saul-perez-diaz5653 Saul Perez Diaz

Ante la desesperacion la gente no tiene mas que creer ciegamente, en este caso en una dudosa profecía. La cual hace alusion a una persona, Hombre o Mujer; un niño o un anciano, una persona que los guiaria hacia la paz que tanto buscaban, a una era de prosperidad siempre y cuando tuviesen esperanza. Esa persona llego y la profecía se cumplio, al menos parcialmente. Aquel dia en la batalla final, no fue solamente el enemigo quien perdio.


Fantaisie Interdit aux moins de 18 ans. © Hotbound

#héroe #profecía #amigos #amistad #fantasia #poderes #demonios #novela ligera
0
7.0mille VUES
En cours - Nouveau chapitre Tous les samedis
temps de lecture
AA Partager

Prologo

Un conflicto se lleva a cabo en una sala, la sala del trono enemigo. El sonido de las espadas resuena en ella al golpearse una contra otra.

− ¡Acabalo ahora! – Grita alguien el fondo.

Una batalla se está llevando a cabo en aquella sala. De un lado se encuentran los humanos que intentan imponerse ante su enemigo, lo que llaman “demonio” aun siendo muy similares entre ellos. Aun siendo un ataque por parte de los humanos, se ven abrumados ante la fuerza de los demonios.

− ¡Vamos! Solo resistamos un poco más – Suena al fondo nuevamente.

Frente a todos ellos se encuentra una persona, da la impresión de ser el jefe de los humanos, debido a que en su cabeza no hay cuernos que es lo que caracteriza a los denominados “demonios”. La persona que está al frente es alguien que viste de una brillante armadura, que resalta entre la de los demás soldados que se encuentran en aquella sala, acompañada de una larga capa que cubre su espalda… aun con eso, no es nada en comparación del jefe enemigo. Aun solo siendo unos cuantos centímetros más alto que el jefe humano, el jefe demonio es imponente y emana un aura que hace temblar a cualquiera que se acerca a él. Sin embargo, el jefe humano lejos de temer por su vida, se mantiene firme ante cada golpe.

− Esto… esto está llevando mucho tiempo, no podremos aguantar más – dice un soldado con temor a morir. Aun habiendo quitado la vida de algunos demonios con anterioridad. Aprovecha un descuido del enemigo y acaba con él, seguido da la vuelta y parece querer huir.

− ¡No huyas! Solo confía en el… ¡confía en el Héroe! – Dice otro soldado de apariencia regular, un simple vasallo. Aun denotando un gran temor a la muerte al cubrir cada golpe, se mantenía firme, igual que aquel que llamaban “Héroe”.

La confrontación sigue unos cuantos minutos más, los humanos poco a poco retroceden. Ni dos humanos son suficiente para hacer frente a un solo demonio. Sin embargo, el “Héroe” no retrocede, sigue adelante cubriendo cada golpe que suelta el jefe contrario. Su espada parece perder filo a cada golpe, el escudo que porta comienza a abollarse, los golpes resuenan fuertemente, pero él se mantiene firme, sin retroceder ni un solo paso.

− Lo sabía… lo sabía, ¡el Rey demonio es invencible! – Grita un soldado asustado. Debido a su descuido y poca fe, intenta huir del campo… la peor decisión que pudo tomar. Aquel soldado al igual que muchos antes que él, es atravesado por el arma enemiga, perdiendo la vida instantáneamente.

Los soldados son diezmados uno tras otro, lo que era un gran ejército se vio reducido a un solo batallón de unos cuantos hombres. La moral de los soldados esta por el suelo, ellos solo quieren volver a casa… pero si pierden aquella batalla no habrá un lugar al cual volver.

− ¡No se rindan! – Resuena un grito sosteniendo aquella orden. – ¡Es ahora o nunca! No nos echaremos atrás, esta es la última batalla… ¡aquí es donde encontraremos nuestra paz! –

El hombre que gritaba tales cosas era aquel que llamaban Héroe. Aun siendo el que se encontraba enfrentando al jefe final, a la persona con más poder en ese momento, capaz de diezmar batallones por su cuenta, había gritado fuertemente para subir la moral de su ejército. Aun siendo el líder, él no era un rey, un monarca o un emperador… él era el Héroe que los llevaría a la victoria.

