motorik Motorik Bit

Dos hermanos se atacan con magia y fuerza, y de esa combinación surge un monstruo que reúne sus peores características. Este cuento es una "fanfiction al revés". Una fanfiction al revés consiste en, en lugar de usar personajes ya existentes para contar una historia nueva, reescribir una historia ya existente de una forma distinta. Ojalá que les guste.


Fantaisie Tout public.

#jill #jam #jack #yin-yang-yo
Histoire courte
0
3.9mille VUES
Terminé
temps de lecture
AA Partager

Jill, Jam y el semihijo malvado, Jack

Jill y Jam son dos hermanos conejos antropomórficos de colores. Jill (ella) es rosa obligatorio, y Jam (él) es azul canónico. Viven en una dimensión alternativa de seres antropomórficos y entrenan artes marciales en un dojo suburbano con su padre secreto: el maestro Joe, el último oso panda. Las amenazas que deben enfrentar son de lo más variopintas. Hasta ese momento se las habían visto con cucarachas mágicas, alces con cuernos robóticos y hormigas guerreras, entre otros. Aunque la rutina del héroe no suele ser placentera, les aguardaba otro desafío más grande. Estaban a punto de enfrentar al peor de los enemigos.

Un día cualquiera en un supermercado cualquiera, una oruga gigante con anteojos y labios pintados estaba al acecho, lista para pelear: “Sé que están ahí. No sean tímidos. Solo deseo- Tomó un producto al azar y lo reventó con sus garras- ¡Aplastarlos!”. Cerca de ella, detrás de un estante con latas en conserva, estaban los dos hermanos. Jill tenía un plan armado: “Tú irás al pasillo de los productos congelados mientras que yo…”. “No me digas que hacer”- Jam se lanzó con su espada de bambú multiuso y, tras su grito de guerra, atacó con toda su fuerza a la villana, quien cayó al suelo con todo el estruendo posible. El día estaba salvado, pero… “¿Qué haces? Dije que fueras al pasillo de los productos congelados” Gritó Jill. “¿Crees que puedas dejar de ser tan agresivo?” Jam le respondió que sí, pero al instante golpeó otra vez a la oruga, lo que provocó su furia. Con fuego en sus ojos, esta levantó un mostrador en tono amenazante: “Prepárense para morir”. Pero los hermanos ahora estaban más ocupados discutiendo entre ellos: “Deja de ser tan violento”, “Deja de ser tan mandona”. Comenzaron a pelearse y una nube de polvo y estrellas de impacto se formó en medio de sus cuerpos distorsionados por el movimiento. La villana, testigo de esta pelea fraternal y harta de todo, decidió retirarse. No es que a Jill y a Jam les importara demasiado, pues estaban más ocupados en dominar al otro:

- Ojalá fueras más amable conmigo y menos violento.

- Ojalá fueras más comprensiva conmigo y menos mandona.

Jill lanzó un rayo mágico que Jam bloqueó con su espada. Al chocar con esta, el rayo se dividió en dos y ambas mitades comenzaron a rebotar contra todo a su paso. ¡Fiush! Contra las paredes. ¡Fiush! Contra unas frutas. ¡Fiush! Contra unas latas. ¡Fiush! ¡Fiush! ¡Fiush! Hasta que impactó en los dos hermanos. Fueron atravesados por el rayo que, al unirse las dos mitades, formaron un Yin Yang rosa y azul de energía pura. El poder que desprendía los alcanzó. Mientras eran ordeñados espiritualmente, sus pupilas se volvieron grandes y expresivas, una sonrisa a puros dientes infectó sus rostros y ambos exclamaban como si fueran robots lo que les estaba ocurriendo internamente:

- Me siento-no mandona.

- No siento-agresividad

- (Al unísono) Me siento-enfermantemente-adorable.

Esta combinación de magia y fuerza terminó creando un profundo cráter humeante. En el fondo de ese cráter, una figura con forma de conejo dijo sus primeras palabras, que fueron un eructo: su nombre era Jack, hermano, hijo y clon malformado de los dos. Este conejo era de color verde decadente y podrido y no tenía género definido, pero cualquiera que lo viera lo asociaría más con lo masculino, o al menos, con lo que se cree que pertenece a la masculinidad: la suciedad corporal, la tendencia a la violencia y la impresentabilidad estética. Pero él era, espiritualmente, tan hombre como mujer. En él habían depositado todos sus defectos: la mandonería de ella y la agresividad de él. El nacimiento de este hermano-hijo había drenado todas sus emociones negativas, dejándolos sin poder expresar nada más que una amabilidad forzada y destinada a la debilidad. Igualmente, le tomaron cariño inmediato a Jack, porque no podían sentir otra cosa aunque lo intentaran. “¿No es bonito?” exclamaron a la vez. “Llevémoslo con el maestro Joe” completó Jill en solitario.

