Amapola13 esperaba con impaciencia a su cita, sus finos dedos jugaban nerviosamente con el borde de la copa de vino.
El suave murmullo del restaurante, que al entrar le había parecido tan acogedor, ahora sentía que la asfixiaba.
Observó detenidamente a cada hombre que entraba por la puerta, buscando con la mirada a Ojos_Marrones.
Amapola13 era solo su nick en la red. Lo había elegido porque era elegante, a la par que sencillo, y reflejaba a la perfección su personalidad.
Revisó de nuevo sus pertenencias: un libro abierto reposaba sobre la mesa y una rosa roja descansaba delicadamente sobre el papel como si de un marcapáginas se tratara. Muy apropiado para ese 23 de abril.
Observó con más detalle a la gente del local. Una pareja se sonreía mutuamente en la barra mientras él le acariciaba a ella los rizos. Otra chica estaba sentada en una de las mesas del fondo con el móvil en la mano. Se preguntó si también estaría esperando a alguien. Aquel pensamiento provocó que se sintiera todavía más nerviosa. Se ajustó el escote y comprobó que el maquillaje seguía en su sitio.
Un tintineo llegó a sus oídos desde la puerta indicando que alguien acababa de entrar en el local. Su corazón se paró del todo cuando el hombre comenzó a caminar en su dirección.
–Hola.
–Hola.
–¿Puedo sentarme?
Amapola13 asintió despacio y le echó un rápido vistazo sin ningún tipo de disimulo.
–¿Eres Ojos_Marrones?
–¿Te sorprende?
El hombre tenía una barba pronunciada lo que le otorgaba un aspecto varonil, aunque algo descuidado.
Sus ojos, en efecto, eran marrones y su mirada profunda y cálida.
–Te esperaba más... menos... Tú.
–¿Dices que te sorprende que no haya mentido?
Amapola abrió la boca para responder pero la volvió a cerrar antes de decir alguna tontería.
–Me enviaste tu foto demasiado deprisa y... seamos sinceros, parecía que la habías sacado de un banco de
imágenes.
La carcajada fue sincera. Ojos_Marrones se echó hacia atrás en la silla y comenzó a reír con ganas, a lo que Amapola13 le secundó.
–Me parece comprensible, en internet todo el mundo suele mentir. Pero son gente que tiene cosas que ocultar, carencias de algún tipo. Y no es mi caso.
Una sonrisa agradable se extendió por sus labios y Amapola se imaginó en ese momento mordisqueándolos.
«Pero ¿qué haces?», se recriminó a sí misma cuando sus mejillas comenzaron a volverse rojas. Lo disimuló llevándose de nuevo la copa a los labios.
–¿Te apetece algo de beber? –le preguntó al tiempo que alzaba el brazo para llamar la atención del camarero.
Poco después, otra copa descansaba sobre la mesa junto a un par de platos con jamón y calamares.
–¿Qué le has dicho a tu marido?
Aquella pregunta la pilló desprevenida. Amapola dejó el tenedor en el plato y agarró su copa nuevamente.
No le gustaba demasiado hablar de su vida personal.
–Que mi madre se había puesto enferma.
–Desde luego es una excusa muy trabajada –ironizó él–. ¿Y si se le ocurre llamarla para preguntarle cómo está?
–No quiero pensar en eso ahora. ¿Y tú? ¿Qué le has dicho a tu mujer?
–Lo dejamos la semana pasada.
El alcohol se le fue por otro lado y comenzó a toser de manera descontrolada. «¿Cómo?» Aquella reacción le sacó una sonrisa a Ojos_Marrones.
–No te lo dije porque no quería preocuparte. Hacía tiempo que no estábamos bien y no era justo ni para ella ni para mí que continuásemos con aquello mientras yo me veo con otras mujeres.
–¿Otras? Así que hay más –bromeó Amapola para cambiar de tema y aligerar la tensión del ambiente.
–Solo una me quita el sueño.
–Eso es lo que decís todos.
–Si no funcionase no lo diría nadie.
- Este diálogo parece poco natural. Si ella empieza mostrando interés por la vida del chico y también le coquetea, ¿por qué no pregunta quién es esa chica que le quita el sueño? Al final se revelan identidades, pero sería interesante que existiera un interés más genuino y natural.
La rapidez mental con la que aquel hombre respondía le removió cositas por dentro. Solo habían hablado unas cuantas veces por teléfono, aunque eso era después de llevar chateando varios meses, por lo que solo había podido imaginar su físico a partir de su voz. Las expectativas habían quedado más que superadas.