Tanto soldados como demonios fueron aturdidos por aquel grito, fijando sus miradas en aquella épica batalla, dejando de lado su propia batalla. El Rey da un golpe directo al brazo izquierdo del Héroe con su espada, a lo que el Héroe responde cubriéndolo con su escudo, sin embargo, el golpe es tal que logra hacer un doblez en el escudo. El Héroe aprovecha el impulso del golpe que recibió para girar y asestar un corte a la armadura del Rey con su espada, lo cual no parece hacer mucho efecto. El intercambio de golpes continua, ambos diestros en el arte de la espada, ambos poseyendo una gran defensa que parece inquebrantable.

− ¡Vamos! – Grita por última vez el héroe sosteniente su voz.

El Rey dirige una estocada con gran determinación al pecho del héroe. El golpe que decidiría el fin de la batalla, un escalofrió recorre la espalda de los soldados.

− Es el fin… − dice un soldado preparado para morir cerrando sus ojos.

El golpe… con un movimiento milagroso fue desviado por el escudo del héroe. Respondiendo inmediatamente con un contra-ataque. Con un rápido movimiento, la batalla llega a su fin. El héroe… atraviesa al Rey por el pecho cercas del corazón, sin dar directo a este, retira con rapidez su espada del pecho y da el ultimo corte, cortando de lado a lado el cuello del Rey, decapitándolo limpiamente. La imagen es tal que todos se quedan sin palabras. No es hasta que la cabeza del Rey suena al caer en el suelo que todos vuelven en sí.

− Lo hizo… − Murmura alguien en el fondo.

− Lo logro… − Murmura otra persona – ¡Venció al Rey! –

− ¡Lo logramos! – Gritan los soldados restantes llenos de esperanza.

Como era de esperar, presenciar la muerte de su Rey bajo el espíritu de los demonios. Los humanos que se veían en desventaja, aprovecharon la conmoción para alzarse nuevamente, abrumando a los demonios. El rol se invirtió y un humano era suficiente para acabar con dos demonios… inclusive tres. El ejército se movía delante hacia su Héroe, arrasando con todo a su paso.

El Héroe envaino su espada y se mantuvo firme dando la espalda a su ejército, admirando su hazaña, su logro.

Demonio tras demonio caían ante los implacables humanos. El Héroe no se movió de su lugar, por no poner en desventaja aún más al enemigo o por simple compasión no se unió a la batalla.

Lo que parecía imposible se volvió posible, los humanos estaban arrasando todo a su paso, los demonios no tenían tiempo siquiera para llorar la pérdida de su Rey (si es que ellos podían llorar). Todo acabo al cabo de unos minutos, cuando el ultimo demonio en aquella sala fue exterminado.

− Acabo… − Murmuro uno de los soldados que sobrevivieron. – Realmente acabo –

Los soldados estaban exhaustos, tanto física como mentalmente, habían visto a caer muchos de sus compañeros y posiblemente por su mente solo rondaba la pregunta “¿Cómo es que sobreviví?”.

− Al fin termino… − dijo un soldado dejando salir un suspiro, comenzó a caminar a uno de los cadáveres, quizá un amigo. – Todo acabo… pero no es lo mismo sin ti, desearía que estuvieras aquí conmigo para celebrar... – El soldado parecía estar reteniendo algo, como si tratase de esconder sus sentimientos, pero era inútil, sus ojos habían comenzado a lagrimear y no paso mucho hasta que rompió en llanto. Las lágrimas caían en la armadura de su amigo que había caído, uniéndose a la sangre derramada en el suelo.

El rey demonio había caído… llevándose consigo aliados, compañeros, amigos… familia de un sinfín de personas. Aun siendo una victoria para la humanidad, la moral decaía, cada vez había más soldados llorando por sus aliados, un aura depresiva invadía la sala.

“¿Qué es lo que ganamos? “

Pensaba más de uno.

− ¡Levanten sus cabezas! – grito un soldado al fondo – Está bien que lloren por los que perdieron, nadie los juzgara, pero aun así… ¡Levanten sus cabezas! Yo al igual que ustedes siento dolor, es lo que nos hace humanos… pero… Hemos ganado ¡Y eso es más que suficiente para que haya valido la pena! No bajen sus cabezas, si lo hacen, ellos no podrán descansar en paz, sonrían, celebren, que una nueva era comenzara, un mundo de paz para que crezcan nuestros hijos… –

Las palabras provenían de un simple soldado, alguien que, igual que los demás había perdido de todo en aquella batalla, a su cuerpo le faltaba un brazo y a su rostro un ojo. Aquel soldado en específico había mencionado “Hijos” … irónicamente la guerra se los había quitado con anterioridad.

