cuarto, este hecho no le irrita en absoluto, a diferencia de las demás -y pocas- mujeres de clase alta que viven en la costa de Scheveningen, sin tener vinculación alguna con la pesca como ella; en diferencia, si detesta ver todas las amarras del muelle ocupadas por los barcos que mercantilizan el pescado, aunque estos cumplan ejemplarmente, todos ellos, las leyes de la ciudad. Los llamados busses o haringbus, o como dice vulgarmente “toneles de mar” debido a la estética poco vistosas de las embarcaciones del salazón, son, evidentemente la flota predeterminante en su ciudad y el motor de la economía en las grandes ciudades del país, pero eso no es de su incumbencia porque si algo abunda en su vida son numerosas monedas en el depósito, glamour y la posición social que adquirió con su casamiento con Steffan Hagens, además, también tiene en abundancia pilas de cuadros trabajados con las mismas embarcaciones, con sus mismos tripulantes y con la misma maldita carga.

El lienzo tensado sobre el soporte de madera a su lado es lo que queda de una ilusión menguante de que arrime otro buque de guerra como la quincena pasada, con sus tres palos con aparejo de velas cuadradas y sus setenta y cuatro troneras debajo de las dos cubiertas artilladas; nunca antes un pincel suyo tuvo la oportunidad de dibujar tanta elegancia, pensaba ella mientras lo giraba sobre sus dedos en aquel momento con una ligera sonrisa y sus ojos húmedos perdidos en la crujía del “tonel” de salazón que ocupa ahora la plaza del puerto, recordando otra vez más inevitablemente, aquella mañana.

Era aquel un amanecer frío de verano, desde su ventana comenzaba asomarse el sol en el horizonte ocultando con el reflejo que su luz provocaba en el mar, la llegada de algún barco que complete su extensa obra que aún considera incompleta, a pesar de que el señor Adams, dueño de la más importante feria de arte de la ciudad, la persuade desde hace semanas para que sea él quien organice la exposición de sus cuadros en el inminente mes de octubre, pero el criterio de Ibis diverge del de su viejo amigo y es que sus mejores trabajos a su pesar han sido los más recientes con su banqueta en el suelo del puerto de Scheveningen, retratando a los pescadores con un realismo envidiable y esto no es lo que ella desea mostrar como artista, por eso en aquel fresco amanecer cuando el sol permitió que desde su cuarto pudiese ver el horizonte y en el acercándose con el bauprés enfilado al puerto una imponente embarcación que nunca antes había visto {ni tan siquiera en Port Royal} agarro de su arca sus útiles de pintura que tenía olvidados desde antes de verano y sin tiempo para tensar el lienzo en el soporte se dirigió al puerto para poder contemplar de cerca el amarre del gigante, dejando atrás a la doncella de la casa, la señorita Elizabeth, encargada de llevarle el caballete que no le cogía en los brazos.

Cuando Ibis llego a puerto ya los marineros habían finalizado la maniobra y bajaban a tierra cientos de tripulantes, el navío era de bandera inglesa, la última vez que miró una bandera inglesa izada en la popa de un barco fue hace unos quince años en la isla de Santiago y por supuesto nunca acompañada en estribor con la bandera holandesa en señal de cortesía por estar en sus aguas territoriales como ese día, esto hizo pensar y recordar tanto a Ibis que incluso calmo su apuro por acondicionar el cuadro sobre el que pintaría el buque durante los minutos que tardo en aparecer la señorita Elizabeth, también sorprendida al llegar, por la cantidad de hombres que bajaban de un solo buque por las escalas de babor.

Con el soporte sobre el caballete que Elizabeth le entrego y con sus pinceles, pinturas y aceite de linaza que Ibis fue adecuando en su espera, comenzó a dibujar el fondo del cuadro con el puerto desde una perspectiva que nunca empleo para pintar antes, y no porque no fuese de su agrado, todo lo contrario; es precisamente la perspectiva que más le gusta del lugar y que lleva guardando durante años para un trabajo que resulte especial, el que hoy haría. Hendrie, un joven redero se aproximó a ellas con ánimo de empatizar, como siempre hace con la pintora de ojos verde y mofletes encarnados desde que fue un damnificado más en scheveningen de su pincel. -De qué modo brilla hoy el mar! - exclama el redero pretendiendo que se interprete que ese brillo es motivado hoy por la presencia de Ana Ibis, consiguiendo la expresión de una hermosa sonrisa en su rostro.

–No tiene suficiente trabajo hoy, redero- dice Elizabeth seria y con cierta repulsa al pronunciar el nombre del oficio de Hendrie después de seguirle el paso con una mirada insolente hasta que se acuclillo este a la altura de la banqueta. -Quiero que te retires ahora mismo- le espeta Ibis paralizando su obra asombrada con el atrevimiento de su doncella sin llegar a perder los modales de señora que debe tener en sus momentos de concurrencia; todos en puerto son conocedores de quien es la esposa de Steffan Haggens y su imagen lidiando con la sirvienta que ni tan siquiera goza de un veterano servicio con su familia no es, ni mucho menos, algo que beneficie su imagen; por su parte Elizabeth por muy buena relación que pueda tener personalmente con ella o pudiese tener hasta aquel momento, ante la atenta mirada de los señores burgueses y nobles que se encontraban recibiendo el navío británico por los alrededores, carecería de oportunidad alguna para enmendar la orden de su señora, quedándole como única alternativa el indeseado acatamiento.

