daikiaki Daiki Aki

Se supone que el amor es color de rosa y te hace tener mariposas en el estómago, pero eso solo es cuando es un amor correspondido. Él por desgracia tiene un amor inalcanzable *Los personajes no me pertenecen. *La historia es mía. Daiki★Aki Historia creada y publicada por primera vez en Wattpad el: 26/02/2018 **Recuerden que pueden unirse al grupo de Facebook "Daiki no sekai" en caso de que quieran notificaciones sobre actualizaciones o nuevas historias **


Fanfiction Anime/Manga Interdit aux moins de 21 ans.

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—Solo estás aquí porque te necesito, no porque te ame —dijo con simpleza el chico, como si fuese la frase más común del mundo, como si acostarse y compartir continuamente con alguien fuera algo pasajero para cualquiera. No podía sentir amor por nadie más que por esa persona y lamentablemente era alguien inalcanzable.


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Otabek Altin estaba en el duodécimo grado en una escuela en Detroit, era su último año y si todo iba bien tendría una beca deportiva en la universidad. El chico proveniente de Kazajistán era muy bueno en el rugby, le encantaba ese deporte y era el mejor de su escuela por lo cual podría postular a varias universidades del país, tal vez podría hacerse profesional en el deporte.

No era un excelente alumno, pero se defendía con respecto a las materias importantes para poder tener calificaciones que le permitieran seguir estudiando, tenía algunos amigos con los que compartía en sus recesos y salía a divertirse de vez en cuando, después de todo era un joven de dieciocho años y era normal ir de vez en cuando a alguna fiesta. Le daban permiso siempre y cuando no descuidara sus estudios y bebiera moderadamente, porque era normal que un chico de su edad bebiera alcohol a pesar de que estaba prohibido para ellos hasta los veintiún años por ley, todos sabían que los chicos metían igual aquella sustancia a sus fiestas.

Jean Jacques Leroy, quien era un chico canadiense y Leo de la Iglesia, eran los mejores amigos del kazajo, siempre andaban juntos o bueno casi porque debían separarse a la hora de asistir a los clubes ya que tenían pasatiempos distintos. Jean estaba en un club que era más bien una banda de música y leo pertenecía al club de arte, le gustaba pintar y dibujar. En los recesos solían irse a la azotea o coquetear con algunas chicas por ahí; Jean tenía novia, pero aún así le gustaba ver como otras chicas se. Otabek y leo estaban solteros, así que no tenían problema, ninguno tenía interés en una relación formal y siempre lo dejaban en claro para que nadie terminara herido.

Ese día había llovido por lo que no habría entrenamiento, Otabek en vez de irse a casa temprano prefirió esperar a sus amigos a que terminaran con lo suyo y así volver todos a casa en el auto de JJ. Caminó por los pasillos de la escuela sin rumbo alguno hasta que lo vio, un chico más joven que él, de cabellos plateados y hermosos ojos azules que lo miraban con atención desde los casilleros, al verse descubierto el chico volteo y se dirigió hacia algún lugar que el kazajo desconocía. De ocioso, Otabek siguió al chico ya que era raro que alguien se le quedara mirando de esa manera, después de todo no estaba haciendo nada productivo.

El platinado vestía ropa pegada al cuerpo de color negro, su figura era delgada y tenia curvas similares a las de una chica, su largo cabello podía hacer que lo confundieras también. El más joven entró a un salón y Otabek se asomó a mirar, notando que era el lugar donde practicaban ballet, la profesora a cargo de ese club era muy estricta por lo que al kazajo le dio un poco de miedo husmear dentro del lugar, aun así miró desde la puerta.

Regañaron al chico por llegar tarde y este solo sonrió restándole importancia para luego ir a la barra con sus demás compañeros. Había más chicas que chicos, pero el platinado se veía mucho más estilizado que cualquiera del salón. El chico se movía con gracia y cada cierto rato miraba hacia la puerta encontrándose con la mirada de Otabek, al parecer no se avergonzaba de que alguien de fuera lo viera, ni tampoco de que lo hubiese descubierto mirándolo. La hora en que sus amigos terminaban con sus labores llegó y con esto Otabek se retiró para ir con ellos, aunque no sin antes dar una última mirada a esos ojos azules. Se sorprendió al ver como el chico le sonreía.

