Respiro profundo. El bullicio de los fans me atormenta, pero también me llena de euforia. Un staff pasa por mi lado y se asegura de que tenga un aspecto digno de una estrella del K-pop. Paso el micrófono de una mano a la otra, estoy nervioso. Caliento el cuerpo y la voz mientras otro staff grita que todo está listo para empezar. Llegó el momento de brillar.
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