Georgina observa el atardecer formándose en el amplio cielo nublado. Su mirada permanece pérdida en el infinito mientras ve a la noche amenazar con teñir el paisaje de oscuridad. Respira profundo al sentir sobre ella el cansancio del día junto al dolor de las heridas que causan las mordazas que la mantienen inmóvil en el maletero de aquel auto con destino desconocido.
A. R. GRIMÁN
Marzo -2019
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