Los ojos del grumete se pusieron blancos. Poco a poco su piel fue perdiendo color y tornandose de un color gris pálido. El grumete intentó exhalar un grito de auxilio, pero fue en vano ya que ni un solo sonido surgió de aquella garganta que se estaba secando. Intentó darse la vuelta y aunque consiguió mover una parte de su cuerpo, el resto no respondió. Al final, frente a los estupefactos ojos de sus compañeros, solo quedó una estatua de piedra inherte. La luz del faro siguió su recorrido.

—¿Q-qué es eso? —preguntó uno de los piratas al observar la luz del faro a lo lejos. —Es... solo un faro. —respondió el capitán sin mucha convicción. Los muchos años que había vivido en el mar topándose con cosas extrañas no habían sido en vano; el capitán había desarrollado una intuición que le decía en aquel momento que aquello no marchaba bien. —¡Vamos! —aventuró uno de sus hombres —, alguien habrá ahí seguro. Aquel grumete dio unos pasos al frente; se detuvo en seco cuando la luz lo señaló.

Perplejos los piratas observaban una ciudad que, en otro tiempo, debió resplandecer con bellas calles empedradas, coloridas casas, puestos de mercado y gente bulliciosa paseando, comprando, jugando, etc. Sin embargo, ante ellos se manifestaba una ciudad lugubre de colores apagados y calles abandonadas... casi. Sobre la calle reposaban estatuas de piedra negra, estatuas de personas asustadas cuya postura demostraba una cosas... Estaban huyendo de algo. A lo lejos, el Faro se encendió...

Los piratas caminaron a través de palmeras y arbustos pálidos. Salvo sus pisadas y el batir de las hojas frente a ellos, su caminata resulto ausente de algún otro sonido. Miraron al alto cielo en busca de la guía del sol, pero no hubo suerte. Una nube gris, enorme como ninguna otra, impedía la visión del astro rey. Caminaron sin rumbo hasta que la visión de unas calles empedradas muy a lo lejos les dio un poco de esperanza, pero nada más toparse con aquella imagen la esperanza se esfumó...

Los piratas, adoloridos y unos encima de otros, comenzaron a ponerse de pie una vez el barco se hubo detenido por completo. Ante ellos se desenvolvía un tapete de arena gris palido que los invitaba, de manera sospechosa, a pisar sobre ella. Los piratas sin saber bien que hacer desviaron todos la mirada a su capitán que era quien más sorprendido se hallaba ante la visión de tan sobrío paisaje. Arena gris que llegaba hasta el limite de una selva con palmeras palidas y vegetación sombría; triste

Los piratas navegaron llevados por el impulso restante de las velas puesto que en aquella agua mansa no soplaba ningún viento a favor ni en contra. Las aguas no oponían resistencia y las olas habían desaparecido. Si se les hubiese preguntado dirían que era como navegar por un lago inquietantemente tranquilo. Siguieron una ruta fija debido a que nadie se movía de su lugar, expectantes, miraban a todos lados hasta que un fuerte choque los hizo despegarse del suelo. Habían varado en una isla.

Se cuenta sobre unos piratas de poca monta que habían conseguido lucrarse de un barco mercante. Mientras se regodeaban en su botín, las fuerzas del destino no tardarían en ponerles enfrente de una flota de barcos de la marina que, sin demora, les dio caza. Para su suerte, pensaron, un banco de niebla iba en dirección hacía ellos; terminaron atravesándolo. El sonido de los cañones a sus espaldas desapareció de golpe nada más entrar en la niebla. La tensión aumento de golpe. La cosa iba mal.

El barco pirata siguió su rumbo perdiendo velocidad conforme avanzaba pues dentro del banco de niebla no soplaba ningún viento que las velas pudiesen aprovechar. Los piratas se pusieron tensos, incluso el capitán, hombre con cara de pocos amigos que siempre se las daba del que más, estaba tenso y el sudor de su frente y la mirada lunatica lo delataban. El barco avanzo entre la niebla en un mar sin marea, tan traquilo como un lago o un charco. Así siguió su rumbo hasta encallarse en la arena.

