alisonoropeza Alison Oropeza

Guardar luto por la pérdida de una amiga muy querida es imposible cuando tu propia intuición te dice a gritos que hay algo que no está bien. Cuando descubres que la persona que amas estuvo engañándote con la persona menos pensada, cambia tu forma de ver la vida. Y de verlo a él. Len Kagamine, el seductor muchacho que creía tener el amor de su hermana Rin y de Luka Megurine en las manos, no tenía idea de hasta dónde podía llegar la ira de una mujer despechada... Hasta que el corazón de Luka quedó destrozado. Segunda parte de Secret Black Vow.



Fanfiction Anime/Manga Déconseillé aux moins de 13 ans. © HISTORIA REGISTRADA EN SAFE CREATIVE

#drama #muerte #asesinato #venganza #sangre #infidelidad #rencor #vocaloid #lenkagamine #rinkagamine #lukamegurine #yandere
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Parte I

El día del funeral fue el más triste para todos.

Luego de haber llevado el cuerpo de Rin al crematorio, Len decidió alejarse y volvió en silencio a su auto. Sin importarle que sus amigos se hubieran quedado esperando a que le entregaran las cenizas en una urna, abrió la portezuela y ocupó el asiento del conductor. La culpa lo carcomía vivo, y no la sólo la sentía por la poco convincente coartada que su desesperadamente tuvo que crear cuando Meiko y Miku pidieron explicaciones.

—Fue un accidente —les dijo—. Tropezó y cayó del balcón de su apartamento.

Y, en vista de que Luka estaba por demás nerviosa al ser una potencial testigo del homicidio indirecto que ambos cometieron, Len tuvo que pensar en una coartada para ella.

—Luka y yo habíamos decidido darle a Rin la noticia de que estamos juntos, pero…

Su voz se quebró al final de la frase y Kaito le dio una palmada en la espalda para demostrarle su apoyo. Meiko mencionó que quizá Len necesitaba tiempo para guardarle luto a su hermana y el tema quedó en el aire. Claro que ninguno de ellos sabía lo que en realidad había acontecido, cosa que Len y Luka agradecieron desde lo más profundo de sus seres.

Estando allí, en su auto, en completa soledad, Len sólo pudo golpear con fuerza el volante del vehículo y exclamó:

—¡Mierda!

Las lágrimas comenzaron a brotar con más insistencia de sus ojos y la nostalgia lo golpeó con la misma fuerza que habría hecho un puño de hierro.

Recordaba bien la forma en la que habían decidido comenzar con su tórrido y prohibido romance, cuando se dieron cuenta de que el amor que sentían por ambos iba mucho más allá que el simple cariño de hermanos. Fue como si de pronto hubieran pasado mil años desde el último beso que él plantó en aquellos labios tan dulces. Como si no hubiera sentido el tacto de aquellas manos tan tersas en mucho tiempo.

Y entonces, se dio cuenta de lo mal que había estado ese asunto desde el comienzo.

—Nunca debí hacerlo —dijo para sí mismo y golpeó de nuevo el volante del auto—. Fue mi culpa…

Pensó y pensó, intentando buscar una forma de escapar de su propia culpa, pero todo lo que consiguió fue aceptar que el mayor error había sido llevar a Luka al apartamento de Rin aquella trágica noche. Si tan sólo la hubiera llevado a otro sitio, Rin jamás se hubiera enterado y…

—Oye, Len.

Se sobresaltó al escuchar la voz de Kaito, que golpeaba con los nudillos el cristal de la ventanilla del auto. Alterado, Len presionó un botón para hacer que la ventanilla bajara y Kaito asomó su cabeza hacia el interior del vehículo.

—¿Estarás bien? —Le preguntó—. Miku ha dicho que te quedarás en el apartamento de Rin.

—Sólo será una noche —respondió Len vagamente.

—Puedes quedarte conmigo, te haría bien tener compañía.

—Quiero estar solo… Dime, ¿Luka se ha ido ya?

—Se ha quedado un momento con Meiko.

Len sintió más culpa en ese momento, como si tal cosa fuera posible. ¿Cómo era posible que se atreviera a pensar en Luka, luego de que fue gracias a su relación con ella que Rin terminó saltando por el balcón de su apartamento?

Se despidió de Kaito con una sacudida de la cabeza, misma que él entendió como una señal para sacar la cabeza de la ventanilla y que Len pudiera subir el cristal. El chico rubio puso en marcha el vehículo y se alejó.

Lo último que Kaito vio de Len, fueron los reflejos de las luces de su auto.

Una de las tantas ideas que tuvo Miku sobre cómo hacer que Luka se alegrara un poco tras el funeral, y la única que Meiko aceptó, fue organizar una fiesta de pijamas. Intentando respetar el luto que debían guardar por la pérdida de su amiga, las tres chicas se olvidaron de las peleas con almohadas y las risas hasta altas horas de la madrugada. En lugar de eso, dispusieron mantas y cojines en el suelo alfombrado de la habitación de Miku. Llenaron algunos tazones con frituras, consiguieron una buena dotación de helado, sacaron todos los viejos álbumes de fotos que todas poseían y dedicaron aquella noche a recordar los mejores momentos que habían vivido en compañía de Rin.

Luka rompió en llanto en múltiples ocasiones, cosa que Miku y Meiko comprendieron sin necesidad de exigir explicaciones. Después de todo, ella lo había presenciado. ¿Cómo podría evitar que las lágrimas brotaran de sus ojos si ella lo había visto todo? Si para Miku y Meiko era muy difícil aceptar que Rin había tenido ese fatal accidente, para Luka era mil veces peor.

—A ella no le gustaría verte llorar —dijo Meiko cuando Luka rompió en llanto por sexta vez consecutiva—. Tienes que intentar salir adelante, eso es lo que Rin querría para ti.

Pero Luka no escuchaba y sólo decía que quería ver a Len.

Sólo Len y ella lo sabían, ellos compartían ese siniestro y criminal secreto.

Luka no pudo dormir bien aquella noche. En cuanto cerraba los ojos, era atacada por una serie de terribles pesadillas. Pesadillas que involucraban cristales rotos, una cama que no era la suya, un par de llorosos ojos azules, y una placentera noche de sexo desenfrenado que terminó muy mal. En sus sueños revivía los últimos momentos que Rin había vivido, desde aquél momento en el que entró a la habitación y la descubrió en aquella posición tan embarazosa.

Y entonces se dio cuenta.

Una y otra vez se hizo a sí misma esa pregunta. ¿Por qué Rin había reaccionado de esa manera, si tan sólo había descubierto a su hermano con una mujer? No encontraba lógica a la situación, así como tampoco podía explicarse a sí misma por qué era que Len se había mostrado tan acalorado a la hora de crear una coartada.

La respuesta cayó sobre su espalda como un balde de agua helada.

Entró en llanto de nuevo, al darse cuenta de lo grave que era en realidad la situación. Se sentía traicionada, con el corazón roto, Totalmente destrozada. Sólo podía preguntarse: ¿qué era lo que Len había estado pensando durante todo ese tiempo? No quería creerlo, pero no había otra alternativa. Le parecía imposible de aceptar que Len la había estado engañando con otra mujer. Y esa mujer era nadie más, y nadie menos, que la hermana del mismo Len.

12 Mars 2019 08:38 0 Rapport Incorporer Suivre l’histoire
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