alex-cayo1584632327 Alex Cayo

A veces una sola persona puede hacerte sentir tantas emociones. Y tan rapido como Noah conocio a esa persona, tuvo que despedirse de ella. Así entonces, Noah recordó con enternecimiento el día de invierno en el que Lara lo cambió todo para el.


Romance Romance jeune adulte Tout public.

#invierno #recuentosdelavida #cuentocorto #romance
Histoire courte
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Memorias

Pasaron meses desde la ultima vez que la vi. Últimamente había estado pensando tanto en ella. Los recuerdos que atesoro sobre nuestros cortos momentos juntos son tan alegres como deprimentes. Los días que habíamos pasado el uno con el otro fueron de lo mas emocionantes. Tanto así lo fueron que días después de que se marchó, desee con tanto fervor volver a repetir esos momentos. Anhelé tantas veces volver a repetir esas ultimas semanas, pero de otra forma. De una forma en la cual no actuaria tan cobardemente. De una forma que me hubiese permitido acercarme más a ella desde el comienzo. Y de tal forma que hubiese podido disfrutar esos últimos días con mayor entusiasmo.

Mientras recorría los pasillos pensaba en ella, como solía aparecerse frente a mi, con el celular en mano, sin prestar atención a donde caminaba. Mientras subía las escaleras para llegar a otra clase, recordaba el momento en el que me asusto por la espalda. Mi reacción al sorprenderme logro asustarla a ella también, recordar eso por lo general hace que una sonrisa se forme en mi rostro. A veces solía ver por la ventana y preguntarme, ¿Cómo le estará yendo? ¿Aun me recordara?

Los días en la clase de literatura volteaba a ver el lugar donde solia sentarse, solo para recordar como antes volteaba a verla, para así poder apreciar su sonrisa y rostro ruborizado. Una sonrisa formada por sus pequeños labios. Una sonrisa tan contagiosa, que te hacia pensar todo el día en ella.

Habían momentos en los que solía ponerme un tanto nervioso al verla, lo cual provocaba que suelte los lapices que hacia dar vueltas entre mis dedos. Días como aquellos en los que podía verla eran hermosos, y ella no lo sabia, pero lograba hacerme feliz sin siquiera hacer nada. Su simple presencia me alegraba la existencia.

Los días posteriores luego de que se fue siguieron siendo igual de fríos, al igual que aquellas tardes en las cuales caminábamos juntos hasta su casa. Incluso el clima gélido me hacia recordarla, y extrañar esas caminatas que compartimos.

Desde el primer día que la conocí sabía que era una chica peculiar. Muchos me decían: “no es la única”, pero por mas cliché que parezca, era única para mi. Era la chica inalcanzable con la cual todo chico sueña.

Había sido la primera en regalarme algo el día de mi cumpleaños. Aquel día se habia quedado conmigo, apesar de que le dije que no era tan importante. Fue la primera en despertar tantos sentimientos juntos a la vez dentro de mi. La primera a la que le agarre tanto afecto. Y por ende, la primera de la cual me enamore con tanta emoción.

Las semanas previas a su partida me sentía tan alegre como desanimado. Aunque sabia que se iría, sentía que podía hacer de sus últimos días algo agradable. Así como lo hizo ella conmigo. Cada día que la veía se me aseguraban momentos de alegría.

Solía caminar hacia el trabajo feliz, con una sonrisa de oreja a oreja la cual era visible para cualquier conductor que pasara al lado mio. Una vez en el trabajo, saltaba de emoción y abrazaba a mis compañeros por el simple hecho de recibir un mensaje suyo. Un simple mensaje, y me animaba toda la tarde. Ni siquiera el cliente más rudo y amargado podía contra mi en momentos así.

A pesar de llevarnos bien, trataba de no hacer obvio lo que sentía por ella. No quería arruinar la amistad que ya teníamos. Aunque tal vez era evidente por la forma en la que actuaba o reaccionaba cuando la tenia cerca de mi.

Si había algo que teníamos en común, a parte de usar anteojos, era la lectura. El día de mi cumpleaños le regale uno de mis libros favoritos. Uno de romance que había comprado pocos días antes de dárselo. Pero eso no fue lo mas relevante de aquel día, sino lo que paso mientras la acompañaba a su casa.

En ese día de invierno, le dije lo que sentía.

Aun recuerdo ese momento, y la sensación que la acompañaba. A pesar de lo abrigado que me encontraba a causa del frío, sentía como todo el cuerpo me temblaba. Por unos escasos segundos, la calle adquirió un silencio tan cómodo. No se escuchaban mas que nuestros pasos, el viento chocando contra las ramas de los arboles, y algún que otro pájaro cantando. Íbamos a la par, ambos probablemente perdidos en nuestros pensamientos, pero juntos en aquel momento.

Solo tres palabras hicieron falta; “Me gustas, Lara”. Tres palabras y un alivio inmediato rodeo mi cuerpo. El frio se torno en una sensación un tanto tibia. Nuestros pasos siguieron en sincronía. Y así, sin muchas palabras que salieran de su boca, se habia acabado la caminata.

Al día siguiente, el ultimo día que la vería antes de que se mudara, la acompañe por ultima vez hasta su casa. Me sorprendió cuando aceptó que vaya con ella, a pesar de lo que pasó.

Caminamos como de costumbre, hablábamos y nos reíamos como si nada hubiese pasado. Llegó un punto en el que me desconecte un poco. Cuando llegamos al parque por el cual siempre pasábamos pero nunca prestabamos mucha atención. El día anterior al volver a casa me quede en el parque sentado, pensando y lamentándome el no haberle dado la carta que le escribí. Creí que no sería necesario dársela, así que la había dejado en un rincón entre los arbustos. No imagine que acabaría caminando con ella una ultima vez. Así que fui a buscar la carta entre los arbustos cubiertos de nieve. Parados en medio del pequeño parque, le acerque la carta, y le dije que la guardara hasta llegar a casa. Seguimos caminando normalmente, pero pude notar como una leve sonrisa se había formado en su rostro.

Un abrazo fue lo ultimo que le pude llegar a dar. Y dos palabras las ultimas que ella me dio en el momento de nuestra despedida, Nos vemos.

Aunque ambos sabíamos que, probablemente, esa seria la ultima vez que nos veríamos.

Sabia que no recibiría respuesta inmediata cuando le dije lo que sentía, temía nunca recibir una. Aunque suponía que me rechazaría. Pero en realidad no hubo respuesta. No hasta dentro de unas tres semanas.

Nunca supe lo que ella sentía . No hasta la vuelta a clases, cuando una de sus amigas me dio un libro que Lara dejo para mi. Era un libro que ya me había mostrado antes, solía decirme que le gustaba mucho a pesar de no haberlo acabado.

No pude aguantar la emocion una vez que tuve el libro en manos. La clase de literatura habia comenzado, pero aun así me propuse a echarle un ojo rapido al libro. Para mi sorpresa, este contenía una carta dentro. Una carta la cual se titulaba; Tu también me gustas.

30 Mars 2020 12:43 0 Rapport Incorporer Suivre l’histoire
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La fin

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