Los sorprendidos labios del humilde redero se quedaron secos al estar tanto tiempo abiertos y expuestos al fresco viento del nordeste { el mismo que hoy Ana Ibis recibe desde la ventana de su cuarto}, mientras contemplaba aquel breve cruce de palabras, que cuando vio retirarse sumisa aquella doncella ante él, fue inevitable no relacionarlo a aquel ocho de febrero del mismo año, cuando ella se encontraba en un amanecer al este de la playa y la vio por vez primera escribiendo aparentemente nada más que apuntes en folios sucios.- Parece que hoy brilla más el mar- Recordaba las parecidas palabras con añoranza el mozo a pesar de la indiferencia en aquel momento por una joven agobiada con el empeño de su tarea; por entonces no se podría imaginar que estaría saludando a una de las mujeres más poderosas de la ciudad y de no ser engañado por la humilde vestimenta y aspecto descuidado no se habría atrevido a acercarse con tan osada galantería.

- Has vuelto a salvarme el pellejo, que debe hacer un humilde redero en agradecimiento- dice ahora sin perder su gentil tono una vez la señorita Elizabeth se retiró del lugar. -Estaría bien que retomara su trabajo señor redero-le dice con una sonrisa mientras revisaba con su vista las atentas miradas cómplices de la gente que presenciaron como la esposa de Steffan Haggens ordenó el retiro de su doncella en apoyo a un bracero del puerto. – Espero que ayudara a avivar tu inspiración hoy- dice con voz queda como últimas palabras, retirándose con su aguja en la mano sabiendo que la orden recibida por la joven es más por su bien que por el de ella.

Poco tiempo paso para que el suceso dejase de eclipsar la atención de los que presenciaron la escena, pues la visita del “Royal Sun” era lo más desusado para los ojos de cualquier ciudadano, aunque para la mayoría de estos no sean las características del barco lo que llame más su atención, si no su bandera; a diferencia de Ibis, que pintar un nuevo barco para su colección era un divino tesoro y además al situarse a la espalda de la masa curiosa pudo gozar como nunca antes de suficiente tiempo para completar el casco del navío amarrado en puerto sobre la tela de su bastidor, sin ser más veces interrumpida.

-Sabía que hoy estarías aquí- oye a su amigo el señor Adams, que le ve llegar sin disimular su alegría al lograr hallarla. Ella que comparte gran aprecio hacia él se levanta presurosa de su asiento para fundirse en un abrazo con su viejo amigo. – Ajam… muy merecida la espera de poder ver alguna nueva obra tuya, mi pequeña- dijo el viejo de frente al navío pintado de la joven aún agarrado de su hombro.

-Muchas gracias señor Adams- le respondió emocionada y sincera mientras su amigo le estaba entregando su apoyo para que se volviese a sentar.

- No entiendo como dejaste pasar la botadura de la urca “Orange navy” creo que no construye un astillero nuestro una embarcación de su envergadura desde el tratado de paz, ha pasado algún año ya…- finaliza con cierta ironía contemplando el rostro serio de la joven que le indica con sus gestos, como sospecha desde hace un tiempo atrás, que algo impide en contra de su voluntad acudir a aquellos recónditos lugares que transitaba en el pasado en busca de inspiración. -puedes decirme cualquier cosa que este sucediéndote, no es cierto? - le dice ahora muy serio clavándole la mirada y provocando el sonrojo en el rostro.

–Estoy bien- responde apartando la mirada hacia el lienzo con voz titubeante, deseando por dentro con toda su fuerza gritar que quiere huir para no volver a Scheveningen y que quiere volver para no marchar nunca más de la tierra que la vio nacer. Con la cercana sonrisa que siempre lleva dibujada Adams cuando mira a la joven se despide pidiéndole que cuando acabe de pintar los aparejos del palo mayor, del trinquete y la mesana le suba el bastidor a su sala donde almacena sus trabajos, no sin advertirle antes que tiene que decirle porque se debe la inesperada visita de su inspiración del día de hoy al puerto que alcanzó para poder verla después de tanto.

Aquellas llamativas últimas palabras, fueron insuficientes para impedir que Ana Ibis se apurara en la conclusión de su trabajo, a pesar que no dispondría de tiempo para llegar a la sala a depositar el cuadro, conocer el motivo del amarre del “royal sun” que Adams tiene que decirle, regresar a casa antes que su marido para poder persuadir a Elizabeth y que esta no delate el suceso de hoy con Hendrie, como hizo su antigua doncella doña Maura el pasado ocho de febrero. Pensar que pueda llegar a padecer nuevas medidas correctivas de su esposo si este llega a enterarse que volvió a interceder del lado de un vulgar jornalero aun seria poco si además, descubre que fue el mismo causante de su distanciamiento con el armador Jan Geldof, uno de los más importantes clientes de su astillero.

Con el cuadro bien protegido bajo un brazo y sus útiles en el otro, se fue hacia la pinacoteca de Adams con la fortuna de que su doncella después de una apurada búsqueda tras recoger al pequeño Steffan en el museo de la educación unitaria, la localizara de camino.

– Por favor mi señora, vente para casa con nosotros- dice con esfuerzo debido a la fatiga y los nervios que invaden a la inocente joven sirvienta, que antes de recibir respuesta, continúa para convencer desesperadamente a la madre del niño- Lo siento, me he equivocado pero sabes que debo seguir las órdenes del señor… acaba agarrándole de las manos y menguando el tono de su voz para asegurarse que algún curioso o curiosa no escuchase nada que pudiese desprestigiar a la familia.

El niño asustado le faltaba solo un soplo para que sus ojos lagrimosos y labios titubeantes se echaran a llorar al presenciar a su doncella suplicar con tanto empeño a su mamá, y en el mismo sentido le suplicó también pero con todavía más desesperación.- mama vámonos…-. y como siempre no espero la atención de su madre que se agacho a la altura de su cabeza para poder acariciarle con más comodidad su fino pelo rubio mientras lo tranquilizaba con la mirada.

