Hallo el significado a cada áspera palabra saliente, estando seguro de sentir la quietud en mis labios; escucho mi voz en lejanos susurros carentes de vida, ecos, oyéndose con claridad suprema. Alcanzo a observar un sombrío panorama, tornado de colores absolutos, con fuerza eterna, como si el negro y el blanco se unieran en conflicto suprauniversal, «tanto, que puedo apreciar mi rostro deforme como un vacío reflejo» me dije.
La confusión pondera, conquistando con indudable victoria al miedo. No siento parte alguna de mi cuerpo. Me es impensable delimitar mis extremidades y establecer un espacio, «si es que lo hay» repliqué. La sensación que acelera las partículas de mi piel es de flotar, sin embargo, ignoro si es en las velozmente entrometidas corrientes de agua o en aquellas ferozmente evasivas ráfagas de aire, sus particulares vértigos son extrañamente parecidos.
Nadie se encuentra posesionado a mi alrededor; siquiera puedo apreciar aquellos débiles suspiros de almas mártires que arrastra el viento. «¿Estoy en la nada?» pregunté, «No. no puede ser que me encuentre en la nada, sería imposible siquiera percibir mi conciencia» respondí entre suaves sonrisas, percatando lo irónico del momento, «como si alguien estuviese aquí para responder estas angustiosas preguntas lanzadas al vacío por el solo capricho de mi razón» añadí riéndome de forma estrepitosa.
Como un bulto en mi espalda, siento cargar una pesadez infinita, generada por almas ensimismadas cuyo fin resulta en divagar a través de la oscuridad. Absortas de peligro y ausentes de seguridad. Peso representado en la fluidez de las miradas fijas, sin brillo, miserablemente agotadas. A su vez me domina la ligereza de las flores cuando, sobrevolando el cielo, van cayendo en primavera, sometidas por el arrebatado aroma del viento extranjero de tierras lejanas.
«Me siento humano», aseveré, «puedo observar con atención mi cuerpo, escuchar la necedad de mis palabras, obedecer el espectro de la razón y palpar los amargos frutos de mis sentimientos. Dejé de ser una simple creación, soy ahora un creador» dije, convecido de mis palabras, dominado por chispeantes fuegos de locura infernal. Mis expresiones son cada vez más violentas, una sensación llameante sube por mis pies en pesadas espirales hasta llegar a lo más alto de mi cabeza. A velocidad abismal atraviesan por mi mente centenares de ideas que, si así lo quisiese, materializaría con apenas mover los dedos. «Puedo crear mundos mejores, transformarlos, hacer lo que quiera a mi imagen y semejanza. ¿Soy Dios?, no, más bien una forma de él» dije resuelto.
De repente todas las ideas, aquellas estremecedoras luminiscencias, detenían sus acelerados pasos logrando disiparse entre las tinieblas para finalmente perderse en la fragilidad del olvido. «Tiene sentido alguno el hecho de “hacer”?, ¿realmente vale de algo “crear”?» pregunté maquinalmente sin realizar ningún movimiento, dirigiendo mi mirada hacia el fondo imposible de entender. «¿Para qué molestarme?, ¿para qué crearle un sentido a algo cuando ni yo lo tengo?» aseguré, «soy todo lo que hay aquí: nada» dije a su vez mientras me sentaba, pasando las manos por mi cara en repetidas ocasiones.
Comencé a sentir cómo de a poco expiraban mis fuerzas y la forma en la que el deseo irresistible de morir llamaba a mi nombre. Sin percatarme de ello, la ligereza de hacía un momento me había abandonado, dejándome a garras con ese ya conocido peso, con ese ya conocido rival. Mi mente permanece en total oscuridad, sin darme chance siquiera de entender lo que estaba pasando. Las sombras me consumen y el vacío se extiende por mi cuerpo. Volví a donde pertenezco, volví a ser nada.
Gracias por leerme.
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