Fragmentos Eróticos Seguir blog

abda AbdA Phantasy Recopilación de "fragmentos" de índole erótica. Autoconclusivas, fanfic de las obras que no contienen sexo... quizá sueños, quizá vivencias... historias escuchadas o vistas. Siempre de la forma más bella que pueda generar mi prosa. Bienvenidos al "Mundo de AbdA"
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Frikadas AbdA

La oscuridad ya hace rato que me rodea, me siento a gusto. Y Friki. Estamos aquí, Kage-sama (mi oscuro editor) y yo corrigiendo y pensando sobre "El esclavo de la Bruja". Sobre su orígenes. Un juego.


Uno de esos juegos generó un añadido a una historia aún no publicada cuyo género poco tiene que ver con la erótica de "EyB", en la que también estamos trabajando.


Rememorando esas madrugadas... aquí les dejo un "Fragmento erótico" que no se publicará junto a la historia original... (¡qué friki eres, tía!) de... llamémosle A.S.


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1


La noche era calmada. El cielo un manto de miles de estrellas. La luna creciente brillaba sobre la ciudad, proyectando chinescas sombras en las que se camuflaban mientras huían para zafarse del perseguidor. Sin más sonido que sus pasos acelerados y sus respiraciones agitadas, avanzaron hasta agotar todos sus alientos y acabar a la orilla del río Sea. Sus orillas estaban plagadas de maleza muy alta, que había crecido en mesura tras aquellos días de revueltas. A cien metros se divisaba el largo puente Orea, que conectaba los sectores centro y sur.

Ambos se miraron jadeando, y asintiendo hicieron un último esfuerzo para llegar bajo su oscura sombra.

“Son...una pareja realmente aterradora...”, conseguía articular Sira mientras se dejaba caer de espaldas sobre la pared interior del puente. “...un poco más…, y casi te arrebatan el farolillo...”.

Se había dejado resbalar hasta quedar sentada en el suelo.

Issei seguía contemplando ambas salidas del agujero del puente, cerciorándose de que habían conseguido despistar a ese par de locos con los que se habían topado mientras cazaban al alma impura que llevaban siguiendo hacía días.

“Esos mal nacidos…, casi arruinan el trabajo de tres días...”, al fin, recobrando aliento, se sentó al lado de Sira.

La cinta de su cuello se había desecho dejando ver la marca maldita de su crimen.

Cada día que pasaba, su aspecto era más terrible. Sira se dio cuenta de aquello, y sin decir nada, volvió a colocarlo hasta ocultar esa horrible mancha. El chico, que seguía aún jadeando, había tornado su mirada a opaca y lacia.

“No te preocupes…, lo voy a conseguir...”, hizo una pausa, “lo vamos a conseguir, Issei...”.

Cada día que pasaba, su cuerpo se descomponía un poco más. Había empezado a utilizar maquillaje para ocultar tu tez muerta, cremas para hidratar su piel reseca…, pero…, cada vez era mucho más complicado de ocultar. Debía llenar aquel maldito cacharro con las almas impuras cuanto antes…, o tendría que plantearse unirse a un circo de Frikis. No pudo evitar esbozar una sonrisa al imaginarse la escena. ¿Cómo la llamarían a ella? ¿La mujer cadáver? ¿El esqueleto viviente?…

Sonreía para sus adentros, o eso pensaba hasta que sintió el contacto del dorso de la mano de Issei en su mejilla.

“Me encanta cuando sonríes…, dijo muy pausadamente él, nunca me he cansado de mirarte...”

Advirtió Sira, que Issei emitía tímidos jadeos entrecortados llegando a sus oídos en una melodía erótica. Sonrojadas estaban las blancas mejillas y entreabiertos sus carnosos labios que se aproximaban como brisa liviana para rozar la mejilla que él andaba acariciando.

Y aunque su corazón ya no latía desde hacía meses, su cuerpo se sacudió con un torrente de adrenalina que no podía ser posible en un cuerpo como el suyo. Y aquello la fascinó aún más, la devolvió ese sentido de la vida que había perdido, la acarició cálidamente, como en tiempos pasados… Tal era su estupor ante la vuelta de aquellas sensaciones…, que cerró los ojos para aspirar profundamente e intentar sentir la humedad que había suspendida en el aire, a la orilla del río negro de aquella noche. Pero el olor que recibía no era el frescor de la maleza húmeda que les rodeaba…, sino el dulce y caliente aliento de Issei que acariciaba su rostro con la punta de la nariz.

“Issei…, balbuceó ella”.

“..no…, no digas nada…, musitó,...no digas nada”.

En realidad, no podía articular palabra. Aquel chico de tez blanquecina y pelo dorado, había llegado a su vida de una manera increíblemente extraña. Rodeado siempre de un aire angelical y misterioso. Su atractiva figura embriagaba sus sentidos al mismo tiempo que sus suspicacias alteraban su raciocinio. Aún a esas alturas de la relación, aún no tenía claro qué demonios era aquel muchacho, que siempre se había dirigido a ella como si se conociesen..., como si la conociese de toda la vida. Y en su interior, una chispa incandescente brillaba a pequeños golpes, como un recuerdo que quiere aflorar, pero que no puede. En esos momentos, mientras sentía el recorrer de sus labios por su cuello, la chispa volvía a prender y quemaba sus entrañas.