Cuenta la leyenda que en aquellas aguas inperturbables, donde el peso de los remos incrementa cada vez que se hunde en el agua (casi como si algo intentase jalar de ellos), en la isla de la ciudad sin luz, se levanta un faro que no alumbra el camino a ninguna embarcación, un faro que yace, dormido, a la espera de los desafortunados. Descansa, pues si todos los caminos llevan a Roma, todas las corrientes de los mares llevan a la ciudad sin luz y por consiguiente al faro.

Le llaman la ciudad sin luz. Perdida en una isla, muy dentro del mar, entre espesos bancos de niebla, cuando el sol se oculta tras nubes negras que amenazan con una tormenta que no llegará. Entre el silencio opresivo de una marea inexistente, un viento que no sopla, peces que no nadan ni en la zonas más abisales. Dentro de una oscuridad que se aprecia cada vez más opaca, más fría, más irreal y ¿por qué no? Casi demencial. Se encuentra, perdida como la isla en la que se erige, un faro.

Los apagones son muy comunes en el pueblo en el que vivo. Diría, haciendo uso de mis habilidades para el cálculo que, en términos cristianos, sería decir "a ojo de buen cubero", que hay cerca de dos apagones al día por un mínimo de tres días a la semana. Así que comprenderas que no nos asustaba quedarnos a oscuras por la noche. Lo que nos asusto, pues, aquel día no fue que se fuera la luz en casa. Sino salir a la calle a eso del medio día y no ver nada más que oscuridad.

Me levanto con la sensación de que he hecho ya todo lo que quería en mi vida. He cumplido mis metas, conseguido mis logros, cumplido mis sueños... quizá demasiado pronto, pero lo hecho, hecho está. Sin embargo no siento ninguna satisfacción por lo que he consegido, no me genera felicidad ni entusiasmo, ni un minímo de placer. Ahora que no tengo nada más que hacer, solo pienso en dejarme morir pues ya no tengo nada más por lo que vivir. Despierto sin ánimo, sin esperanza y sin sentido...

Si la gente que me conoce o que dice conocerme será capaz de entender que eso no fue un accidente. Que el hecho de que me atropellara un auto no fue accidente, que el hecho de que me resbalara de ese segundo piso no fue un accidente, que el hecho de que el gas se estuviera escapando no fue un accidente, que aquel corte en mi brazo no fue un accidente. ¿La gente que me conoce será capaz de entender que todo aquello fue hecho con intención o necesitaré, al final, escribir una carta para ellos?

El peor de los males que puede atosigar al hombre es ni más ni menos que la esperanza. Piénselo, usted tiene la esperanza de salir con vida de este lugar, es esa misma esperanza la que le está matando, la que le hace sufrir y desesperarse, le mantiene con vida, pero es una vida miserable ¿y todo por qué? ¡Por mantener la esperanza! ¡JA JA! Lamentable... Siga pues esperanzado en que algo que no va a pasar, suceda, siga tratando de gritar, nadie le escucha se lo aseguro. Esperanza... ¡Ja!

—Satán a muerto —anuncia uno de los demonios. —¿Qué hacemos ahora? —Debemos dar aviso. —Pero... —Sin peros. No tardaron en reunir a los condenados afuera del palacio de Satán. El aviso fue rápido y contundente: Satán a muerto. Los condenados palidecieron. Sus rostros desencajados mostraban un terror terrible. —Ahora... —¿Ahora quién nos protegerá de...? El cielo se abrió y una luz comenzó a buscar a los condenados. Todos se escondieron. Ya nadie los protegería de la ira divina de Dios.

Escuche el llamado del mar. Las olas yendo y viniendo. La espuma remontando la arena. El sonido del agua contra las rocas. Escuche el sonido del mar. Mis pies húmedos al contacto con el agua salada. Mi ropa arrastrada por la marea. Mi cuerpo calado por el frío. Escuche el sonido del mar. Deje de respirar. Deje de sentir frio Sentí mi cuerpo flotar en la inmensidad del mar. Escuche el sonido de mar... Un sonido que no debí escuchar...

