moniarranz Mónica Trujillo

Casi todos los jóvenes y adolescentes sueñan con pertenecer a un grupo afín con sus intereses. La mezcla de magia y conjuros con el ansia de vivir nuevas experiencias alucinantes puede resultar peligrosa.


Histoire courte Déconseillé aux moins de 13 ans.

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Histoire courte
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La Ceremonia


El 31 de octubre cayó en viernes, ideal para comenzar a disfrutar del fin de semana más emocionante del año. Quedamos a las siete de la noche en el cementerio más visitado de París, en realidad, uno de los más visitados del mundo. El Cementerio de Montparnasse alberga tumbas de muchísimos personajes famosos no sólo franceses, sino de toda Europa, Latinoamérica y otros confines de la tierra.

Conocíamos la palabra “secreta” usada generación tras generación por los adolescentes que nos precedieron, los del último curso del instituto. Nuestro contacto era Ralph, ilustre miembro de una familia de rancia alcurnia parisina. Su familia poseía un mausoleo en el lado sur del cementerio donde reposaban los restos de sus ancestros, sus parejas, hijos y nietos de la alta “suciedad” que hacían lo que les daba la gana desde siempre, incluyendo violar las normas y leyes que estorbaran a sus propósitos.

Fuimos llegando uno a uno, al llegar a la entrada del mausoleo una mujer de edad indeterminada con melena rizada e indomable fumaba observando el monumento ladrillo a ladrillo, como si estuviera memorizando la estructura. Nos daba la espalda, pero las instrucciones eran claras, debíamos situarnos cerca y soltar la frase sin más para esperar su respuesta:

— “No se ven entre sí, no saben que están muertos”.

La enigmática mujer nos respondía:

—¿Cuántos sois? —respondíamos cada uno con un número, empezando por el tres.

Memorizamos la frase, ensayamos la entrada, repartimos las horas asignadas, con media hora de diferencia para disimular mejor. Nos aprendimos los números que debíamos responder a la pregunta y ensayamos varias veces todo, porque si nos confundíamos nos sacarían a todos de la ceremonia. Entramos cinco y salimos cinco, eso significa que fue un éxito rotundo.

Estuvimos reunidos en aquella plaza a pocas calles del cementerio bien abrigados para no resfriarnos. El otoño había entrado pronto, unos ventarrones gélidos nos calaban los huesos a pesar de llevar puestas nuestras chaquetas gordas, nuestros gorros y nuestros guantes. Bebíamos coca cola con ron para entrar en calor, pero en verdad era una excusa, siempre supimos que no no habría vuelta atrás, debimos adormecer las conciencias porque sabíamos que la experiencia iba a ser espeluznante y cambiaría nuestras vidas para siempre. Claro que por eso fue precisamente que nos postulamos, solo verdaderos valientes eran aceptados como candidatos y las pruebas que pasamos fueron bastante fuertes, por calificarlo de alguna forma.

Tras una hora de estar reunidos, empezamos a separarnos cumpliendo el itinerario planeado. Entonces notamos que a pesar del frío, sudábamos como en pleno verano, nuestros pies quemaban, nuestras espaldas chorreaban, nuestras manos estaban empapadas a pesar de estar entumecidas de frío.

Nos mirábamos escrutando los pensamientos secretos de los demás, observábamos a los transeúntes inocentes que se cruzaban con nosotros sin saber lo que pasaría unas horas después.

Todos recordamos ahora que antes de salir de casa, padres, madres o hermanos, abuelos o tíos que nos despedían al partir para nuestra cita nos miraron con una fijeza extraña. Nos besaron o abrazaron o palmotearon con una especie de temor o pena como quien se despide de un condenado a muerte. Nos dijeron que hacía una noche espantosa, nos advirtieron que era mejor quedarnos en casa, nos trataron de convencer con chocolate caliente, nos quisieron chantajear con una terrible jaqueca, nos dijeron que nos esperarían para cenar, se ofrecieron a llevarnos en coche y también a invitarnos a cenar o pedir pizza. Pero no nos convencieron, la decisión estaba tomada desde hacía mucho tiempo.

Cuando todos los visitantes salieron del cementerio, permanecimos escondidos dentro del mausoleo en absoluto silencio esperando a que los vigilantes nocturnos hiciesen su ronda. Uno de esos ancianos estaba comprado por el anfitrión para que facilitara nuestro importante asunto, nuestra ineludible cita.