- Tranquilo mi pequeño, vamos a dejar este cuadro en la sala, regresamos a casa y diremos a papá que te has dejado el bolso con los cuadernos olvidados y que tuvimos que regresar a recogerlo, ¿te parece bien? Le dijo con su dulce voz maternal logrando apaciguar al pequeño quedándole solo la buena de la sirvienta con la que se careo al levantarse para decirle.

- Eres una buena chiquilla, gracias por preocuparte por mí, puedes retirarte para el hogar y decirle a mi marido que he ido yo misma a buscar al pequeño Steffan hoy. Llevas medio año cuidando ejemplarmente de mí y dándome buenos consejos, pero estoy harta ya de acatar el dictado de un mal hombre-. Sentencia finalmente logrando que la sirvienta la acompañase presa del pánico por seguidismo durante los cinco minutos de trayecto.

2ª parte: en la pinacoteca

Aquel día era el primero de verano en el que se presentó allí, en los quince años que vive en la ciudad nunca estuvo tanto tiempo sin hacerlo, tanto es así que cuando su vista alcanzó el piñón del tejado donde están almacenadas sus obras con el cogote fruncido, no lo recordaba tan alto. -Llevo tiempo esperando aquí arriba! Dijo el viejo Adams desde la altura donde tenía clavada Ana Ibis la mirada cuando se aproximaron lo suficiente para que le oyeran, arrimado a la viga central de la cubierta que sobresale en lo alto de la fachada y ya con el gancho preparado en el extremo para subir el cuadro con la ayuda de la polea por el exterior.

– Eres muy amable, pero ya llevo cargándolo todo el trayecto, no me importaba subirlo cinco pisos ahora-. Dice sin oponer resistencia al ofrecimiento del que con certeza ella considera que es su mayor cuidador en esa ciudad, como lo fue en su día el tío Vane en su hogar; estaba alegre y agradecida de poder tener a alguien allí merecedor de esa comparación.

En fila subieron el niño, la madre y la sirvienta, en ese orden las cinco plantas por las estrechas escaleras perfectamente iluminadas por los amplios ventanales que ocupan prácticamente toda la fachada; hasta llegar a la sala donde están almacenados los doscientos dieciocho cuadros en óleo, en la puerta como buen anfitrión les aguardaba para recibir gentilmente a los tres marcándoles el camino con el brazo.

-Como siempre te quejabas de la poca luz que acoge este ático, en tu ausencia tomé el atrevimiento de diseñar yo mismo la exposición de tu trabajo para poder aprovecharla audazmente. ¡calma! -exclama rápidamente al ver el gesto de pesadez de la artista al interpretar que tendría que volver a lidiar contra su insistencia.

-No estoy tratando de persuadirte para ser yo el monitor, es una exposición dirigida solo hacia ti para que navegues sobre el transcurso de tu vida mediante lo que más te gusta, la pintura. Frente a la poca luz solar que tenemos tuve que ser más selectivo de lo que me gustaría tenerlo sido y no tuve más espacio que para quince cuadros… y once de ellos han sido allá en el nuevo continente, el otro espacio dio justo para los cuatro momentos más importantes en tu estancia aquí, creo que completarían los quince momentos de mayor felicidad en tu vida inmortalizados por ti sobre bastidores; después continúan cronológicamente hacia lo más sombrío y al frente de la única luz solar, donde no llega ni un rayo de claridad en todo el día, los ocho restantes… Pero hoy no estás aquí por esto… te pedí que vinieras para informarte del Royal Sun, parece ser que las relaciones entre los reinos europeos después del tratado de paz está cuajando, dios sabe por cuantas horas, días o quizás años, pero por alguna causa que desconozco están labrando acuerdos conjuntamente para combatir la piratería, este barco trajo consigo a un lord que firmara unos acuerdos que a nuestro amado país estratégicamente no le benefician en absoluto y en unos días harán travesía a Londres con otros señores católicos de nuestro amado país a hacer lo propio…- se para ahora el señor Adams apartándose lentamente dos o tres pasos, mirando un cuadro a media distancia sin prestarle atención realmente y sin haberse alterado en ningún momento el absoluto silencio, continuó.

- parece ser, que esto va en serio y que tanto los españoles como los ingleses entregaran al adversario a una tripulación de sus corsarios a pedir de pluma, y… los ingleses entregaran el siguiente viernes a Garcilaso Barbosa, hijo de Víctor… Port Royal, tal y como la conoces dejara de existir pronto… la contienda que se librara en su memoria entre los regulares y los bandidos que ellos mismos armaron en su día dejara todo eso reducido a cenizas- le dice con pesar dolor su viejo amigo que sabe lo que esta noticia significa para la joven.

Mantuvo la compostura heroicamente al escuchar lo que decía, pero no pudo evitar que se desbordaran de sus parpados dos lágrimas, retratando un canal en cada mejilla como hacen las gotas de agua que deslizan por el vidrio de una ventana empañada en un día lluvioso.

-Mi señora… dice con preocupación la señorita Elizabeth al ver que se aleja de su lado hacia el rincón luminoso del lugar en un silencio más incómodo que longevo. Se quedo parada ante el cuadro con la fecha más lejana grabada que tiene, solo su hijo se atrevió con timidez a romper su silencio que con la curiosidad natural de un niño le pregunto por aquella obra que su madre no le apartaba su vista y que sus infantes ojos desvaloraba por la baja calidad técnica que tenía respecto a gran parte de sus doscientos tres compañeros de sala; estaba retratado en él la esencia del bienio negro, el niño buen sabedor por las historias que su madre le contaba, solo necesitaba saber quién de los cuatro de aquellos hombres que se encontraban en el interior de la“ taberna del Leviatán”, como el nombre del cuadro indica, era el Tío Vane.

