Verdes,
verdes esperanza.
¿O son azules?
difícil determinar.
Por la noche se asemejan a un mar en plena tormenta,
ese que intenta silenciar
sus bienes más preciados
entre el ruido de las frígidas olas,
envolviendo con fiereza
todo aquello
que osa invadirlo.
La mañana pertenece al verde cetrino
de un risueño día primaveral,
que alcanzando
la armonía perfecta entre cielo y tierra,
te lleva a los rincones más bellos
que éste mundo
puede dar.
Pero es la tarde,
esas cuatro deleitosas horas exhiben
la unión perfecta
de sus colores,
como si el mismísimo sol cediese todo su brillo
a merced de aquel iris,
permitiendo abrir paso a lo sobrehumano.
En un mundo.
Donde todo.
Son matices.
De gris.
Merci pour la lecture!
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