Llegó a la entrada de la escuela y se encontró con Leo— hola ¿Ya terminaste? —hizo la pregunta con obvia respuesta.

Si, terminamos antes, pero no estabas aquí ¿Dónde fuiste? —preguntó intrigado, Otabek no quería responder esa pregunta y por suerte llego JJ para distraerlos, venía junto a su novia, Isabella quien siempre lo acompañaba a las prácticas.

¿Están listos para que el rey los lleve a casa? —preguntó con una sonrisa y guiñándoles un ojo, ellos ya estaban acostumbrados a esa actitud de su amigo así que solo sonrieron y se dirigieron al auto del “rey”.


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Víctor Nikiforov era un chico prodigio, excelentes calificaciones y un gran bailarín de ballet. Iba en décimo grado y tenía dieciséis años, hijo en una familia acomodada, le encantaba todo lo que era artístico y las personas con las cuales poder mantener una buena conversación. Fuera de todas esas cosas, Víctor era gay o al menos eso creía después de caer perdidamente enamorado de su profesor de literatura Yuuri Katsuki. Ese hombre era demasiado interesante y sensible, le encanta escucharlo al dar clases y quedarse a conversar con él un rato en los recesos, por esa razón se ganó la confianza del profesor de origen japonés.

Tenía muchos conocidos, pero un solo mejor amigo, Christopher Giacometti quien era un rubio de ojos verdes que siempre lo acompañaba en todas sus travesuras, como colarse en las fiestas de los de último grado. Víctor mentía a sus padres diciendo que estaría la casa de Chris y así podía escabullirse.

Como el platinado llamaba mucho la atención, la mayoría en la escuela conocía su nombre, además que siempre era muy carismático y caía bien al instante. Víctor le ayudaba a otros a estudiar y a sus compañeros de ballet a hacer sus pasos correctamente, cosa que también le aliviaba un poco de trabajo a Lilia, la profesora a cargo del club de ballet. La mujer adoraba a Víctor aunque lo regañara, el chico era muy flexible y siempre obtenía los papeles principales a la hora de salir al escenario, el platinado siempre lograba transmitir lo que el personaje quería, dejando al público al borde de las lágrimas, enternecidos o muy felices.

Al llegar recién a la escuela casi siempre lo confundían con una niña muy linda, pero luego se daban cuenta que era un chico, aunque eso no impidió que tanto chicos como chicas se le declararan y quisieran una relación con él, cosa que siempre rechazó a no ser que fuera algo casual ya que su corazón le pertenecía a aquel profesor de lentes que lo hacía suspirar.

Ese año cuando inició la escuela pudo ver a un atractivo chico que llamo su atención, le gustaba por cómo se veía, era ese tipo de personas que te gustan al verlas, pero de las que no estás enamorado y Víctor sabia diferenciar bien esos sentimientos. Averiguó su nombre y el club al cual pertenecía, Otabek asistía al club de rugby y llamaba la atención de varias chicas de su clase, por eso no le fue muy difícil saber cosas de él, cuáles eran sus amistades y a que sala pertenecía. Lo observo muchas veces sin que este se diera cuenta, hasta que un día el kazajo lo vio y logrando que quisiera apartar la mirada, pero no pudo. Solo se retiro porque iba tarde a su club y Lilia como siempre lo regañaría, escucho pasos tras él y supuso que sería aquel chico lo cual confirmó al entrar al salón y verlo en la entrada. Lo miró varias veces sin importarle toparse con los ojos del otro, por alguna razón quería que Otabek se diera cuenta que lo observaba y que llamaba su atención, quería seducirlo de alguna manera. Vio que se retiraba y le regaló una sonrisa, pudo ver el asombro en los ojos del chico y eso le causo satisfacción. Si no podía tener a Yuuri tal vez podría tenerlo a él ¿No?


⊷CONTINUARÁ⊶

12 Janvier 2020 21:31 0 Rapport Incorporer Suivre l’histoire
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