Era viernes, y viernes se hacia sentir como si el infierno se hubiera mudado a la tierra en aquel pueblucho olvidado por Dios, las personas se cocinaban en las casitas de lata improvisadas, que hacian a su vez de horno en el jugo impropio de su propia miseria y todos hacían oídos sordos al molesto sonido de los resortes dañados de un colchón siempre a las 2 de la tarde, siempre en la misma casa y siempre del mismo modo, irónico el nombre que se podía leer difuminado en el cartel macilento de la entrada del pueblo "Sagrado Corazón de Jesús", era como un mal chiste enmarcado que todos veían al pasar detrás de la mugre del letrero. Mientras pasaban las 2 de la tarde y se empezaba a escuchar el irritante sonido de aquel colchón tan descuidado, todos buscaban refugio del sol y del calor en alguna mata de mango, o se abanicaban con alguna hoja para no ser derretidos por la tragedia de un sol embravecido y se hacían sordos y ciegos a eso lo cual les estorbara en la vida, no importaba cual fuera la intensidad del sonido o la duración del mismo, o si aquello venia acompañado de los chillidos de misericordia que alguna infante lograba proferir, esas cosas que no tuvieran que ver con evitar el maldito calor del Viernes pasaban imperceptibles en sus vidas.
"Alguna vez jugaste la gallinita ciega?, ese juego estúpido en el cual alguien se coloca una venda y trata de atrapar a los demás sin ver nada, todos en el pueblo parecen disfrutarlo Clara; pero lo juegan mal, ellos no te buscan, no tratan siquiera de encontrarte". Eso era lo que Clarita pensaba mientras aquel animal estaba encima de su pequeña humanidad de tan solo 5 años, mientras su boca llena de mierda empezaba a salivar, y su cuerpo transpiraba el alcohol de la madrugada anterior. "Pero, pero... Dios debería escuchar o acaso las miles de suplicas que haz hecho no le han podido llegar?, tal vez Dios debe ser el campeón jugando a este mismo juego". Después de eso Clara no lloro mas, ni se lamento, ni grito mas solo se quedo inerte con la vista clavada en el techo sin esperar nada, porque no había nada que esperar, después de 4 viernes Clarita había muerto y el animal seguía encima de ella terminando su acto lascivo, mientras todos seguían jugando al mismo juego de siempre la Gallinita ciega.
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