– él es este- le señala con el dedo hacia el hombre que se encontraba detrás del mostrador que provoco que el niño se aclarase la vista con fuertes parpadeos, confuso al ver previamente a Edward en retratos más acordes a su verdadera apariencia que aquel que se parecía a los enfermos vagabundos que están al otro lado del muro de la ciudad– Steffan, mamá no nació sabiendo dibujo, quieres que te cuente como fue que yo aprendí, que es la razón por la que nuestro amigo Adams puso esta obra en el altar de la sala?- finaliza la madre con una risa picara, agigantada por el interés asombroso que su hijo ahora si le muestra al descubrir que su madre no nació pintora como había pensado hasta ese momento.

-Como ya sabes, yo no tuve papa ni mama como tú tienes hoy- comenzaba despacio la madre con la esperanza de aprovechar toda la atención extraordinaria que el niño hoy tenía hacia ella. –ni recuerdo tengo de ellos, mis primeros recuerdos son con mi tío, el que estaba a mi cuidado en todo momento, Edward; todavía retengo en mi mente hermosos momentos con él, anteriores al bienio negro- se paraliza con su hijo arropado en uno de sus brazos para tratar de situar correctamente lo que quiere transmitirle a su hijo.

– Transite, según dicen, por los años de mayor esplendor en aquel arenoso accidente geográfico y quizás eso sea cierto, pues en mis más antiguos recuerdos, antes de llegar aquel negro periodo, teníamos una vida cercana con los demás vecinos y visitantes, accesibles con quien se pusiese en nuestro camino sin discriminación alguna, sin importar procedencia o se dedicara a lo que fuese, sin importar su nobleza, incluso hasta una pequeña niña del lugar como lo era yo entonces, sabía perfectamente en que mundo estaba cualquier hombre con tan solo ver su vestimenta o sus modales y el único motivo que estimulaba aquella fraternidad entre personas con interés y costumbres opuestos era sin dudar, el inmenso lucro que sin saberlo de entonces existía en Port Royal.


Mi tío Edward había sido un prestigioso marino bajo patente de corso ingles antes de que yo naciese, no olvidaré nunca como me quedaba pasmaba con sus historias en el galeón, en aquel entonces eran para mi unas historias justicieras navegando por el mar y los piratas , entre otros, que transitaban la taberna con sus sucias ropas esbozando ebrios sus posturas ácratas no eran más que vulgares saqueadores para mí, pero a pesar de esto y siendo buena sabedora que hay piratas muy temibles en el mundo, por más ocasiones que me lo repitan yo no temeré nunca de un pirata; porque todavía están lejos de causar el daño de otros y porque también influye y tengo que reconocerlo, que un cliente del leviatán dedicado a aquel mundo me regalo mis primeros útiles de dibujo cuando tenía seis años, lamentablemente para mi… poco antes del bienio negro, aproximadamente un mes antes, ¡pero menudo mes!- continua emocionada.

-Había tenido recorrido más de la ciudad dibujando sin tener ninguna experiencia que nunca en toda mi vida, haciendo garabatos infantiles sin ninguna dirección si no fuese por la intensa observación perfeccionista de mi tío, persona irremplazable en mis metas con el arte hoy. Pero con el estallido bélico del bienio, mi tío Vane había cambiado y se convirtió en mi cauto protector, era un hombre de valía, pues pocos resistieron a parar en sus negocios como el sí hizo con su taberna, en cambio el riesgo al que se sometía diariamente entonces a que la guerra le entrara por la puerta, era la cara opuesta de su actitud hacia mí, que estaba bajo unas órdenes estrictas para asegurar mi bienestar y cuando las desobedecía empleaba severas riñas conmigo o me confiscaba mis útiles… a pesar de la guerra ningún otro niño gozaba del amparo que yo tenía, no podría responder aun hoy si el motivo era porque yo estaba sola o porque era el quien estaba solo, lo que te puedo decir sobre el quince años después de abandonarme y con su recuerdo muy vigente es que junto a ti, mi pequeño, es la única persona en mi vida que verdaderamente se esforzó por entenderme y hacerme feliz… y a pesar de las dificultades… ¡ vaya si no lo logro!- remata la madre viendo para aquel Edward Vane distorsionado en el antiguo cuadro con Arturo Cienfuegos, Brandy ojo loco, Víctor Barbosa y pez blanco- dice desvelando la identidad de la gente que acompañaba al otro lado de la barra a su tío mostrando una exagerada sonrisa al citar al último.

- ¿Pez blanco?- se extraña su hijo al escuchar un nombre tan feo.

–Exacto, el pirata que me regalo mi primer juego para comenzar a dibujar… tenía cara malhumorada y desgastada por la salitre, cualquier joven salía despavorido solo con verle, yo también, a pesar que siempre se esforzaba por emplear un tono suave cuando se refería hacía mí, le tenía mucho miedo y el día que pinte este cuadro, después de unos meses de guerra custodiada en la taberna y después de unos cuantos cuadros dibujados desde esa perspectiva, me quede con este retrato por el día que le perdí aquel miedo a William Sharpeigh.

Ana Ibis en aquellos días de guerra tenía muy restringida la interactuación con otros niños, con el único que se podía ver de cuando en vez era con Peter, el hijo de Víctor y solo cuando el pequeño estaba libre de tareas y escogía con su tiempo ir a visitarla a la taberna, alguna vez extraña; lo que hacía que su rutina era únicamente dibujar a los clientes que se personaban cada día y en el reverso atribuirles una personalidad que ella misma con los prejuicios de una niña imaginaba. Pez blanco era el personaje más ruin de todos los reversos, realmente los únicos tres parroquianos que Edward consentía que se dirigiesen a su sobrina eran los más viles, los mismos que estaban interpretados en el cuadro que presenciaban en la sala de Adams; pero aquel día Sharpeigh como se hace conocer realmente, se ganó la difícil confianza de ella con esforzados intentos de alegrar sus aburridas tardes y en la que su ebrio ingenio lo llevaría sin desearlo a su nombre postizo, pez blanco; y a Ibis a encariñarse de aquella obra y mantenerlo en buen estado hasta hoy.