De camino a casa cruzó por un puente. Mis pasos hacen que la estructura de metal se tambalee; da la sensación de que se fuera a caer. Lo peor es el crujir del metal viejo, me hace pensar en que esta durmiendo; que de un momento a otro despertara y abrirá su boca para tragarme y como no tiene estómago, caeré al vacío. Pienso, por hoy, que es mejor dar un rodeo para llegar a casa. Miro el puente cuando me alejo, vacío y escucho entonces un crujido de molestia. Son las vigas quejándose...

Un día que comienza apacible se convierte en una pesadilla cuando la sirena comienza a sonar. No hay nubes a la vista, el suelo no ha comenzado a temblar ni a quebrarse bajo tus pies. La única alerta perceptible es la sirena. Todos huyen a sus casas o a cualquier lugar cercano ignorando las señales de seguridad que indican que debes salir. Todos se resguardan incluso dentro de los basureros cuando escuchan la sirena. Lo peor de todo... es escuchar la sirena acercándose cada vez más y más.

No lo tengo demasiado claro, pero tengo la sospecha de que la malteada casi se termina... espero que sea así, no puedo soportarlo más tiempo, incluso sueño con ríos de chocolate, delicioso chocolate...

Me he pedido una malteada de chocolate grande. Tengo una sed y un calor tremenda así que estoy seguro de que podré con una bebida de ese tamaño.

Ha sido toda una experiencia sin duda alguna el beberse tanto chocolate, aún en el final la boca me sigue sabiendo a chocolate. Debería, quizá, compensar con una malteada de vainilla para equilibrar la situación... ¡Sí! Una malteada grande de vainilla me vendrá como anillo al dedo.

Veo luz al final del camino de chocolate ¿será el paraíso? ¿El final del camino? ¿El infierno? ¿Habra chocolate ahí a donde voy? No lo sé, pero debo seguir adelante, queda poco, estoy seguro de eso.

Chocolate... casi me estoy quedando ciego, solo puedo ver figuras dentro de un manchón de color café, café chocolate, chocolate por todos lados, chocolate a donde sea que veo...

Ya nada me sabe igual... Chocolate... ¡CHOCOLATE! Es lo único que puedo saborear y la malteada simplemente ¡no se acaba! El pollo, el pescado, las verduras ¡TODO SABE A CHOCOLATE!

No llevo ni la mitad. He bebido y bebido y no he parado de beber, esta cosa simplemente no se termina... el sabor a chocolate es delicioso...

Ha llegado... dios... es muy grande, demasiado grande, tiene un tamaño que me resulta imponente, tardaré una semana en terminarme todo esto... Diablos ¿Qué he hecho?

Es aterrador pensar en lo rápido que cambia todo, incluso los significados. Proteger la vida ya no trae esperanza en la humanidad; es una sorpresa efímera. Matar ya no es lo que era antes, un acto desagradable y atroz, ahora, como un evento tan común el significado de la palabra a perdido el sentido, la gente lo ignora, oye de muerte, pero le da igual, oye de quien protege una vida y aunque se sorprende, se olvida a las pocas horas. Es aterrador... pensar que la vida ya no significa nada.

—¡Alguien a matado al señor Morton —exclamó el detective retirado, Ulises —Y es mi deber, tanto como el de los presentes dar resolución a este caso debido que, además, alguien, supongase el asesino, ha cortado la linea del teléfono por lo que no podemos dar parte a la policía; es necesario, pues, que todos permanezcamos en esta sala hasta que se aclare el asunto.

—¿Está usted loco? —preguntó, atónita, la señorita Blackthorne —el asesino puede ser cualquiera de ellos ¿cómo se supone que vamos a estar seguros con él cerca? Lo que debemos hacer es salir de aquí y buscar a alguien con teléfono, no debe haber alguien muy lejos de aquí que tenga uno, en estos tiempos todos tiene un teléfono en casa.

