Es un día normal en la preparatoria Quetzal, una tarde de verano. Los alumnos van y vienen, hay parejas tomadas de la mano y pequeños grupos de amigos; entre ellos se encuentra Mariana quien ve con recelo a una pareja que está a pocos metros de ella.
David le da un dulce beso en los labios a Nadia, su novia. Ella suelta un pequeño suspiro y mira detenidamente sus ojos, esos preciosos ojos miel.
—Te amo— dice David
Mariana no puede más con esa escena tan melosa, es ella quien debería poder estar ahí, son sus labios los que deberían besar los de David. Los de ella no ¿Qué tiene Nadie que no tenga ella? Esa pregunta resuena en su cabeza desde hace meses y hoy es el día que le pondrá fin. Camina decidida hacia David y este la mira extrañado, mariana jala la playera de David hacia ella y le planta un apasionado beso. Todo frente a Nadia.
—Pero ¿qué te pasa?
— ¿Qué pasó amor? ¿Vas a negarme enfrente de ella? O ¿es acaso que ya olvidaste lo de aquella noche? Porque si es así, puedo recordártelo.
David se ha quedado en chock, quiere explicarle a su novia que no sabe porque esa tipa lo ha besado. Quiere decirle que no quiere a esa mujer, que la ama a ella; pero nada sale de sus labios. Justo cuando parece que su cerebro y boca se han puesto de acuerdo, su novia lo calla, poniendo en su mano a la altura de su boca. El silencio se hace presente. Mariana tiene una sonrisa burlona en su cara, solo está esperando que ella pierda los estribos y que suelte el primer golpe. Nadia se acerca a ella y tira de su blusa, justo como ella lo acaba de hacer con su novio y la besa.
Le da el mismo beso apasionado que Mariana le ha dado a David.
Se despega lentamente de ella y le dice suavemente al oído
— He recuperado el beso que le has robado a mi novio. Hazme saber si te has llevado algo más. Tú puede tomar lo que quieras de él, solo recuerda que yo te lo cobraré.
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