- Al verme en silencio escribiendo sobre el reverso donde los tenía ya dibujados a los cuatro anteriormente, se acercó y me dijo con mucha agudeza tirándose al suelo agitándose simulando a un pescado recién capturado “te estas equivocando con mi persona, yo tengo menos peligro que un pez blanco”.

La madre finaliza con la interpretación del aleteo con mediocridad logrando las carcajadas de su hijo y la del expectante Adams que por fin conoce el motivo de la insistencia de Ana Ibis por tener ese cuadro en tan alta estima, vulgar para el ojo de cualquiera, incluso para personas ajenas y desinteresadas con esa industria e indigno con el resto de compañeros de sala. La desesperación se apoderara ya de Elizabeth y fue entendida como alarma para todos de que la visita había llegado a su fin, incluso para el anfitrión que desconoce los asuntos de la casa de los Haggens augura que bajo las cortinas tupidas de las ventanas y la opacidad que abanderan en sus vidas, son, a pesar de las costumbres en los católicos, medidas descomedidas para su entendimiento y la misteriosa falta de presencia de su amiga en los últimos meses debe ser impuesta por su esposo, al cual con certeza lleva observándole una deriva autoritaria y dominante desde que su hermano sufriera aquel motín en su barco hace dos años; tal comportamiento extraño pasa desapercibido por tratarse del propietario con el mayor astillero de Scheveningen, y eso pesa incluso para los calvinistas puritanos más extremistas como el señor Adams, que de tratarse de alguien de menos estatura, el murmullo se percibiría por todos los derroteros de la ciudad.

– Quiero que sepa que puede contar conmigo- le dice a su amiga con una mirada muy segura aprovechando que la señorita y el niño habían abandonado ya la sala.

-Comienza a ofenderme señor- zanja definitivamente la insistencia ahora Ana ibis del señor Adams por miedo a crear una contienda en la ya delicada convivencia que existe entre las diferentes identidades religiosas. Ibis comparte las mismas convicciones católicas de su esposo, junto a los Janssen y los Delen, son las únicas familias de renombre que depositaron dinero para levantar la iglesia privada del centro, esta acción caritativa considera la joven que es el motivo del desgaste que estaba sufriendo la imagen de Steffan Haggens y no su conducta antagónica con la comunidad calvinista.

3ªparte: de vuelta a casa

El camino a casa se hizo corto para diseñar un pretexto que excuse el tardío regreso y por no involucrar a su hijo ni a la joven Elizabeth, Ana Ibis, quizás envalentonada por el apoyo mostrado del señor Adams se deliberó por plantarle cara a su esposo. Al llegar, el sol todavía se mostraba pero las velas del comedor ya estaban prendidas y sentado en la cabeza de la mesa, él; su esposo esperando la llegada de los tres mientras lee unas páginas aparentemente con una paciencia envidiable. – Mi querida esposa junto con mi amado hijo, sentaros aquí con vuestro padre- comienza con un sarcasmo evidente que le acompañaría hasta que ordenó a la señorita Elizabeth que se retirara.

La madre cumplió lo que le fue dicho al pequeño más a la doncella y con valentía asumió la excursión de la mañana, contando cada detalle sucedido sin ser en ningún momento interrumpida por el marido, atento con gran interés y sin mostrar emoción alguna para los ojos de la joven, ni la entrada en escena de Hendrie al poco tiempo de comenzar el relato o llevarse al hijo a casa del ciudadano que más molestia causa en su esposo llego a ser motivo suficiente ese día para que se avivara la habitual cólera contra ella, era como sí sus ausencias lo calmasen.

- ¿Has dicho lo que tenías que decir? - le dijo mirándola con un tono ligeramente irónico continuando sin perder la compostura antes de volver a prestar atención a sus papeles.

– Yo debo irme con nuestro hijo a Londres en un par de días- continuaba con una suspicaz sonrisa y gozando cada palabra que estaba empezando a pronunciar a su subversiva esposa, que entendió rápidamente lo que estaba pasando; su hijo zarparía a Londres para presenciar el sainete sangriento organizado por España e Inglaterra junto con los holandeses, donde entregaran a sus mercenarios mártires a cambio de una diplomacia más que improbable. Mas esto no es lo que llega a causar dolor en Ana Ibis, si no la doctrinaria compañía y oscuro ambiente que envuelven a toda esa gente de alta cuna europea, heridas por ver a gente de origen humilde saquearles riquezas que consideran suya por tener un apellido o mucha plata depositada en un depósito; compartir con esa gente las mismas convicciones religiosas la hace sentirse sucia cuando presta fijación a los humildes calvinistas con sus austeras y buenas formas. Pensar que su hijo tendrá que convivir con eso algunas semanas le resulta más preocupante incluso que su presencia en las ejecuciones.

- Eres repugnante, solamente tu presencia me hace sentir arcadas- expulsa con estas palabras la madre toda la ira contenida sin poder aguantar todo el programa que le enunciaban.

Pasaron quince días del día del Royal Sun y nunca antes estuvo tanto tiempo sin su hijo, ese sufrimiento maternal camuflo el dolor de los bofetones que recibió de su esposo el ultimo día antes de zarpar y de los que su rostro todavía hace testimonio, tratando de impedir que su hijo también tomara rumbo. Desde su ausencia su vida tampoco retomo mejora y pasan los días encerrada en su cuarto por imposición de su marido, con dos guardias custodiándola en todo momento, hoy se ganó tener las herramientas justas para elaborar un dibujo por su buena conducta por primera vez, pero su deseo mayor es ver al horizonte y avistar un “tonel de mar” con su hijo a bordo.