No quería pensar en ello, solo quería centrarse en cumplir con el contrato y detener aquel castigo de frialdad y descomposición. Aunque deseaba que aquellos pequeños gestos del chico se repitieran a lo largo de los días… se recomponía pensando en una realidad absoluta. Si no quería quedarse vagando en aquellas condiciones, debía cumplir con el contrato y cazar todas las Almas Impuras que pudiese, para así enmendar el terrible error que había cometido por total ignorancia. Pero, cuando aquel rubio la hablaba o tocaba levemente…, deseaba quedarse vagando por toda la eternidad de aquella manera. A su lado.

Mientras todos éstos pensamientos cruzaban la mente de Sira a toda velocidad, Issei la había tomado el rostro y acariciaba las comisuras de sus labios con los suyos, en procesión hacia el otro lado de su cuello, mientras que con la otra mano, había rodeado su cintura arrastrándola con suavidad hacia sí, inclinándose sobre ella hasta quedar tumbados sobre la hierba.

“Mi bella pelirroja...”murmuraba él entre besos y succiones.

"No dejaré que te pierdas, mi amor. Jamás permitiría que eso pasase… daré mi alma si es necesario…, vas a vivir, vas a sentir…, te voy a proteger, te voy a amar…" Muchas imágenes cruzaban embriagadas y mezcladas por la mente de Issei, los sentimientos se escapaban a través de sus poros y se depositaban sobre la piel de Sira, que él lamía y rescataba. Se sentía borracho de deseo. Su energía se escapaba y envolvía a ambos de manera sutil creando una burbuja incandescente, parecido al brillo de una luciérnaga.

Sira comenzó a sentir como si de nuevo estuviese viva. Sus pezones se pusieron duros al contacto de las manos de Issei y su entrepierna se humedeció con todo el esplendor de un adolescente lujurioso. Ambos emitían gemidos de placer que quedaban amortiguados entre la maleza salvaje del puente. Issei había descendido sobre los pechos de Sira y jugueteaba con su lengua cada rincón de sus turgentes atributos. Ambas manos bailaban entre sus caderas continuando con su descenso hasta la pelvis, que abrió como fruta madura.

“...Issei...Issei...qué...”, ella no podía decir mucho más. Él acalló su voz con besos húmedos de pasión, torbellino de lujuriosas lenguas bailando al ritmo de sus movimientos corporales. Los dedos de él se movían con el compás de un vals de salón alrededor de su monte de venus, haciendo recorrer el cuerpo de ella con eléctricos impulsos que la hacían estremecerse… “Issei... esto, esto no es propio de tí...”, pensaba para sí. Sentía calor, un calor añorado, un calor humano...y una explosión que hizo que ella lo agarrase por vez primera de la chaqueta para estrecharlo aún más sobre ella, acallando el grito que la provocaba mordiendo su yugular.

Aún así, el eco la devolvió sus gritos de forma repetida…, hasta quedar en absoluta calma.

Issei, no había procurado ningún sonido o queja hacia aquella mordida que le dejaría marca sin lugar a duda. Había quedado inmóvil sobre ella.

Cuando Sira pudo conseguir recobrarse de su zozobra y advertir que él no se movía, le zarandeó para poder ver su rosto. Estaba balbuceando palabras ininteligibles, ardiendo como roca volcánica y respirando con dificultad mientras el sudor de su frente caía en un hilillo hacia sus mejillas.

“¡Issei!”, le gritó sacudiéndolo por los hombros. “¡¡Issei!!…, ¿qué te pasa?. ¡Responde!”.

Asustada, tiró de él para tumbarlo boca arriba sobre la hierba. Su respiración era rápida y entrecortada. Ella comenzó a examinarle, hasta encontrar la causa que había provocada su actitud de hacía pocos segundos.

Una marca pequeña, de un color rojizo violáceo palpitaba en la base de su hombro derecho, como si un insecto intentara salir de debajo de su piel.

“¿Qué es esto?”, dijo en voz alta para sí misma. “Parece... una picadura...”

Entonces recordó el enfrentamiento por el alma suicida que habían tenido momentos atrás con aquella pareja de demonios extravagantes.

“¡¡Esa puta!!…, ¡esa maldita zorra venenosa!”

Gritó varias veces a las aguas del río que descendían calmadamente tratando de pensar qué debía hacer a continuación, mientras Issei seguía balbuceando en su delirio de deseo y pasión.

Aquel veneno tenía el poder de exteriorizar los verdaderos deseos, los más profundos del alma de cada persona.


20 de Fevereiro de 2021 às 01:33 0 Denunciar Insira 1

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