Las decepciones aparecen cuando colocamos nuestras expectativas en la persona inadecuada y/o también cuando somos muy exigentes y colocamos objetivos inalcanzables, donde nunca nadie será realmente bueno para cumplirlas.
Esta vez quiero hablar de esta última razón, ya que muchas veces desarrollamos unos estándares que sobrepasan la faz de la tierra, donde nada es suficientemente bueno y nada nos parece mejor que algo.
La vida transcurre de relación en relación de las que sabes que en algún momento terminarán, y es cuando la tía chismosa dice: porque terminaron? Se veía que era un buen muchacho! que te quería! Y solo responder -no nos entendimos- y cortar de una vez esa conversación de cuestionamientos infinitos.
Pero detrás de esa respuesta se esconde una libertad emocional, una independencia que ha llegado a los extremos, un amor a la comodidad de la soledad, extremos que no son buenos, porque es comprobado que nos hace bien buscar el equilibrio en nuestra vida y no en una terapia de yoga o como Julia Robert en la película Ama, Come y Reza (aunque es súper tentador ese plan de viajar y viajar para encontrar tu esencia) pero debemos vivir y hacerlo funcionar con lo que tenemos a la mano y es: brindar y recibir. No negarnos a la posibilidad de permitir que entren personas que pueden resultar valiosas para nuestras vidas, y no como en una Discoteca que sale y entra cualquiera, podemos colocar un cover y un monto mínimo para permanecer.
La soledad es deliciosa y acogedora, pero debemos verla como una etapa que también debe pasar, no debemos estancarnos sino disfrutar cada estación que se nos presente.
Hay tiempo para guardarnos en el invierno pero también para disfrutar la primavera…
Merci pour la lecture!
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