− No menosprecien los sacrificios de los caídos… sean como el Héroe que se ha mantenido firme aun habiendo perdido a tantos de sus soldados, honrando incluso a su enemigo –

Los soldados postraron su mirada sobre el Héroe que se mantenía en pie, por el que habían ganado aquella guerra. Su capa ondeaba con un repentino viento que había entrado a la sala, así mismo como si fuese parte de un milagro, una luz entro por una ventana, directamente a la resplandeciente armadura del Héroe. Lo que estaba ante sus ojos maravillaba a cualquiera, era simplemente una imagen hermosa.

− V… Victoria – Murmuro el soldado que lloraba frente a su amigo. Centrando la atención en él.

− Victoria – Dijo otro soldado en otra parte de la sala.

− ¡Victoria! – Grito uno de los soldados. Seguido de otro y uno más.

Los gritos de victoria invadieron la sala, resonando fuertemente. Los soldados restantes se pusieron de pie uno tras otro, alzando sus puños al cielo, gritando “Victoria” nuevamente.

− Al fin podré volver con mi esposa… − dijo uno de los soldados con alivio esbozando una linda sonrisa.

− Ya quiero ver que tanto creció mi pequeño – dijo otro con ansias por ver a su hijo.

− Creo que yo cuidare de mamá… debió sentirse muy sola desde que me fui – dijo otro con preocupación y algo de culpa.

− ¡Yo cumpliré mi sueño de vender flores! – Grito otro. Sus palabras resonaron entre toda la multitud, puesto que grito en el momento en el cual hubo silencio, captando la atención de todos estos – Digo… abriré un bar –

El resto de soldados no pudo aguantar la risa al haber escuchado un sueño tan tonto… pero era simplemente alentador el escuchar algo así. El mirar como después de tanto sufrimiento y mirar un paisaje tan desolado, aun había gente que miraba al frente, que buscaban seguir con su vida y tenían sueños. Uno tras otro perdió el miedo y grito su sueño.

− ¡Yo quiero bailar! – grito otro soldado.

− ¡Yo escribiré una novela!... aunque debo aprender a escribir primero… – dijo con pena otro soldado.

El aura depresiva que había invadido la sala se dispersaba poco a poco debido a los sueños llenos de alegría y esperanza de los soldados.

Las risas y la gente contando su sueño no pararon. Algunos se sentaban a descansar y recibir atención a sus heridas, mientras que otros se acercaban a sus compañeros caídos para decirles adiós.

Así mismo, uno de los soldados, el 358 en la lista para ser exactos, se acercó al Héroe que no se había movido ni un centímetro.

− Todo acabo, lo lograste – Le hablo con una informalidad que solo los conocidos o alguien con mucha confianza haría. – Por fin podemos volver a casa… y es todo gracias a ti –

El Héroe no giraba siquiera su cabeza para agradecer los elogios de su conocido.

− Pero enserio… no sé cómo lo lograste, ¡lo venciste tu solo! – Decía con gran asombro, inclusive parecía brillarle los ojos. – Cuando dijiste que querías enfrentarlo tu solo pensé que estabas loco, iba a saltar a ayudarte apenas te viera flaquear… aunque dudo que pudiese hacer algo la verdad –

El soldado 358 soltó una leve risa, hablaba en tal confianza que confirmaba ellos eran cercanos, quizá un amigo. Por otro lado, el Héroe no respondía ante ninguna de las palabras de su amigo.

La sangre que salía del cuerpo decapitado del Rey seguía fluyendo, había dejado un pequeño rio que se extendía hasta el calzado del Héroe, realmente era algo asqueroso.

− Rayos… con lo que odio la sangre, me provoca náuseas y es difícil quitar el olor de la armadura – dijo el soldado 358 irónicamente.

− Lo logre… ¿No? – pregunto el Héroe de una forma muy sospechosa enfatizando en el “¿No?”.

− Es lo que yo dije… Lo lograste − respondió el soldado 358 con un tanto de confusión.

− Al fin habrá paz… ¿No? – Pregunto nuevamente el Héroe.