Mientras caminaban las calles de la ciudad sin nombre con dirección al dojo, los dos hermanos le expresaban al recién nacido lo felices que estaban de haberlo creado por accidente. “Sí, sí, sí. Qué bien. Apúrense. Sé que no tienen nada mejor que hacer, pero yo sí”. Justo cuando estaba cruzando la calle, una fila de autos tuvo que frenar de repente. Uno de los conductores, enojado, no paraba de tocarle bocina a Jack para que se moviera. “Toca otra vez la bocina para que veas lo que sucede”. El conductor obedeció y Jack enfureció. Se le lanzó en total salvajada y pedazos de auto aderezados con cartílagos y órganos volaban por todas partes. Jill y Jam lo observaban, y reconocieron a sus antiguos yo en él. Su doble. Pero eso era algo que no querían volver a ser. Tampoco podían sentirse horrorizados por la situación aun si hubieran querido, tan puros se habían vuelto súbitamente. Lo único que pudieron hacer fue retarse a una carrera no competitiva hasta el dojo, que se realizó a los saltos de felicidad. Mientras tanto, Jack seguía torturando y desgarrando parte por parte al conductor. “¡Lo lamento tanto!” era lo que intentaba salir de una boca sin mandíbula.

Tiempo más tarde, ya en el dojo, Jam estaba distraído con flores y mariposas. El maestro Joe lo incitaba a golpear un pedazo de madera: “Quiero ver un poco de tu típica agresividad” dijo con una sonrisa y el puño en alto, tratando de incentivarlo. Jam sintió asco por la palabra “agresividad”, e hizo el “puaj” más auténtico que le permitía su nueva pureza. “Tengo tanta suerte de que seas mi hermano” dijo Jill. “Te amo”, “Yo te amo más” respondió Jam. Ambos se abrazaron y festejaron el hecho de que ya no competían. Esto le resultó extraño a su maestro. Más adelante, decidió entrar a la habitación de ambos, y lo que vio le hizo abrir los ojos como cortinas. ¿Acaso era un desorden nauseabundo, tan típico de los jóvenes? Para nada. Ambos la estaban limpiando voluntariamente, con sonrisas de oreja a oreja: “Esto está mal”. Más tarde aún, ambos hacían los quehaceres del hogar con la misma buena predisposición. La aterradora escena hartó al maestro, quien los increpó y les exigió una explicación. Ninguno de los dos podía ni quería mentir: “Eliminamos todo lo malo. Por accidente” Dijo Jam. “Peleábamos intentando convertir al otro en una mejor persona y nuestros defectos se fueron con el viento” Completó Jill. El maestro, decepcionado y extrañado a partes iguales, les explicó que no podían enfrentar el mundo con esa absoluta carencia de carácter. “Como dicen los antiguos pergaminos, un buen guerrero debe ser agrio y dulce a la vez, como las chuletas de cerdo con manzanas y salsa de naranja”. Al viejo panda le molestaba aún más su amabilidad mágica que su aspereza natural. Quiso saber dónde estaban sus defectos, y fue ahí que Jack se le apareció mientras comía un pastel de un solo bocado. Jack, que había contemplado desde la distancia todo lo que ocurría y estudiaba la situación, vio su oportunidad. En medio de llamas imaginarias y parado sobre un risco igualmente imaginario, le exigió que lo entrenara para convertirlo en el mejor guerrero de todos los tiempos. Él se negó y los echó a los tres de una patada a la calle, situación que los hermanos tuvieron que aceptar amablemente por haber perdido toda su actitud, pero Jack no iba a claudicar en sus anhelos.

Para pasar el tiempo se dirigieron a una pizzería, en la cual Jack aprovechó a ir a un baño para indefinidos mientras planeaba sus próximos pasos. Al salir, sus hermanos-padres lo esperaban con la pizza servida y con baberos atados a sus inexistentes cuellos. Jack pasó de amabilidades, arrastró con magia la pizza hacia él y la devoró de tres mordiscos con sus dientes afilados de ser malvado. Los hermanos amablemente le dijeron que la magia no es para presumirla: “Pero si piensas seguir haciéndolo, no te detendremos”. Jack, ya harto de todo, los atacó con la misma magia que había usado antes. Esto puso en aprietos a Jill y a Jam, que solo podían esquivar sus ataques pero no contraatacar, porque atacar estaba mal. Jack se convirtió en un tornado que ahora sí que no pudieron esquivar. Barrió con ellos y los lanzó hacia un precipicio a las afueras de la ciudad, para luego dirigirse al dojo hecho una fuerza de la naturaleza.

En el dojo, ajeno a lo que se avecinaba, el maestro Joe observaba lo impecable que estaba el lugar. Tan limpio que, si fuera una caricatura, largaría estrellas y tendría efectos de sonido de limpio. En un acto hipócrita, sonrió satisfecho por el trabajo de sus alumnos: “Esos chicos actúan extraño, pero el lugar está impecable”. Para poner la cereza sobre el pastel de la ironía, Jack apareció en forma de tornado derribando las paredes a su paso.