—La veo muy convencida de su inocencia señorita Blackthorne —acusó Sir Fortesque —, le recuerdo que, como los demás se habrán dado cuenta —recalcó estas ultimas palabras con acidez incisiva —usted puede ser tan culpable como cualquiera de nosotros.

—¿Me esta acusando de algo, señor Fortesque? —preguntó, irritada, la señorita Blackthorne —, porque, si usted no se ha dado cuenta, yo he permanecido en esta habitación todo el tiempo en la compañía de la señorita De Vermin ¿No es así, señorita?

—Es cierto —afirmó Laura de Vermin —hemos estado aquí charlando y bebiendo vino cuando, de pronto, escuchamos un fuerte golpe venir del segundo piso, pensamos que se trataría de alguien que se había caído, pero resulta que fue el pobre señor Morton ¿No es así señor Ulises? Aquel golpe debió ser el cuerpo del señor Morton al caer al suelo.

—Así es señorita, el golpe que pudieron escuchar usted y la señorita Balckthorne fue producido por el asesinato del señor Morton —Ulises paseaba su mirada por los oyentes —, alguien, según las evidencias que he podido observar, ha aprovechado para atacar al señor desde la espalda.

—¡Diablos! —exclamó, molesto, el joven Andrew —. Mira que apuñalar al viejo por la espalda, eso es de una bajeza imperdonable, quien haya sido el miserable seguramente era un cobarde, mire, señor Ulises, que mi tío Morton, a pesar de su apariencia era un hombre fuerte y con total seguridad habría dado pelea al bruto.

—Es cierto —respondió Ulises —un hombre con su constitución seria difícil de derribar incluso tomado por sorpresa y dada la gravedad de la herida y las pruebas que se han dejado en la escena, no tengo más que creer que cualquiera de los aquí presentes podría haberlo hecho —señaló a cada uno de los presentes con el dedo y se detuvo, finalmente, en el mayordomo de la casa, el señor William —Dígame señor, un hombre como usted es capaz de escuchar muchas cosas, en especial yendo y viniendo por ahí.

—¡Si busca usted ofenderme, le aseguro que lo ha hecho, mire que pensar que voy por aquí y por allá husmeando como una viejecilla! —soltó de golpe William, enfurecido.

—No ha pasado algo así por mi mente —aseguró el detective Ulises —, me refería a que, sin quererlo, pudo haber escuchado algo que pudiera desvelar algo de luz al asunto, debido a su disposición como mayordomo de la casa entiendo que tiene que ir de un lado a otro de la casa y, sin quererlo, escucha cosas que usted no tiene intención de escuchar, pero el trabajo es el trabajo y eso es, en términos sencillos, un gaje del oficio.

—Bueno... ya que lo pone de esa manera —William puso cara de estar pensando sus palabras —, es como usted dice, señor Ulises, que, sin quererlo, he podido escuchar parte de la conversación del señor Fortesque con el señor Abraham —señaló a ambos con un gesto de la cabeza —. Recuerdo perfectamente que mencionaban algo sobre pegarle un tiro al señor Morton, casi que podría jurarlo.

—Ya veo —Ulises calculó las palabras del mayordomo —¿Qué tienen que decir al respecto de esta afirmación? ¿Señor Abraham?

—Bueno... —carraspeó el señor Abraham —evidentemente no es una situación en la que uno pueda ocultar cosas. Es cierto que hablábamos a espaldas del señor Morton, pero no era nada que pudiese desembocar en un asesinato, simplemente maldeciamos la suerte del viejo... quiero decir, bueno... —Abraham buscó en Fortesque algo de apoyo, este simplemente asintió —, bueno, resulta que nos ha estado yendo mal en los negocios y, resumiendo, maldeciamos a su suerte y sí, también viejo Morton.

—Pero —aclaró Fortsque —, no hicimos mención alguna de pegarle un tiro al señor Morton eso, sin duda, se lo ha inventado este tipejo —señaló al mayordomo —, mira que poner palabras ajenas en boca de otros, lamentable.

