La niña de siete años estaba jugando con una de sus muñecas cuando su padre se acercó.
—Nena, dile a mamá que la quiero mucho y a ti y a tu hermanito también. Y dile que las llaves de la caja están en el calcetín de cuadros, segundo cajón.
La niña, sin saber mucho más obedeció y se fue hasta su madre que estaba en la cocina y le dio el mensaje. Ella se quedó pálida. Al momento, recibió una llamada. Su esposo había fallecido en un accidente con el camión. Miró a la niña y se tocó su vientre plano. Se enteró en ese mismo momento que su esposo había fallecido, que su hija había heredado el don de la mediumnidad de la abuela y que estaba embazada.
***
Desde ahí, todo fue borroso, no recordaba ver nada. Solo sabía que tenía amiguitos invisibles, que su madre solía mirarle raro cuando hablaba con ellos y que ella se asombraba de que no los viese. Después, cuando fue adolescente, todo eso pasó, nadie se comunicaba con ella, hasta que al cumplir los veintiuno volvió a comenzar.
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