Ella. Aquella mujer hermosa. La mujer de mi vida se había ido. Sus motivos fueron claros, dijo que yo era un vil farsante...
Mi chica. Mi verdadero amor, no lo entendía. Yo nunca le mentí. Mi repugnante vida se había tornado tan miserable e insana, que me vi en la necesidad de crearme otra realidad, ¡sí! Me mentía a mí mismo. Terminé por creerme todas y cada una de mis alucinaciones.
Era el hombre perfecto para ella. Todo lo que le decía encajaba perfectamente en sus gustos, imagínate, hasta yo amaba a ese hombre. No fue mi intención mentirle, no fue mi intención herirla. Ambos habíamos sido víctimas del engaño de mi subconsciente, que me merecía como un hombre ideal.
La perdí y me perdí.
-Jordan S.
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