Entonces abrí mis ojos y esa sensación era abrumadora, no estaba solo. Me arropé hasta la cabeza como si la cobija fuese un escudo ante el monstruo que me acechaba bajo la cama. Comencé a sudar y giré a un costado, sin embargo, uno de mis pies quedó fuera del manto protector, incluso más allá del borde. Quise traerlo de vuelta, cubrirlo, pero una caricia en la planta provocó que un escalofrío recorriera mis venas hasta acelerar mi corazón, también espantó todo atisbo de sentido común en mi cerebro y control sobre mi vejiga. Seguidamente un maullido se escuchó y una sombra mucho más obscura que la penumbra en mi habitación emergió desde abajo de mi cama y creció y creció hasta abarcarlo todo. Cerré los ojos, me acurruqué y aun envuelto entre mi sábana oculté mi cabeza bajo la almohada a la espera de la intervención divina mientras rezaba el Padre Nuestro.
Una ráfaga golpeó la ventana y la abrió. La brisa irrumpió y gelificó el ambiente, también zarandeó todo a su paso. El ruido. Sí, el alboroto despertó a un dragón que entró a mi habitación, hizo la luz, cerró la ventana y espantó todo monstruo o bestia a mi alrededor.
—Roberto, ¿Otra vez?— dijo mi madre. No respondí, sólo brinqué hasta sus brazos.
Nota: Una chica creó un concurso, decidí participar con este relato corto. La primera parte del relato es obligatoria, el premio consiste en una portada. Sólo están dos participantes, invito a apoyar a la chica que amablemente prestará su ayuda al ganador. Lamentablemente aún no me adapto a esta nueva plataforma y no puedo colocar el link al concurso.
Merci pour la lecture!
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