{Pero que hice yo para que me haga esto} pensaba con frustración Ana Ibis tratando de encontrar una causa racional al cambio de conducta de su esposo hacia ella, colocando en su memoria, la primera vez que experimento en sus carnes el frío neerlandés envuelta en la manta de Arturo Athiens, el amigo de su tío que la acompañaba y la engaño durante toda la travesía Atlántica asegurando que su partida de Port Royal seria de rápido regreso, que debido a estar con Robert el día que sufrió el complot de la Cofradía, por su seguridad, su tío decidió sacarla hasta que el conflicto se solucionase. Por supuesto, no existe argumento con el poder de apaciguar a una niña que están deportando de su hogar, pero si existen historias que lo hagan en su lugar y Athiens era un hombre que conocía muchas historias, entre ellas, las de su tío Edward. Desconoce si realmente lo que le dijo sobre él eran o no realmente ciertas, pero aquellas palabras precisas acompañadas de su tono descansado se había ganado su confianza hasta el atraque en Scheveningen.

Su tío, el tabernero que era corsario un día antes de que ella naciese y que era conocido por ello, resulta que antes incluso de aquello, se dedicaba a la piratería, capitaneando un barco de la propiedad del mismo Athiens. Él era un millonario que se dedica a la compra y venta de grandes barcos, hace años entonces de eso, junto con su tío de la mano como socios comenzaron en la piratería, uno arriesgo su dinero, el otro puso su valor en la mar y juntos amasaron una gran fortuna asaltando a los españoles en las Antillas. Aquella bodega húmeda y sombría fue dibujada aquella tarde con sus hamacas colgadas de los baos juntas entre ellas para aprovechar bien todo el espacio y en su reverso las palabras que sin cuestionar su veracidad con orgullo escribió sobre su tío [ referirse a Vane obliga a dejar a un lado lo formal, las frases hechas, los calificativos de distinta naturaleza que se le endilgan allá en el viejo mundo. Defino a Vane como un personaje de la edad de oro de la piratería. Vane es un creador, un innovador de gran sagacidad que sabe eludir las trampas que le han puesto en su camino. Siempre he sentido un interés muy especial por conocerle, el marino que ha tenido el valor y la inteligencia de saquear a los poderosos para repartirlo con su tripulación.]

La extrañeza se apodera de ella cuando recuerda las palabras de aquel hombre pudiente durmiendo en un lugar tan impropio para él, padeciendo juntos durante días las adversidades del frio, de las humedades y el tumulto de toda la tripulación; porque fue tan necesario tantos esfuerzos por encubrir a una niña casi inexistente durante los años del bienio negro. Ahora bajo la reflexión madura que tiene tras años de examinación sobre su pasado, con certeza puede decirse a sí misma que algo más motivó su salida de Port Royal, algo que no puede estar relacionado directamente con el boicot a Robert como su Vane le decía en la última noche o Athiens le dijo en la bodega, porque el hijo de Víctor fue apresado semanas antes de ella embarcar cara Scheveningen, al anochecer de aquella mañana en la que consigo de compañía por fin pudo volver a ver el mar después de dos años de guerra y durante todos los días posteriores a aquel, hasta ser condenado, estuvo retozando por los derroteros arenosos de la ciudad con más frecuencia que nunca antes, con el hermano pequeño que tenía, Peter. La ausencia de cualquier tipo de peligro hacia ella era patente, de no serlo volvería para el antro como en la reciente guerra que fue librada, aquel era un conflicto político entre piratas y como lleva escuchando desde que tiene uso de razón {el problema de uno, es el problema de todos nosotros y el problema de todos es problema de cada uno}.

Los piratas de la cofradía eran muy suyos y no dejaban que nadie se interpusiera en sus asuntos o sus formas, ni tan siquiera los regulares británicos, que según su memoria y sus ojos pudiesen observar al menos, no se interpusieron en aquel litigio que condeno finalmente a Robert, a renunciar a su cargo como miembro de la corte en Port Royal y a estar embarcado por siempre en el Caleuche. A pesar del severo castigo por ser un secuaz del contrabando de esclavos, algo inadmisible en el código de la cofradía, este lo asumió esbozando un alegato que devolvía la entereza a los Hermanos de la Costa y que nunca llego a tener la oportunidad de conocer, nunca más regresaría y por siguiente ella tampoco volvió a ver a Robert, pero sí pudo escuchar murmullos que coincidían que zarpo en el barco de los condenados pocos días después, aún alguno antes de que la exiliaran a ella; a pesar, de que fueron aquellos días restantes los de mayor convivio que recuerda en su hogar.

El sigilo comenzó a envolverla el último día en la isla, cuando su Edward Vane sin dar más razones le dijo que se tenía que marchar y que su amigo Athiens que solo vio una vez antes la acompañaría, desde ese momento su vida fue cambiada, como si fuese otra persona, cuando se despertara al siguiente día parecía que haber pasado una eternidad desde que estaba jugueteando por los caminos, como si lo soñase. Un abrazo seco fue la despidida de Edward a pie del galeón que se la llevó, se volvió humano un último momento al ver a la niña desconsolada por tener que separarse por primera vez en su vida de lo único que tenía, su tío. Todo fue demasiado rápido y el único modo de agilizar aquel delicado momento fue mentirle a su sobrina diciendo que si dejaba de llorar y acataba las ordenes de Athiens, pronto estarían juntos otra vez.