Sus ojos se dirigieron a su dedo anular, que tenía una pequeña marca pero ningún anillo.
«Vaya, así que esto va en serio».
–Háblame de ti.
–¿Qué puedo contarte que ya no sepas?
–No sé... ¿Playa o campo?
–¿Qué?
–Responde –pidió él antes de llevarse un trozo de jamón a la boca.
–Playa.
–Campo. ¿Carne o pescado?
–¿Es una pregunta trampa?
Ojos_Marrones esbozó una sonrisa cargada de sarcasmo y ella se la devolvió y se dispuso a responder.
–Pescado... Y carne. No le hago ascos a la comida.
–Buena respuesta. ¿Perro o gato? Y cuidado con lo que respondes eeh.
–Perro. No necesito ni pensarlo.
–Supongo que también te gustará la tortilla sin cebolla.
Aquello hizo reír a Amapola ya que era de esa clase de mujer capaz de enzarzarse en una disputa interminable por defender que la tortilla de patata lleva cebolla, la pizza con piña es un sacrilegio y el pico del pan es lo mejor de la barra.
–Vámonos de aquí –soltó Ojos_Marrones de pronto y al hacerlo posó su mano sobre la de ella.
–¿A dónde?
–A finalizar la noche como es debido.
Apretó su mano con fuerza y la instó a levantarse. Ella tragó saliva y dejó que por su mente volaran miles de imágenes, a cada cual más explícita.
Una de sus mayores fantasías era poder dar rienda suelta a su pasión entre los arbustos de un parque. Nunca se había atrevido a realizarla porque su yo interno le gritaba que era demasiado imprudente, que podría haber gente paseando. Aunque precisamente ahí estaba la gracia y por ese motivo daba tanto morbo. Ahora había otra vocecilla que le gritaba lo contrario, que se arrepentiría si no lo probaba.
Deseaba arrancarle la ropa a ese hombre con el que tantas veces había intercambiado conversación.
La noche era bastante fría, aunque eso no impidió que ambos se despojaran de los abrigos. El vestido de ella se ceñía a su cuerpo como una segunda piel resaltando cada curva con elegancia. Cuando sus bocas se encontraron en la oscuridad, el deseo se transformó en necesidad. Las manos de él buscaron sus nalgas para auparla pero en su lugar la acorraló contra un viejo árbol y la devoró a besos. Ella se dejó hacer soltando suaves gemidos por su garganta que rápidamente se confundieron con el murmullo del viento.
Enterró los dedos en su pelo y lo obligó a permanecer en esa posición, completamente pegado a ella, con la lengua recorriendo su cuello y las manos explorando cada centímetro de su piel desnuda.
–¡Eh, vosotros!
Aquel grito les cortó completamente el rollo. Los dos se incorporaron rápidamente y miraron en todas las direcciones. Ella sintió, de repente, el frío colarse bajo su fino vestido.
Un hombre se aproximaba a ellos con una linterna y la cara de querer asesinar a alguien.
–¿No sois un poco mayorcitos para estas cosas?
El policía no les alumbró directamente con la linterna, cosa que agradecieron porque los dos estaban en ese instante medio desnudos.
–Documentación –exigió el agente mientras los miraba consecutivamente. Se miraron entre ellos pero obedecieron al policía. El agente se quedó un rato observando los carnés y luego los miró a ellos y de nuevo bajó la vista.
–Cada día me encuentro con algo nuevo. En fin, no me queda más remedio que multarlos, les llegará a casa en unos días. Ahora márchense y dejen de comportarse como adolescentes. Ya tienen una edad.
–Sugiero que haya un poco más de tensión antes de que el policía llegue. Esto le añadirá más emoción a la historia.
Vieron al policía alejarse, aunque no se movieron hasta que no desapareció por completo.
–Te dije que este jueguecito era una mala idea, Irene.
–Pues hasta que nos han interrumpido te lo estabas pasando en grande –replicó ella al tiempo que se abrochaba el abrigo.
–¿Vas a pagar tú la multa? Te recuerdo que las facturas nos llegan esta semana.
–Venga, no te enfades, amor –Amapola13 se agarró del brazo de su marido, Ojos_Marrones en la red, y mientras caminaban de regreso a casa le devolvió aquella alianza de la que nunca se desprendía.
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