La nave minera Phoebe Mars III completaba su centésimo ciclo de misión a Marte. Se habían descubierto ricos depósitos de petróleo y gas natural hacía más de cien años. El sueño de la colonización marciana se desvaneció entonces en las fumarolas, del dinero, que dejaban los hidrocarburos al escurrirse por las grietas de los yacimientos. El colosal vehículo espacial de veinte kilómetros de largo se preparaba a entrar a la órbita del planeta rojo.
Un par de horas atrás el capitán Daniels estaba preocupado por vibraciones y ruidos provenientes de los motores de fusión de impulso iónico.
―Capitán el sistema indica algunos problemas en los impulsores –comunicó el navegador Sophia Stolichnaya
El jefe de ingenieros y el ingeniero adjunto, Eristoff y Smirnoff acudieron presurosos al puente para informar de la situación.
―Hicimos algunos ajustes ―dijeron a dúo―, nada de que preocuparse.
―Excelente ―acotó el oficial científico Aquillas Cuervo―. Podremos seguir, después de cargar, a hacer nuevas prospecciones mineras en la zona suroeste del puesto de avanzada Ancient Mariner.
―¡Me tienen que avisar antes estas, putas, maniobras y reparaciones! ―Golpeó la mesa el capitán― ¿¡Donde mierda esta la teniente Valdez!? ¡Me tiene que informar de cambios repentinos!
―Capitán, intente moderar su lenguaje todo queda grabado en la bitácora de vuelo ―le informó su primer oficial James Chivas.
―¡Me vale verga la bitácora y los mirones de la compañía! ―se agarró la entrepierna y “saludó” a la cámara.
―¿Cuál es el escándalo? ―decía Ellen Valdez tratando de despertar mientras bostezaba con la boca abierta a más no poder.
―¡¿Pero cómo te a...¡? ―intentó decir el capitán― Ellen le cerró la boca con su dedo índice.
―Stolichnaya, Smirnoff, Eristoff, Cuervo, Chivas y Daniels, no se quién eligió la tripulación… me da una sed verlos a todos juntos, y luego pienso que la resaca no pasará fácil. Al menos tienen a Valdez para despertarlos. Ja, ja,ja.
Su público sonreía.
―¿Por qué el pollo atraviesa la calle hacia el cráter?, ¿nadie…?
―¿Por qué? ―dijo Cuervo.
―Para ver si los marcianos tienen huevos...
El comandante no tuvo mas remedio que reir... Un estallido rojo iluminó la pantalla. Dos horas más tarde, su ancha sonrisa, ojos azules y cabellera rubia, ya no se veían tan bien en el casco, al verse flotar por la ventanilla de observación. El capitán Jack... Daniels había perdido la cabeza. La mitad del transporte junto con el puente de comando y el resto de la tripulación, fue volatizado por rayos de carga continua provenientes de Phobos y Deimos.
«Tuve la suerte de salir disparada en la explosión, al otro lado de la nave, y me zafé por poco».
―Sistromix, ¿por qué nos atacaron?
―Según lo indican las transmisiones, el taladro de penetración extrema ―MtMBO― llegó a la marca de los treinta kilómetros de profundidad. Al parecer habría destruido una ciudad marciana oculta y se vengaron.
La teniente presionó el botón para salir en el pod de escape.
«Los marcianos, al final si estaban allí… llegaron ya y no bailando cha cha cha».
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