Una vez en tierra Neerlandesa, ya se desenvolvió de aquel sigilo de su último momento en Port Royal y Arturo Athiens los pocos días que estuvo con ella antes de dejarla bajo el cobijo de una familia de su apego, se codeo con grandes señores sin ningún reparo, incluso a tempranas horas la llevaba consigo a visitar exposiciones de arte, de ahí nació la amistad con el señor Adams, incluso antes de conocer a Rudolf Haggens, padre de su esposo, quien la adopto. Los pocos días que estuvo en la ciudad fueron los que necesitaba para gestionar la normalización del barco que comprara al astillero de Rudolf, una vez botado al mar se fue para siempre como lo hizo su tío, mintiéndole y dando falsas esperanzas.

Fueron tiempos dolorosos y una costosa adaptación en el viejo mundo, sin la escrupulosa dedicación que aquella familia tuvo hacia ella, hoy no podría ni imaginarse donde estaría, recordar a Mila, la mujer de Rudolf era lo más semejante a una madre que recuerda, le enseño los buenos modales que conoce; cuando falleció tan solo cuando tenía doce años ya era toda una señorita capaz de mantener la compostura y emplear las elegantes formas o modales que acostumbran la gente católica; esto ayudo que su adaptación fuese menos traumática, si tuviese que pasar de los excesos de Port Royal a vivir con la austeridad de una familia calvinista, ni los quince años que pasaron ya desde que llego, serían suficientes para que pudiese adaptarse; ella siempre nado en la abundancia como pocos en la ciudad, estudio en el mejor colegio y cuando acababa el almuerzo de su regreso se marchaba a pintar con Mila hasta que se enfermó y con doña Maura después, cuando tiene esos recuerdos se auto complace a si misma pensando que no todo fue tan malo y que en realidad aquellos años después de apagarse gran parte de la nostalgia por lo suyo, puede admitir que hubo buenos años en Scheveningen también.

Del hermano mayor de Steffan, que compartía nombre con su padre poco podría valorar, se había echado a la mar con un barco que su padre le construyo por su veintiuno aniversario mucho antes de que ella llegase y solo los visito en una ocasión antes de ser derrotado en su propio barco, siempre le recuerda por ser tan cercano y cortes con ella aquellos tres días de estancia. Steffan era el más joven que le seguía y su incondicional protector siempre que se trataba de convencer a los padres de la familia para que pudiese salir a pintar o visitar alguna exposición y cuando no lograba hacerlo, se la llevaba él mismo a los lugares menos comunes donde tuvo ocasión de hacer algún trabajo con Mila en vida, fue más tarde en más repetidas ocasiones cuando falleció; ya el pequeño de los hijos ocupo gran parte del lugar de esta y atendió con más dedicación el progreso de la joven que gozaba ya entonces de una reconocida reputación.

Con el tiempo la relación entre ambos se fue estrechando y Steffan no acompañaba a Ana Ibis solo cuando tenía algún deber encomendado por su padre en el astillero, Maura era su compañía en aquellos casos, que nunca disimulaba su desinterés por la destreza de la joven con la que no lograba entenderse y tras algunos episodios de crispación, solo su querido hermano postizo paso a ser el único que gustosamente se mantuvo a su lado viendo como hacia cada obra de arte. Cada cuadro acabado era como comburente que hacía avivar la atracción de su compañero hacia lo que producía sobre el lienzo, siempre perseveraba por conocer la raíz del motivo de la joven de relacionar todos sus trabajos con el mundo del mar cada vez que finalizaba alguno, pero tuvo que esperar algún año para poder escuchar a una chica mayor de diecisiete decirle con su afinada tonalidad el cacho de su vida que él desconoce, su perseverancia influyo en la joven para abrir el tesoro de sus primeros años de vida que llevaba manteniendo en lo más interior de su alma por primera vez , pero lo que ella deseaba en aquel momento cuando con glorioso empeño logro que Steffan Haggens, que nunca salió antes de su ciudad sintiese lo que es estar en su lugar, era alentar su estado abatido tras la pérdida repentina de su padre escasos días antes y ella no podía soportar verle sufrir, lo amaba. Algo cambio en ambos después de aquello, Steffan tardo en reponerse de la pérdida de su amado padre, si no fuese por el cuidado y ternura de Ana Ibis durante ese tiempo, todo sería más negro en su vida, durante un tiempo, aplicando la perseverancia y chantaje benévolo que ella recibía de él lograba sacarle de casa para ir a pintar algún cuadro con un paisaje diferente, pero ya el mar tenía perdido el protagonismo que siempre tuvo en su vida, Steffan le robo ese espacio, fue durante meses el patrón de sus trabajos.

La oscuridad que ciñe en el dolor de la pérdida de un ser querido se conmuto sin llegar a darse cuenta, en destellos intermitentes de luz que deslumbraban al son del tambor de su corazón, que involuntariamente regresó a la vida. Se había enamorado de su hermana postiza pequeña sin remedio, él ya era hombre de la casa que regentaba el astillero con audaz óptica y decidió hacerse feliz, hacer feliz también a su pronta prometida y pronto llegaría también el embarazo del pequeño, que haría posponer el deseo de la joven de volver a Port Royal con Steffan, el que por hacerla feliz se dispuso pasar por aquellas tierras del mal.

El regreso a su hogar debido al retoño nunca se dio, pero la convivencia con su esposo fue siempre idónea y fraternal, hasta la intensa colaboración de este en el levantamiento de la iglesia católica en el centro, atravesó momentos delicados con algunos puritanos liderado por algunos reconocidos hombres provenientes del mundo de la cultura de la ciudad, entre ellos Adams y que le costó algún que otro levantamiento con los obreros de su astillero, aquello le derivo a una profunda angustia y su esposa pago aquello con su cuerpo. Ella sabedora de la situación no le habría pasado por la mente al siguiente amanecer tenerle en cuenta lo sucedido, pero con el paso de los días y después semanas, lo que parecía una anecdótica acción violenta de su esposo acabó siendo una perpetración de la violencia constante, donde estaba sola, tapada tras las tupidas cortinas y la forma de vida hermética de la familia. Nadie en la ciudad, salvo Adams que la conoce bien sospecha por lo que puede estar pasando la joven, algo que resultaría monstruoso para la opinión ciudadana; por eso es sometida a una acérrima supervisión en todo momento; para asegurarse de que no despierte la sed de los adversarios de la familia con sus confesiones.

