Tras el escaso éxito de mi primer artículo al respecto, me he animado con un segundo. No hay nada más estimulante que el fracaso.
Como creo que ya quedó claro el espíritu de esta sección me dejaré de preámbulos y atacaré directamente a la yugular.
Comenzaré con un grupo escocés liderado por Roddy Frame, Aztec Camera. Me gustaban cuando surgieron y me gustan ahora. Considero que la mayoría de sus composiciones no han sufrido merma con el paso de los años. Puede que la primera que llegó a mis oídos fuera Jump, perteneciente a su 2º album de1984, Knife. Ya dejé caer lo sencillo que resulta adjudicar la autoría de un tema a las primeras de cambio. Volvió a ocurrirme, imaginando que esa delicada melodía, suave y envolvente, se debía a la voz amable de Frame. Craso error amigos. El tema fue compuesto por David Lee Roth que lideraba la banda californiana Van Halen, junto a los hermanos Eddie and Alex Van Halen, justo el año 1984 (por lo visto a Frame le impactó enseguida el tema, lo versioneó sin dilación). La original no me gusta. En alguna que otra ocasión he insinuado que prefiero la versión a pesar de la calidad de la original. En este caso no cederé ante tal concesión. El teclado de Van Halen es cansino y el grupo nunca me ha entusiasmado. Evidentemente me gusta Ain't talkin bout love y el disco homónimo que la contiene (el primero) y sobre todo lo excesivo de David Lee Roth; es una bomba sexual, un imán para la cámara, todo un showman con sus posturas y vestimentas: El líder que todos desearíamos tener. Pero querido David, en el asunto de “saltar”, Roddy te lleva la delantera.
Cambiando de tercio radicalmente, me voy a referir a un cantautor canadiense que desarrolló su carrera musical (porque también fue poeta) entre los 60’ y los 70’. Leonard Cohen compuso un buen número de buenas canciones. No aportaría nada repitiendo las que la mayoría conoce. Me referiré a una mundialmente conocida Hallelujah (lo es ahora; antes de la versión no lo era tanto) ¿Es un buen tema? Desde luego que lo es (y si tienen la oportunidad de escuchar alguna versión en directo con el enriquecimiento de otros instrumentos, háganlo). Pues bien, uno que es inquieto y con ganas a menudo de descubrir nuevos horizontes, se topó con un muchacho llamado Jeff Buckley. Lo conocí gracias al programa de Ramón Trecet en Radio 3 (Diálogos 3). Trecet presentó el disco Grace del año 1994 (primero y único). Y la versión aparece en él. Deben de escucharla y compararla. Jeff parece un hijo de Cohen mejorado, una prolongación de su cerebro pero con vida propia e ideas muy concretas. El pobre Jeff murió ahogado en un rio de Memphis a los treinta años. Cada vez que escucho su Hallelujah lo veo nadando, saludando a la nada. Habían quedado con la banda para dar forma a su segundo trabajo. Mientras esperaba él y Keith Foti al resto de músicos, fueron a dar una vuelta y Jeff decidió darse un chapuzón. Un eterno chapuzón.
Por descontado que tampoco les privaré de la sección española en esta ocasión. Tras el clamoroso entusiasmo de la anterior (pobremente demostrado por ustedes, debo de añadir), no me he podido resistir. A los que reproducimos música de manera no informática, es decir con vinilos y CD, nos ocurre algo singular. Compramos el disco, lo escuchamos y, en el mejor de los casos, lo ponemos de vez en cuando. A veces, si no nos llama la atención, pasa al olvido de la estantería. Y me ocurrió ordenando la sección de música española. Esto que voy a decir no lo cuenten a nadie. Bajaré la voz, por si acaso: en algunas reuniones con amigos, en las que bebemos más de la cuenta, los discos no se devuelven al lugar que les corresponde, que suele ser el alfabético. Pues bien, ordenando, reparé en un CD del Niño Gusano. A pesar de la amistad que me unía con Sergio Algora y el gran dolor que me supuso su muerte, nunca he llegado a encajar bien su música. Decidí escucharlo entero otra vez. El disco se titula Fantástico entre los pinos. En él hay buenas canciones, Todo comenzó a ir mal, Yukón, Transparente, La mujer portuguesa etc. Cuando sonó Las venas de mi amigo están ardiendo, me dije, «¡qué canción tan chula!». Con gran decepción y absoluta sorpresa mis fuentes de documentación me comunicaron que era de Polanski y el Ardor, grupo de Madrid, que en los 80 cantaba aquello de Ataque preventivo de la URSS y Chantaje emocional. No tardé ni dos segundos en reproducirla en Youtube. No me sonaba de nada, y eso que tengo también el vinilo de Polanski. Víctor Manuel Muñoz, vocalista de Polanski, canta igual de mal que Sergio. En la original se advierte una pasión propia del sentimiento que le produce su composición. Pero al igual que deslizo en otras ocasiones, suena viejuna y la grabación es mediocre. La del Niño Gusano conserva la emoción de la original transmitiendo un mayor poderío en la interpretación de una letra desquiciada, pero que emociona. Sin lugar a ambages la mejoría es palpable.
