Aún recuerdo el primer día qué le ví.
Sin duda, era precioso.
Una belleza fuera de esté mundo.
La timidez en persona.
Desde ese momento, ya no quería dejar de admirarle.
Se sentía cómo sí él fuera mí propia luminiscencia y encontrarle una epifanía.
Quería seguir perenne viéndole de aquella manera.
Apreciandolo.
Qué no fuera tan emífero a cómo en realidad lo fue.
Se sintió cómo una eternidad corriendo a pasó veloz.
Una muy hermosa.
Aquella tierna sonrisa, piel complemente delicada y nívea, lindos ojos rasgados de color miel.
Una miel muy oscura, tenue, qué apenas podía notarse solo sí te le acercabas lo suficiente.
Labios delgados pero suaves, y rosas.
Voz meliflua.
¿Qué cómo lo sabía?
Simple.
Él tropezó.
Torpe pero lindo.
Torpe pero lindo.
❛–Él era inconmensurablemente bello, cómo la galaxia de andrómeda.
Y yo simplemente, su vía láctea durante las noches.❜
*.:。✿*゚ ‘゚・
Merci pour la lecture!
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