21 de Junho de 2020 às 18:49 18 Denunciar Insira Seguir história
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Riz Rhymer Riz Rhymer
Me gusta. Solo separa un poco los párrafos para que sea más amena la lectura. Los lectores se cansan más rápido de leer si solo ven una plasta de texto junta. deja un espacio entero entre párrafo y párrafo. Con eso basta. Si lo haces, siento que pegará bastante más.
July 16, 2020, 03:24
JYD ANDERSON JYD ANDERSON
Me ha parecido muy interesante, veré como continúa. Y como ya lo dijeron los demás usa los guiones largos, pero bueno yo también aprendí sobre eso recientemente. Continúa así.
July 14, 2020, 17:48

  • J. C. H.  Tomé J. C. H. Tomé
    gracias, necesitaba un poco de inyección realmente, estaba un poco estancado. Sobre el guión siempre fui conocedor del error pero desconozco una forma cómoda de emplearlo, en ocasiones doy espacio y no me lo coloca, Supongo que también escribes, me gusta mucho leer a quien se molesta en aguantarme a mí, es conocer la lectura de quien me lee y es lo mejor de estas plataformas poder experimentarlo. Ahora visito tú perfil pero si me aconsejas por donde empezar mil gracias July 14, 2020, 20:43
  • J. C. H.  Tomé J. C. H. Tomé
    me voy a decantar por el maldito mundo de Kent July 14, 2020, 20:45
  • Yeyo  Poche Yeyo Poche
    Además de los guiones tienes que separar más los párrafos cuando vi ese periódico de texto me detuve en el segundo párrafo... Y para los guiones largos ALT 0151😊 July 16, 2020, 04:36
  • J. C. H.  Tomé J. C. H. Tomé
    que es ALT O151? July 16, 2020, 06:54
Alhajan Alhajan
Me encantó. Creo que lo llamativo es todo el transfondo de tus personajes. Te soy franco, me cuesta sentarme a leer este tipo de narrativa, soy un poco más ordinario por así decirlo. Pero lo lograste. Sigue así. Llegué esto por tú publicación del tercer capítulo. No podré leerle hoy, pero voy a seguirte. Si no es molestia, me gustaría que le hecharas ojo a mi trabajo, que, auqnue no llegue a tú nivel, si me haría bien poder leer una crítica tuya. Si lo haces, de antemano de toy las gracias.
July 03, 2020, 05:29

  • J. C. H.  Tomé J. C. H. Tomé
    por supuesto que lo haré buen compañero, aproximadamente entre 4 o 5 horas lo tendré gustosamente leído July 03, 2020, 15:04
Uxío Fervenza Uxío Fervenza
Buena, me gusta, yo quizá me meto demasiado en las descripciones, quizá trato de imaginarme una película, tú sin embargo se ve que escribes, y que has tenido en cuenta la acción frente a la descripción.
June 28, 2020, 22:29
Guillermo Fabelo Guillermo Fabelo
Sinceramente tu historia está bien. Las otras críticas que ya te han hecho es lo mismo que pienso yo. PD: algo que si debes de hacer ya es dividir más el capítulo. El lector puede aburrirse o cansarse. Aparte de todo eso. La historia tiene una trama excelente. PPD: perdón por demorarme, problemas de tiempo :"v
June 28, 2020, 03:50

  • Uxío Fervenza Uxío Fervenza
    En mi caso, escritor primerizo, puramente aficionado, lo de dividir los capítulos me resulta complicado, solo con describir una escena y movimiento, e intentar no se si con éxito colar la crítica al momento histórico, ya me meto en 15 minutos de lectura, y no quiero caer en parte I, parte II, parte III... June 28, 2020, 22:26
Yorgelis QR Yorgelis QR
Me gusta como narras la historia, tiene coherencia en lo que tratas de contar y las palabras que usas. Realmente tiene un buen potencial. Lo único que te aconsejo es que trata de hacer los capítulos mas cortos. Este capitulo lo dividiste en tres partes entonces tenías la posibilidad de hacerlo en 3 capítulos. Primero porque creas esa intriga, ganarías mas votos y ademas que en plataformas como esta las personas prefieren que los capítulos sean mas cortos. Como tal eso es lo único que te aconsejaría. Éxito con tu historia.
June 23, 2020, 17:17

  • J. C. H.  Tomé J. C. H. Tomé
    Parece ser que llevas razón, debo publicar capítulos más cortos. Muchas gracias y perdona por no responder antes June 23, 2020, 22:48
robustories robustories
Me encanta la forma en que manejas las descripciones y el uso de las palabras que manejas, estas creando una buena inmersión en la época, igual las observaciones ortográficas sería usar el guión de diálogos que es más largo, no está en el teclado habría que copiarlo y que revises los verbos conjugados en pasado ya que me pareció ver unos poquitos sin acento. Una recomendación que te doy es que publiques las partes como capitulos, ya que muchas personas prefieren que un capitulo no sea tan extensos e incluso te dan puntos por cada capitulo publicado por lo que eso también te sirve.
June 22, 2020, 21:37

  • J. C. H.  Tomé J. C. H. Tomé
    muchas gracias por la crítica buena y por resaltar los defectos reales. me pondré con los guiones , revisaré los errores ortográficos y tendré en consideración lo de las partes pasarlo a capítulos. De vuelta gracias. June 22, 2020, 22:03
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