—Si me permiten la palabra —interrumpió la señora de Vermin —, he de decir que nosotras, antes de escuchar el golpe, también escuchamos algo más. Una especie de conversación que venía de las escaleras; como pueden ver, no estamos muy lejos de las escaleras y las paredes de esta casa ya son algo viejas al igual que las puertas, por lo que se escuchan muchas cosas... claro, sin que una tenga intención de escuchar.

—Y, díganos, señorita, ¿qué fue lo que ha escuchado? —la cuestionó Ulises, intrigado.

—Escuchamos la voz del señor Morton, me imagino, hablando con alguien. Por lo que pudimos escuchar parecía que el señor Morton estaba algo enfadado al igual que la otra persona con la que hablaba, solo que no pudimos escuchar la voz de quien era ni mucho de la conversación, pero pudimos entender qu se trataba de algo de dinero o trabajo.

—Bueno, creo que es un buen momento para desvelar la identidad del asesino —los presentes miraron a Ulises con asombro —. Es evidente que tenemos por lo menos tres sospechosos que pudieron cometer el crimen, en este caso por cuestiones de dinero o trabajo, pero también resulta obvio que el crimen fue cometido por una única persona y esa persona no es ni más ni menos que el señor William —dijo, señalandole con un dedo acusador.

—Ya hemos llegado señor Ulises —anunció uno de los criados acompañado de dos policías —, como usted me dijo, he ido a la casa de los vecinos a pedir prestado un teléfono y llamar a la policía; ya hemos llegado —Todos se miraron perplejos a excepción de Ulises que sonreía.

—Bueno —contestó Ulises mientras los policías esposaban a William —, no es usted el único que escucha cosas a través de estas paredes tan viejas. Usted ha estado discutiendo con el difunto sobre su despido por razones de falta de confianza. Lo que todos hemos escuchado no ha sido un golpe, si no un disparo a quemarropa y no ha sido difícil deducir quien ha hecho tal disparo —señaló las mangas del mayordomo —se ha olvidado de limpiar los restos de pólvora y tejido chamuscado. Chicos, llevenselo.

—¿P-pero qué dice? —preguntó nervioso el mayordomo —¿Cómo es que...? Digo, yo no... yo no...

Un día sin más los animales del mundo desaparecieron. Se habían extinto, pensamos. Siendo los seres superiores no supimos ver más allá de nuestro ego y terminamos con todo lo que teníamos, lo que creíamos que nos pertenecía. Un día sin más los animales regresaron. Salieron de sus cuevas; de los recovecos que solo ellos podían usar. Un día sin más terminaron con nosotros, aprovecharon muestra debilidad, aquel ego inmenso, para, un día sin más hacer desaparecer a la humanidad...

—No veo el problema en querer ser parte de mi propio funeral. En serio, quiero decir ¿no tengo derecho a escuchar lo que tengan que decirme? ¿Por qué esperar a estar muerto? Así no podría escuchar nada ni podría despedirme debidamente. —Esta bien, pero eso de salir de tu ataúd en mitad del velorio ¿era necesario? —No, pero es que ¿a quién se le ocurrió invitar a mi ex? No podía quedarme ahí sin más. —Mientras no se levante ahora para vengarse... —señaló con el pulgar a la chica en el ataúd.

...que la vida humana pudo prosperar tanto, que pudo incluso aspirar a que su existencia durase lo mismo que lo que le reste de tiempo al universo. Una lástima que un error con unos cafés y un botón en el lugar menos indicado dieran por terminadas esas aspiraciones. Y pensar que pudimos llegar tan lejos.

Piénsalo, ser los últimos seres humanos en toda la faz de la tierra, incluso del universo. Aislados en un mundo medio muerto que, con el tiempo y la ausencia humana iría renovándose. Ser los últimos seres humanos; un hombre; una mujer... —Tener la tierra a nuestra disposición, para la disposición de una descendencia modesta... ¿Y dices que no, solo porque soy feo? —Sí... En serio no puedo hacerlo, no siento nada por ti más que... repugnancia. —Olvídalo... El mundo estará mejor sin "nosotros".

