—Estábamos atónitos. ¿Cierto?, recuerdo que la escena era devastadora…
—Escúchame Carla, ¿Puedes describirme cómo era la escena del crimen?
—Tengo todas mis memorias borrosas Ian… Y tengo miedo
—¿De que tienes miedo Carla?
—De no haber estado atenta en los detalles del caso. Como siempre te tengo, en ese momento me preocupó que te hayas ido. Me alegra saber que tengo tu cerebro en el caso de nuevo.
—¿Me podrías recapitular todo lo que recuerdas?
—Está bien.
Estábamos entrando a la habitación, era el dormitorio del adolescente, donde ocurrió el crimen. Supuestamente había ocurrido hace menos de una hora de nuestra llegada.
—Y dime Ian, ¿Quién es el difunto? —Te pregunté.
—Su nombre completo es Valentín Salinas Saez. —Respondiste en un tono desinteresado.
—¿Edad?
—17 años.
—¿Algo más que deba saber?
—Adolescente con actividad física recurrente, familiares impactados, asistía a la Escuela Normal y su curso era sexto primera, quería ser programador para cuando crezca, escribía novelas y jugaba videojuegos en su tiempo libre, rubio, de ojos claros, apenas formado muscularmente, estaba en pareja pero no pudimos contactar con ella llamada tras llamada, y creo que el arma homicida está en esta habitación pero no sabría dónde… —Me hiciste una seña para acercarme a escucharte. Al acercarme, susurraste en mi oído— ¿Observaste nuestros alrededores? ...
—Creo que encuentro tu punto. ¿El asesino está en esta misma habitación?
—Exacto.
Empecé a observar la habitación y…
—Observando la habitación, pude ver…
—Vamos Carla, sé que puedes recordar todo. Inténtalo.
—Recuerdo observar… A un hombre de traje, con barba, pelo negro y ojos marrones, él traía una maleta con documentos, recuerdo que me observaba y escribía cosas en una de las carpetas de los documentos. Luego estaba la madre del adolescente, no presentaba ninguna emoción en su cara, tenía prendas formales y por último un policía en la entrada, observándonos a todos mientras investigábamos la habitación y el cadáver, riéndose de nuestras caras el desgraciado.
—Nombres Carla. ¡Nombres!
—Café con leche por favor.
—¿Qué?
—Necesitaba pensar … Carla, L, Octavio, Sarah y Trevor. Estos éramos las personas en la habitación.
—Mira Carla, no sé qué estás diciendo, pero está funcionando. Los nombres son correctos.
—Tenía mucho miedo… apenas te fuiste, me encontraba a solas con Octavio y Trevor. Octavio empezó a hablarme y yo no me sentía bien.
—¿Qué hablaron?
—Hablábamos acerca de mí… Todo está muy borroso en mi cabeza… lo único que recuerdo es que… Él sacó un espejo de la maleta se puso a mi lado y me hizo verlo.
—¿Qué viste?
—Me vi solo a mí. Él no estaba en el espejo, pero sí a mi lado. Se hizo a un lado y me habló, pero no recuerdo lo que decía.
—¿Qué pasó luego?
—Sarah entró a la habitación, saludó a Octavio y él se retiró. Éramos tres de nuevo en la misma habitación, solo que esta vez, Sarah no soltaba su teléfono mientras me hablaba.
—¿Y qué te dijo?
—Ella habló acerca de su trabajo y de lo mucho que le estresa. Inconscientemente, revisé mi teléfono para ver que tenía 18 llamadas perdidas tuyas, pero estaba en el trabajo y necesitaba toda mi atención. Después de seguir charlando ella se fue y quedé con Trevor.
—¿Y lue-
—Trevor me sonreía, revisé mi teléfono para escribirte y tiró una carcajada. Solté mi teléfono e instantáneamente le pregunté que le parecía tan gracioso. Mudo, con una sonrisa en la cara me miró de pies a cabeza y se marchó de la habitación. Y ahora nos encontramos en esta habitación, minutos después que esas personas se fueran.
—Mira al cadáver Carla.
—¿Qué tiene?
—Ahora mírame. ¿Tienes idea por qué me fui?
—Ian… tu eres…
—¡Concéntrate, Carla! ¿¡Recuerdas por qué me fui!?
—¿Liam?
—Soy Ian. Tu Liam está fuera de esta habitación.
—¿Hace cuánto que te descuidé?
—Recuerda lo que hablaste con las personas, piénsalo y luego vuelve a esta habitación. ¿Cuál es el crimen?
—Me perdí y descuidé a mí misma.
—Es bueno saber que resolviste el crimen.
—¿Qué debo hacer?
—Sal de esta habitación e intenta mejorar…. Eres especial y tanto yo como Liam te queremos y apreciamos. Los dos sabemos muy bien que puedes y siempre estaremos para ti.
—Gra-
—¿Café con leche me dijiste?
—Gracias Liam…
—¿A qué se debe eso amor?
—Oh… solo estaba recordando el sueño que tuve.
—Puedes contármelo luego, estás tarde para el trabajo y sé que quieres ser puntual.
—Creo que hoy me quedaré en casa contigo.
—Cuéntame el sueño entonces, ¡estoy impaciente!
Merci pour la lecture!
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