Uno de mis mayores problemas es querer escribir algo tan grande que no se ni por donde empezar. Tampoco es que importe mucho por donde empiece, pero a veces creo que no tentó el valor como para embarcarme en ese viaje.

Una mujer de cabello negro y rostro pálido me persigue allá donde vaya. Sus ojos están injectados en sangre y va vestida con unos ropajes rasgados. Nadie parece verla, lo que me hace preguntar... ¿Está dentro de mi cabeza?

¿Puede alguien decirme porque me siento así? Siento como si me estuviese ahogando constantemente. Lo que antes eran metas ahora son delirios. Lo único que quiero es dejar huella, sin embargo siento como si molestase a todo aquel que quiere conocerme. La gente habla, a mis espaldas. ¿Pero sabes que? He vuelto.

La única cosa que no se puede comprar u obtener es sin duda tiempo.

Me despierto sobre mi cama. Miro el reloj y veo claramente que son la 01:03. Jade no está. La luz del baño está encendida y oigo el agua de la bañera. Al entrar en el baño, Jade está dentro de la bañera, pero su aspecto da pena. Parece... Enferma. El baño está congelado y me acerco a ella para tomarle la temperatura. Para mi sorpresa, está ardiendo. Coge mi mano y empieza a llorar. — No me dejes porfavor. — Tranquila, no voy a irme. Me siento en el suelo mientras sujeto su mano

El verdadero horror se obtiene cuando te das cuenta de que la persona a quien más quieres no tiene tiempo para ti.

— ¿Que pasa? Pareces asustada. — Vengo del cementerio, las tumbas estaban abiertas y he visto como uno de los muertos se ha levantado. — Espera espera, ¿Hay zombis? — No lo se, pero había una mujer abriendo las tumbas, les abría los ojos y éstos se levantaban...

He despertado en un lugar muy extraño. Es como una especie de templo y parece que estoy solo. Todo está en ruinas y parece que hay trampas. Hace horas que estoy aquí, y ya no se lo que es real o parte de mi imaginación. Oigo unos pasos y veo la figura de una mujer rubia con un vestido blanco. Cuando intento hablar con ella no me responde y si me acerco desaparece. Creo que estoy atrapado aquí...

Se dice que en la guerra no hay prohibiciones, aun así es complicado. Una granada me había tirado al suelo y al levantarme solo quedaba un soldado enemigo y yo, gana quien aprete el gatillo antes. De un movimiento rápido soy capaz de derribarlo, se que mi vida estaba en juego, pero aun así, me siento mal por ese soldado, también era una persona

Así que esto es lo que significa estar vagando por el espacio. Mi cable se ha desenchufado de la nave y llevo flotando por ahí durante un buen rato. La soledad es el peor sentimiento que una persona puede tener, y aun así, lo mio es peor. Se que no he moriré solo, seguramente por falta de oxigeno, y no hay nada, que pueda hacer. Excepto morir solo.

Supongo que toda historia comienza con una casa, o eso creo. En mi caso me mudé con mi mejor amiga a una casa rural en las afueras. La casa estaba muy bien de precio, aunque me parece normal, cosas muy raras suceden aquí. Los primeros días eran los marcos de fotos, salíamos de una sala y se giraban mágicamente. A las pocas semanas, algunos objetos desaparecían y volvían a aparecer doblados. Pero últimamente, suenan voces raras y tengo la sensación de que me están tocando cuando en verdad no.

Una figura bella yace en el cielo, un color camaleonico que nos impide observarla si queremos conservar nuestra vista. Adoramos la luz, el sol o cualquier cuerpo masivo que emita luz para seguir obteniendo el elemento de la vida.

Tener que esperar es cruel, aun así me gusta llegar pronto para no hacer esperar a los demás, pero indirectamente hago esperar a una persona, a mi mismo. Entonces, ¿Soy cruel conmigo mismo?

—¿Como dices que te sientes? —Es complicado. —Digo nervioso. —No puedo ayudarte si no me lo cuentas. —Imagina que estás en una sala oscura, de la que no puedes salir, solo hay un portal, pero es el agujero del ascensor. —¿Y que ocurre en esa sala? —Nada, el ascensor aparece una vez al día, y no se va hasta que no retiro lo de dentro. —¿Y que hay dentro? —Pensamientos, normalmente desagradables.

Tengo la extraña sensación de que alguien me observa, esté donde quiera que esté. ¿Estas ahí? Porfavor no me hagas buscarte...

Desde que nos mudamos a esta casa no he dejado de pensar en una cosa, ¿Que misterios ocultará ese pozo? En una casa de campo es normal que haya un pozo, pero este es distinto, no tiene agua... Como normalmente me cuesta dormir, por las noches me gusta dar una vuelta por el campo, luego me túmbo en la cama y me quedo frito. Siempre que paso por enfrente de ese pozo... es como si se pudiese oír alguien llorando, aún así, al mirar dentro y chillar para ver si hay alguien abajo, nadie responde.

Después de una cena con un grupo de amigos me ofrezco a llevar a una amiga a su casa. Llevamos media hora en la misma carretera, y mi amiga Erika ve una casa en la distancia, esa casa no estaba ahí antes. Decididos a explorar la zona, por lo que paramos enfrente. Es un lugar antiguo, abandonado. Tras unos minutos de exploración, no encontramos nada, sin embargo el sonido del viento me enerva. Al salir de la casa para volver, el coche y la carretera han desaparecido, estamos en un campo.

Esto me ha pasado muchas veces, lo típico de mañana tengo una presentación en clase, y como siempre, el destino encontrará una forma de boicotear lo. Por ejemplo, un familiar en el hospital, la luz se va, y se te estropea el coche. Es decir, en todo el año no ha pasado nada, ¿Porque ahora si?

