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PANFLETO SOBRE LA IGUALDAD DE GENERO

Alfonso Ortiz Sánchez


El profesor Elpidio Matoma estaba sentado frente al computador, o la computadora y, muy concentrado, leía un interesante artículo, o artícula relacionado, o relacionada con su especialidad, pues hace más de 20 años el profesor recibió su título de geología, profesión que, desde entonces, era el medio y el fin de su vida. Siempre, siempre, buscaba las últimas novedades de las ciencias de la tierra. Pero le interesaba, sobre todo, los pormenores de la pequeña minería. A las 2 horas después de una interesante y concentrada lectura, interrumpió su ocupación porque el reloj marcaba las 10 am, y se acordó que tenía una reunión en la gobernación. Se levantó, caminó por el pasillo, o por la pasilla, atravesó el corredor, o la corredora, salió del edificio, o de la edificia de ingeniería, y se dirigió al parqueadero, o a la parqueadera, en donde estaba estacionado, o estacionada su carro, o su carra. Dentro de su carro, o carra, cruzó el portón, o la portona, y, con mucha precaución, avanzó despacio para no atropellar a un peatón, o a una peatona. Cruzó el puente, o la puenta, que permite atravesar el río, o la ría, las Ceibas y pasó cerca del cementerio, o de la cementeria, que está situado, o situada, a un costado del Colegio, o de la colegia, Técnico, o técnica. Dejó la segunda para seguir por la doce y, después, viró a la derecha para dirigirse a la gobernación, por la cuarta. Frente a la gobernación guardó su carro, o su carra, en el parqueadero, o en la parqueadera. Después de reclamar el recibo, o la reciba, fue al edificio, o a la edificia, de la gobernación en donde tiene su sede el gobierno, o la gobierna, departamental. En la portería del edificio, o de la edicicia, presentó su documento, o su documenta, de identificación y el portero, o la portera, le revisó los pantalones, o las pantalones, para verificar que no llevara un cuchillo, o una cuchilla, ni tampoco un revólver, o una revólvera; todo esto para prevenir un atentado, o una atentada. Llegó al tercer piso, o a la tecera pisa, y entró al despacho, o a la despacha, del funcionario encargado, o encargada, de dirigir el foro, o la fora, sobre el impacto, o la impacta ambiental, como resultado de la explotación de la pequeña minería. Al final, el profesor pensó, que hablando de esa forma se hacía honor a la igualdad de género sin importar que a un milímetro de la superficie social fluyera un inmenso caudal de discriminación social, de racismo, de desigualdad económica, de intolerancia religiosa, y de discriminación de género.

7 Mai 2020 01:07 0 Rapport Incorporer Suivre l’histoire
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La fin

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