- He vuelto, viejo -dijo con arrogancia juvenil- Y vas a entrenarme.

- ¿Por qué habría de hacerlo? No tienes ninguna de las buenas cualidades de Jill y de Jam.

- Tengo toda la actitud que ellos ya no tienen.

- Entonces significa que tienes la actitud de rendirte – Dijo el maestro Joe, despreocupado.

- No. Significa que te voy a sacar el conocimiento a golpes de una vez y para siempre.

Ambos pusieron su mejor pose de pelea y se prepararon para subyugar al otro.

En las afueras de la ciudad, Jill y Jam aún caían por ese pozo que parecía no tener fin. No paraban de chocar contra las piedras que conformaban las paredes, y hablaban en consecuencia:

- ¿Cómo (pum) dejamos (pum) que Jack (pum) nos hiciera esto (pum)? – Decía Jam

- El maestro Joe (pum) pensará que fracasamos (pum). Éramos mejores (pum) cuando éramos peores.

Ni un segundo antes ni un segundo después de terminada la frase, impactaron contra el fondo del vacío. Sobrevivieron a la caída, pero quedaron aturdidos por el golpe. En medio del aturdimiento, Jam imaginó a su maestro repitiendo sus sabias palabras: “Se necesita un equilibrio en todo. Un buen guerrero debe ser agrio y dulce a la vez, como las chuletas de cerdo con manzanas y salsa de naranja”. Solo entonces fue cuando volvieron a ver en Jack a sus antiguos yo. Su doble. Eso era algo que necesitaban volver a ser. Decidieron invertir roles. Jam planearía y Jill atacaría: “Destruyamos a ese rufián”.

De vuelta en el dojo, Jack y el maestro Joe peleaban con todo lo que podían soportar sus cuerpos. Este último lanzaba rayos de energía que Jack esquivaba dando volteretas a lo bailarina y saltos acrobáticos. A su vez, el conejo malvado contestaba con más magia, que Joe anuló con un escudo protector. Inmediatamente, este tomó con magia una mesa que le lanzó a Jack, pero esté la destruyó con puños de fuego. Joe observaba como la mano del monstruo ardía, y se asustó: “eso es magia nivel dos. ¿Cómo puedes dominarla?”. “Soy más joven y temerario. Puedo hacer lo que sea”. Ese “lo que sea” incluyó destruir el campo protector con el que se había cubierto Joe, al cual comenzó a golpear mientras este escupía sangre y saliva: “Imagina (punch) lo que podría hacer (punch) si me entrenaras (punch)”. El panda quedó tirado en el suelo y delirando:

- Di tus últimas palabras, anciano.

- Meteoros, Dios, alma, luz.

Cuando Jack iba a darle el golpe final, una ráfaga de energía lo golpeó y lo mandó al otro lado de la habitación. Jill, con cara de satisfacción y su mano mágica formando los cuernos de diablo, le dijo: “Aléjate de mi maestro”. Jack sonrió con el ceño fruncido: “No-pueden-huir-de-mi”. Para cuando terminó su autómata fraseo, los hermanos habían salido corriendo. Él los siguió atacando con rayos. Se metieron a toda velocidad en el supermercado cualquiera en el que el monstruo había nacido. Jack irrumpió en el lugar y solo la encontró a Jill: “¿Dónde está nuestro hermano? ¿Tiene miedo?” dijo él, desafiante. Jill lo retó a atacarla, y Jack aceptó el reto. De la nada, Jam salió blandiendo su espada y, con su grito de guerra, se puso delante de su hermana, quien tomó la espada por la punta. El rayo golpeó y volvió a dividirse en su clásico rosa y azul. Otra batería de fiush fiush resonó por todo el lugar y alcanzó a los tres. Jill recuperaba su sentido de la mandonería, y Jam su instinto patea-traserístico. Jack perdía el control de la realidad y, tras un último eructo que cerraba su círculo de vida, explotó en un etéreo Yin Yang, que volvió a los hermanos para hacerles ser nuevamente unos guerreros mitad bondad y mitad carácter áspero.

Ambos sentían una jaqueca producto del ataque. Jack no estaba por ningún lado, pero aún dudaban de que todo hubiera vuelto a la normalidad. Para confirmar que volvían a ser los que solían ser, se abrazaron. La repulsión que sintieron al hacerlo indicaba que todo estaba en su lugar otra vez. Pese a todo, ellos se querían, pero su amor era más profundo, y no se manifestaba en la banalidad de un abrazo o una molesta y mágicamente impuesta modestia. Decidieron volver al dojo y reparar el daño que hicieron al maestro Joe. Mientras se alejaban de la escena, una pequeña bola de humo con cara de conejo se iba silenciosamente hacia ningún lugar en particular. Eso fue lo último que se supo.

25 Novembre 2019 21:21 0 Rapport Incorporer Suivre l’histoire
0
La fin

A propos de l’auteur

Commentez quelque chose

Publier!
Il n’y a aucun commentaire pour le moment. Soyez le premier à donner votre avis!
~