El soldado 358 se encontraba un tanto confundido, la voz del Héroe sonaba un poco apagada, añadiendo el hecho de sus preguntas sin sentido. Si bien, la paz no llegaría, así como así, estaban más cercas de lograrlo sin los demonios atacándolos.

Fue cuando miro nuevamente el calzado del Héroe que noto algo inusual. Una pequeña cantidad de sangre fluía de la armadura del Héroe, la suficiente para dejar gota tras gota ante aquel charco de sangre, y la suficiente para ser preocupante.

− Oye… Ciel, está bien… ¿Cierto? – pregunto el soldado 358 con preocupación.

El Héroe llamado “Ciel” giro su rostro hacia el soldado 358, lo miro fijamente durante unos segundos, seguido a ello entre cerro los ojos y sonrió amablemente.

Gracias por todo…”

Con esa amable sonrisa y unas simples palabras… el Héroe se desplomo, cayendo sobre su espalda.

Debido a que su capa lo cubría, nadie había notado la razón del por qué el Héroe no se movía. Atravesando completamente su abdomen, estaba el arma enemiga. Una herida tan grande que haría preguntarse a cualquiera “¿Cómo es que se mantuvo de pie durante todo este tiempo?”. Pero no era hora de preguntas.

El Soldado 358 abrumado y confundido por lo que estaba frente a el no supo cómo reaccionar. Su cara estaba seria, pero poco a poco se deformo en algo horrible. Arrugando sus cejas y crujiendo los dientes, los ojos comenzaron a lagrimear y sus rodillas a temblar, le siguió todo el cuerpo, cerraba sus palmas haciéndolas un puño con mucha fuerza, dejaba salir uno que otro sollozo hasta que no pudo mantenerse más…

− ¡Cieeeeel! – Un grito que abrumo a las risas y lamentos de los demás presentes, retumbando en toda la sala. – Hermano… dime que sigues conmigo… por favor –

Una petición estúpida, él ya se había ido.

Se puso de rodillas y estiro con delicadeza el cuerpo de su hermano, posando pecho contra pecho, cubriendo la parte posterior con sus brazos, mojando el suave pelo con sus lágrimas a su vez que se mecía de frente hacia tras.

− Esto… esto no puede terminar así… no me puedes abandonar así – decía con una voz cortada, sus cejas se fruncían al lado contrario y sus labios temblaban al igual que todo su cuerpo. – Prometimos que volveríamos… los dos… la paz que buscábamos… no es esta −

Dicho grito atrajo la atención de los demás. Nadie podía creer lo que sus ojos miraban, al frente en lo más lejano de la habitación, donde el Héroe había terminado la guerra, solo se encontraba un soldado llorando mientras sostenía el cuerpo un cuerpo sin vida.

− ¡Vuelve!... ¡Vuelve!... – Los gritos seguían, mientras apretaba cada vez más fuerte y lloraba más fuertemente.

El resto de soldados guardaron silencio, a lo que en la sala solo se escuchaba alguien llorar y repetir constantemente una palabra...

Los soldados que se encontraban de pie se postraban sobre una rodilla mostrando respeto, por otro lado, mientras que los heridos solo bajaban su cabeza. Juntaron las palmas de sus manos e hicieron una plegaria al cielo. “Dios que estas en los cielos…

Una plegaria a Dios… una plegaria para el Héroe.

“Vuelve…”

21 Mars 2018 06:16 2 Rapport Incorporer Suivre l’histoire
0
Lire le chapitre suivant Capitulo 1: La profecía de Esperanza

Commentez quelque chose

Publier!
AC Angel Carballo
Muy buena forma de escribir, no esta llena de detalles, como esas Historias que tiene un capitulo entero solo para describir unas cuantas cosas, me encanto. y la trama esta interesante. Muy bueno. Cambiaría la palabra "Dios que estas en los cielos" Al usar Dios con Mayúsculas estas hablando del Dios todopoderoso, el único creador, Es ente mundo podrías utilizar, dioses o ancestros.
March 24, 2018, 01:56

  • Saul Perez Diaz Saul Perez Diaz
    Buena observacion (lo de "Dios") supongo que lo puse asi por la pura costumbre. Muchas gracias por el comentario :') March 24, 2018, 03:12
~

Comment se passe votre lecture?

Il reste encore 17 chapitres restants de cette histoire.
Pour continuer votre lecture, veuillez vous connecter ou créer un compte. Gratuit!

Histoires en lien