Como una miserable
me encontraron los días,
como vieja mendiga
me vio una vez el sol,
percibió mi cabeza
el pie de la soberbia,
me abofeteó con fuerza
la mano del dolor,
las palabras hirieron
mis débiles oídos,
la maldad de los hombres
venció mi corazón,
la cruel indiferencia
me visitó en las noches,
de rencor y de odio
mi cuerpo se abrigó,
mis ojos se cerraron
lamidos por los perros,
de putas y borrachos
mi vida se rodéo,
las sobras de los otros
mi mejor alimento,
en bancos de la plaza
mi cuerpo reposó,
sucumbí sin pugnar
como toda cobarde,
consentí denigrarme
tan solo por el pan,
me doblegué ante muchos
por una vil limosna,
quebranté mis principios
por dos cartones más,
sin cordura ni juicio
hurgué en los basurales,
sin recato ninguno
desnuda caminé,
asqueé a los transeúntes
tan solo con mirarme,
dejándole mi estigma
para la reflexión.
Merci pour la lecture!
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