La casa.
La llave.
La puerta que abre esa llave.
Espacio nuevo,
infinito.
Los miedos.
Otra vez los miedos.
Los miedos rotos,
absurdos,
estériles.
La sombra en la pared,
mi sombra en la pared.
La pared divide dos vidas.
La vida de los otros,
la vida de los propios.
Mentiras escritas en aerosol,
una leyenda,
una leyenda pagana,
los diarios,
la crónica en el diario,
la odisea del día a día,
los suspiros en el tren,
los ronquidos en el tren,
las caras pintadas de fátiga,
los cuerpos partidos en mil pedazos.
Las caricias en las manos de los otros,
los besos en las caras de los otros,
en las caras de los otros.
Los deseos que desean partir,
romperse a cero,
renacer,
y volver a vivir.
Una flor.
Una flor renace,
renace luego de su muerte,
y muere como renació.
Renace muerta,
en silencio,
ya no hay llaves que abran su puerta
no hay paredes,
no hay sombras en las paredes,
no hay leyendas,
ni crónicas,
ni miradas,
ni caricias,
ni besos.
Solo silencio.
Merci pour la lecture!
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