Y para que no decaiga el amor patrio, continuaré con más versiones españolas. No sé si recordarán a un grupo belga llamado Thecnotronic. En su primer álbum (del año 89), Pump Up The Jam, consiguieron vender millones de copias de una de sus composiciones, Move This. No me tiembla la mano al escribir que el resto del disco, y en general esa banda precursora de la música house, no me seduce lo más mínimo. Pues bien, un músico que seguro que desconocen (yo sé quién es por razones azarosas de la vida), Jim Mendoza, autodidacta y laborioso artesano de composiciones musicales caseras, reparó alguna mañana de resaca en el mentado tema. Le propuso a Mitxu Pitxu interpretarla. Con ella, de manera esporádica, ensayaban versiones de lo más dispar, desde temas de The Undertones, hasta baladitas de Velvet Undergruond. A Mitxu Pitxu le encajó la propuesta y de resultas surgió un tema que supera sin discusión al de los belgas. Para empezar, se escapa de esa atmósfera house tan mortecina; la interpretación vocal le da mil vueltas; se quita el sintetizador y la base rítmica artificial por guitarras con gusto, una batería de verdad, coros vocales y adornos de punteos. Un auténtico paseo por el optimismo y las ganas de vivir, alejándose de cementerios de discotecas y clubs de house. Lamentablemente sólo lo pueden hallar en Youtube. Al pobre Jim Mendoza no le ocurrió ni siquiera lo que cantaban Almodóvar y Macnamara en su mítico tema Gran ganga: “Un disco grabó y nadie lo compro”. Ni siquiera eso.
Esta va de súper héroes. Concretamente de Batman. Aunque no venga mucho a cuento, filtraré de modo gratuito mi opinión sobre Batman: no me gusta. En realidad, ni las películas ni los cómics de súper héroes me han atraído demasiado. Si me obligaran a elegir me quedaría con las tres películas de Spiderman (este me mola, sin conocer la razón) que protagonizó Tobey Maguire. Vamos a lo musical, ustedes me enredan en telas de araña de manera intencionada. Hay que puntualizar que antes de convertirse en película fue una serie americana de los 60. Batman Theme fue compuesta por Neal Hefti en 1966. Este tema tiene cientos de versiones, desde The Ventures hasta The Kinks, pasando por The Jam. Pero es sosa y monótona hasta decir basta; una letanía repetitiva. Me quedo con la de Link Wray. Hablamos ya de este músico nacido en Carolina del Norte y descendiente de la tribu Shawnee. Tras servir en la guerra de Corea, donde contrajo una tuberculosis que acabó con la extracción de un pulmón y le dificultó volver a cantar, se refugió con furia en su guitarra. Su versión de Batman aparece en varios álbumes, uno de ellos es Early Recordings. No se la pierdan.
En los 60’, Arthur Lee lideraba la formación Love. Fue una de las primeras bandas estadounidenses que combinaban elementos rock, folk y psicodelia. En su tercer disco, Forever Changes (1967), aparecía un tema, que no es mi favorito (prefiero Alone Again Or, aunque el disco está muy bien), titulado A house is not a motel. Es uno de las buenas composiciones del Lp. En el Londres de los 80’ surgió un grupo de psicodelia llamado The chemistry set. En su album titulado Wake Up Sometime! (tampoco se pierdan su portada) aparece una versión de este tema similar en lo superficial, pero con matices que me resultaron atractivos. Ashley Wood interpreta el tema con la sensibilidad de Lee, pero la banda le concede pildoritas que son a la vez sugestivas e igual de hipnóticas que las de Love. No intentan arrancar el tema de su coma, sino hacerlo más llevadero. Esa dosis de humanidad me gustó.
Y por ir acabando, comenté que existen versiones que me gustan tanto como la original y que me resultaría complicado elegir. Existen unas cuantas amparadas en esta categoría. Hoy les traigo I heard it through the grapevine, una canción escrita por Whitfield y Strong para la compañía de Motown Records en 1966. La primera versión lanzada de esta composición fue interpretada por Gladys Knight & the Pips, en el 1967. Recuerda mucho a Aretha Franklin en algunos momentos. Existen bastantes versiones decentes, como la de Marvin Gaye, pero a mí, la que me gusta tanto como la original es la de Creedence Clearwater Revival. No se parecen en nada, esta última es menos festivalera, más fúnebre. Quizás por eso me atraigan por igual, por esa manera de decir lo mismo de un modo tan diametralmente opuesto.
Y repito que versiones nefastas las hay a patadas. De momento no me busquen para que remueva la basura. Para eso siempre hay tiempo.
Espero que sus vidas sean una versión decente de lo que debería de haber sido. Si no es así, búsquense a alguien que los interprete. Hay gente para todo.
Artículo perteneciente a la serie Música / Mejor que la original
Música sólo hay una, ¡esta! En esta sección trataremos la vertiente siempre seductora de las versiones, la aportación más que fundamental de las mujeres al desarrollo del pop y del rock, la armónica como instrumento protagonista, la geo localización de las bandas, el amor y el odio como armas arrojadizas del pentagrama, parecidos sospechosos e incluso temas que nos han hecho llorar. Simplemente confío en añadir un pequeño grano de arena a su felicidad. Espero conseguirlo. En savoir plus «Música».
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