Desperté de una terrible pesadilla en la que me encontraba en mitad de la oscuridad, tratando de alejarme de una masa amorfa de cientos de colmillos, cientos de ojos; una masa rosa de carne putrefacta. Al despertar me dirigí al baño, asustado. Abrí el grifo del agua fría y moje mi cara intentado despertar del todo. Mire mi cara empapada en el espejo y luego agache la cabeza ¡Ahí estaba! Un ojo acechandome. Paralizado, vi como salía del lavabo y se acercaba. El miedo me consumio y eso me devoró.

Muero... con el pasar de las horas. Mi sangre se derrama y esta tos me destroza el pecho, el corazón y en última instancia, mi alma. No podré darte la vida que merecías; mimarte, quererte ni amarte a ti, que eres lo único que ha valido la pena en esta mi triste vida. Lo siento... por no poder cumplir con mi palabra... de mostrarte que en este mundo no solo hay gente mala, de que no soy uno más de esos patanes que se han empeñado en derramar tus lagrimas... abandonante... lo siento... tanto...

Los miedos, que en algún momento desencadenan una fobia, tienen su origen en un proceso evolutivo. Tememos a las arañas y serpientes por el peligro que suponían a nuestros ancestros. Se puede afirmar entonces que nuestros miedos tiene origen hace muchos millones de años y prevalecen a día de hoy como una respuesta adaptativa; un mecanismo de supervivencia. Entonces: ¿Por qué tenemos miedo de las cosas que parecen humanas, pero no lo son? ¿Qué vieron nuestros ancestros que prevaleció hasta hoy?

Veía atentamente un video que mostraba los parásitos más interesantes y peligrosos. Un video muy interesante hasta que llegó al número uno y la pantalla se quedó en negro, al ver mi reflejo comprendí de lo que se trataba... el ser humano era el peor de los males que azotaba la tierra, me sentí vacío, me sentí sucio y repudie mi existencia... luego me di cuenta de que había detenido el video sin querer, suspire; vaya tonto, segui con el video alejando aquellas ideas de mi mente; aliviado.

Mi alma le pertenece a ella. Mis personajes y mis historias dejaron de ser de mi pertenecían pues ahora le sirven a ella. Llegó sigilosamente como un gato a mi vida y se ha hecho de un hueco en mi corazón en el que ahora vive y ronronea. ¡Bendita la alegría que ha traído a este triste y solitario viejo, a este escritor de medio pelo! Si yo pudiera ¡Si tan solo yo puedira!... pero lo único que tengo es esta simple pluma que ardo en deseos de que sea suficiente para ella...

Cuando desperté con la cara de mamá mirándome a través de los barrotes de mi jaula me asusté. Estaba inquieta, lo veía en su cara. Me miraba sin pestañear. Cuando por fin se dio la vuelta solo me dirigió unas palabras: "La llave está en tu corazón" pensé que se había vuelto más loca si cabe. El sonido de un disparo desde la sala me confirmó lo peor: Me moriría encerrado en mi jaula. Palpe una comezón insoportable en mi pecho y sentí una herida mal suturada. Comprendí entonces sus palabras...

¡Esto ha terminado! Me he sincerado y no hace falta más que ver como a acabado. Todo ha terminado; ella está encerrada en el baño seguramente con el teléfono en la mano. No falta mucho para el timbrar de la sirenas. Mi silla está dispuesta a mi lado. La soga atada a mi cuello y bien amarrada en lo más alto del techo. ¡Ah, sí tan solo me hubiese callado! Me ilusione y miren nada más como he acabado. Las sirenas se van escuchando y en un par de segundos... yo ya estoy colgando...

Es muy gratificante salir de vez en cuando, especialmente con una chica linda. Me aseguro de tener mis cosas listas antes de salir. Mentas, mis llaves, estoy seguro de haber metido el martillo al maletero junto con unas cuerdas por si las cosas se ponen intensas, el ramo de rosas está preparado en el asiento del copiloto... Sí, lo tengo todo listo. Antes de salir me despido de mi compañera de fatigas, ella grita y llora desde el sótano, sonrió, estoy seguro de que le encantará su nueva amiga.