Una cabaña en un bosque a cientos de kilómetros de cualquier ciudad o pueblo. Unos amigos y yo vamos a pasar las vacaciones de Navidad ahí, fiestas, diversión, lujuria... son tan solo unas de las pocas actividades que podrán encontrarse ahí, pero yo soy distinto, no me gusta nada de eso, voy por estar con mis amigos y amigas. A quinientos metros se puede encontrar un pequeño lago con un puerto minúsculo. Mientras el resto está de fiesta, yo estoy sentado en un tablón de madera, pensando...

Tras enviar la carta de auxilio, nuestro líder requiere mi asistencia, al llegar, pide al resto que nos dejen en paz. Todos salen. —¿Entiendes que lo que has hecho es una locura?—Dice nervioso. —Creí que ahora teníamos que encontrar a gente, cuantos más seamos mejor. —No tienes ni idea de lo que ha pasado, del porqué estamos aquí, o de porqué el nivel del mar subió tanto, Kate... hay gente muy peligrosa ahí fuera.

Consigo llegar a mi cama, al sentarme, el líder del grupo en el que estoy, viene de visita y me dice que le acompañe. Bajamos al sótano donde veo las cápsulas de nuevo, de la nada, algo me da un golpe detrás, al despertar de nuevo, estoy dentro de una de las cápsulas, el agua me llega al cuello, suerte que tengo la máscara, pero no se que va a pasar...

Las dudas nos rodean, la última semana no han parado de llegar personas desconocidas, ¿Que harán ahí abajo con ellas? Quiero confiar en lo que nos dicen pero la verdad es que la curiosidad me puede. Voy hacia la puerta y bajo las escaleras, oigo voces por lo que tengo que ser extremadamente sigilosa. Puedo ver unas cápsulas de hierro, hay gente dentro. Asustada, subo las escaleras corriendo y regreso donde estaba antes...

Tres guardas de nuestro edificio se llevan a un chico hacia el sótano. Al subir de nuevo sin el: —¿Otro que casi se ahoga? Asienten y se marchan de nuevo. El nivel del mar subió exponencialmente en una semana. Desde entonces hacemos lo que podemos para sobrevivir, pero no es suficiente, cada vez encontramos más gente ahogando se, nadie sabe de donde salen, llevamos un año en estas condiciones, ya no tendría que quedar...Nadie.

El sótano está oscuro, pasamos por un pequeño pasillo, mirando alrededor, puedo observar unas cápsulas metálicas. Las cápsulas están llenas de agua, y hay gente dentro, con máscaras, es como si estuviesen durmiendo. Una de las cápsulas está abierta, y me fuerzan a entrar, cerrando la puerta y llenandola con agua. Una vez el agua para de fluir, un gas empieza a entrar en mis pulmones por la máscara que me han puesto, lo que me hace dormir. ¿A caso es este el fin de mi viaje?

Bajo las escaleras principales hasta llegar a una gran sala común. Los pilares que aguantan el peso del edificio, han sido conectados entre ellos creando pequeños cubículos, dentro de cada uno, una cama. Miro a mi alrededor, la planta baja está rodeada por cristales, no entiendo como no han cedido ya por la presión del agua. Entramos por una puerta, que lleva a unas escaleras que bajan hasta un sótano.

No hablamos mucho, es más, prácticamente no hablamos nada, comienza a remar a través de lo que antes era una ciudad, rascacielos prácticamente sumergidos de los cuales apenas sobresalen unos pisos del nuevo nivel del mar. El edificio que tenemos justo enfrente tiene un agujero a escasos metros del agua, un agujero del que asoma una escalera de mano. Entro al edificio y dentro me están esperando un par de personas con máscaras quienes me dicen que les acompañe.

Abro los ojos, estoy bajo el agua, a mucha profundidad, recuerdo mi nombre, Niel. Ahora mismo solo puedo pensar en una cosa, me ahogo. Empiezo a nadar hacia arriba con todas mis fuerzas, pero con cada brazada, la próxima me cuesta aún más. Al llegar a la superficie, miró hacia todas las direcciones, en una de ellas, una barca de madera, con alguien subido remando, con un traje especial y una máscara de oxígeno. Me tiende la mano para subir y me da una máscara.

—¿Y como dices que intentó atacarte? —Me visitó mientras dormía, señor agente, se que es difícil de creer, pero todo pasó muy rápido. ¿Como le cuento la historia? Un chico nos molestaba en clase, así que hicimos que creyese que era popular, lo invitamos a una fiesta en la piscina y entre unos cuantos intentamos ahogar lo. Pero resulta que no está tan muerto como creíamos y ahora viene por nosotros, uno a uno... —Tiene que ayudarme...protegerme, estoy en peligro. —Si...ahora yo te ayudaré.

Una sala oscura en la que sólo entran unos rayos de luz por las rendijas de la puerta. Las puertas se abren con una voz agresiva diciendo que salgamos. Salimos como podemos, lentamente, no podemos hacer más por los grilletes que nos unen los unos con los otros. La gente nos abuchea desde sus sillas. Aguantarlo no es fácil, pero conseguimos llegar a nuestro destino. Subimos la mirada lentamente hasta reconocer un rostro conocido. Con una mano en el pecho. -¡Morituri te salutant!

Me encuentro caminando por la calle, como cada tarde, siempre suelo ver como el sol desaparece pero hoy es distinto. Una sirena comienza a retumbarme en los tímpanos, y de repente, toda luz parece extinguirse. No solo me sumo en una oscuridad total sino que un escalofrío me recorre el cuerpo entero. No puedo ver nada hasta que de repente un foco parece encenderse, una vieja farola. Corro hacia ella y me adentro en el pequeño área de luz. ¿Donde estoy?