— Dime, ¿qué pasó?
Quiero saber cómo pasó, ¿en qué momento empezó?
Silencio.
— ¿Por qué no dices nada? ¿Por qué te quedas callado?
Háblame de frente como lo hiciste por tantos meses.
Cuando no sabía nada.
Cuando creía lo que decías.
Cuando te tenía confianza.
Cuando te besaba en la ignorancia.
Miras al piso y no descifro tu mirada ni tus gestos. Las líneas que juraba conocer me parecen tan extrañas, tan ajenas. Aún bajo tus gafas empañadas noto que tu mirada tiene ahora una luz extraña. Esos ojos que yo amaba, desde hace tiempo que no son los mismos; rehuyen mi mirada, se pierden en pantallas, me evitan en la cama. Tanto. Tanto que en los momentos más íntimos te sentía lejano.
Aún teniéndote dentro eras distante, dejaste de verme y atendías todo menos al cuerpo que tenías enfrente. No prestabas más atención que a tus movimientos, a la pared atrás de nosotros y a que el sonido no superara lo que la habitación pudiera silenciar.
Sí, lo había notado desde hace un tiempo, quizá ya lo sabía y quizá sólo me quería engañar. Te supuse cansado, desvelado y preocupado; me pasé noches imaginando qué tendrías, de qué forma podría ayudarte, de qué otra manera apoyarte. Creí tantas cosas diferentes e ideé mil soluciones para mil problemas imaginarios, pero en mi imaginación nunca surgió que lo que te sobraban eran mis abrazos.
Hoy me cuesta saber lo que piensas, no entiendo lo que sientes; ni siquiera sé si lo sientes o si acaso te arrepientes. Por eso pregunto, por eso quiero saberlo, porque quiero entenderte, porque necesito explicarlo. Quiero que seas sincero y me digas cuándo dejé de ser LA persona de tu vida para ser sólo alguien más que bien podría permanecer fuera de tus días.
Háblame, dímelo sin endulzarlo, sin tomarme de la mano, sin manipular las palabras ni sobreanalizar los argumentos.
Aviéntalo.
Escúpelo.
Grítalo.
Pero sácalo.
Termina de una vez por todas, que así podré irme y quitarme las ganas de rogar por que te quedes. Por que vuelvas y me abraces. Por que me beses nuevamente. Por que no dejes de amarme. Por que no me dejes.
Silencio.
Respiro.
Silencio.
— Perdón—, me dices.
Perdón. De todas las palabras, de todas las cosas, eliges esa que finalmente me mata…
----
Gracias por leer y escuchar ese "Algo que decir" que tiene mi corazón.
La canción que me acompañó en este cuento fue: De una vez por todas de Zabdiel. Espero les guste.
Obrigado pela leitura!
Podemos manter o Inkspired gratuitamente exibindo anúncios para nossos visitantes. Por favor, apoie-nos colocando na lista de permissões ou desativando o AdBlocker (bloqueador de publicidade).
Depois de fazer isso, recarregue o site para continuar usando o Inkspired normalmente.