Dentro del escondite nos vestimos con la ropa apropiada: pantalones negros gruesos, camisetas de manga larga negras, capas negras con interior gris de paño, nos pusimos sombreros de fieltro negros, pañuelos negros de lana cubrían nuestras narices y bocas. Guantes negros de piel nos apretaban los dedos, los ojos nos escocían cuando empezó a encender las linternas antiguas que desprendían un fuerte aroma a incienso.

Entonces el anfitrión, que era quien dirigía toda la ceremonia, encendió el farol milenario cuyos vitrales dibujaban una imagen tan real del Amo Eterno que de inmediato sentimos su penetrante mirada quemando nuestras almas.

Al llegar la hora, él nos preguntó las palabras exactas que debíamos recitar en el orden exacto, en el minuto exacto en cuanto dieran las doce en punto.

Usamos como templo ceremonial la tumba de Guy de Maupassant, nuestro primer maestro de literatura inquietante. En medio de las dos columnas que la encabezan, justo debajo de la cruz labrada en piedra, se situó nuestro guía.

Nos colocamos alrededor de la tumba estirando nuestras manos para quedar a la distancia conveniente.

Empezamos a mirarnos con disimulo infundiéndonos valor, no queríamos reconocer nuestros miedos, deseábamos ante todo, pasar a la historia de los temerarios en grado superlativo. Pero no queríamos morir en el intento. Queríamos sobrevivir para contarlo a la siguiente generación de valientes, que haría lo mismo que nosotros dentro de siete años. Nos habíamos preparado mucho para lograrlo, pero sabíamos que no había garantías.

Faltaban dos minutos para las doce y la adrenalina circulaba por nuestras venas manteniendo alerta todos nuestros sentidos. Podíamos percibir el latido de nuestros corazones en cada centímetro de nuestros cuerpos. Olíamos el sudor de la incertidumbre al fondo del incienso que adormecía a los enemigos de la Gran Ceremonia.

A nuestro alrededor, el estruendo del silencio abrumador nos entumecía los oídos que solo escuchaban las palabras del guía. No había aire, no se escuchaban ladridos de perros ni maullidos de gatos, no corrían alimañas por las alcantarillas, no volaban insectos, murciélagos ni aves nocturnas, no caían hojas de los árboles, no rugían motores de coches ni motos, no caminaban ciudadanos desprevenidos por las inmediaciones de nuestro portal a la dimensión desconocida que nos aguardaba para coronarnos como héroes, como redentores del grupo privilegiado de inmortales al que no ponemos nombre.

―¡Miradas al suelo! —ordenó nuestro guía mientras reanudaba con las palabras que sabía de memoria, en un idioma que no dominábamos.

―¡Ahora vosotros! —gritó de nuevo con voz de trueno que nos hizo temblar desde las entrañas.

Recitamos despacio, vocalizamos con claridad como nos habían entrenado, entrelazamos los pulgares tal y como nos lo enseñaron. Apuntamos nuestros demás dedos hacia el centro de la tumba y al contar mentalmente hasta nueve al mismo ritmo, al ritmo preciso que era obligatorio cumplir, dijimos con voz profunda y gutural la frase final:


¡Oriri ex cinere!


Nos hizo caso, atendió nuestro llamado y renació de sus cenizas. Se elevó sobre nuestras cabezas proveniente del centro mismo del infierno. Abrió sus brazos y nos recibió en su seno, invadió nuestros cuerpos, se apoderó de nuestras almas, de nuestras mentes y de nuestros corazones. Nos hizo uno, imposibles de separar a pesar de las distancias. Sentimos lo mismo, vemos lo mismo, escuchamos lo mismo, olemos lo mismo, entendemos lo mismo, nos gusta lo mismo y odiamos las mismas cosas. Nos duele lo mismo, disfrutamos de lo mismo. Nuestros enemigos son comunes, nuestros amores no existen porque solo lo amamos a Él.

Ahora nosotros somos Él.

15 Juillet 2023 00:01 2 Rapport Incorporer Suivre l’histoire
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La fin

A propos de l’auteur

Mónica Trujillo Me encanta leer, siempre he disfrutado del mundo de los libros. Ha llegado el momento de aprender a expresarme a través de la escritura, agradezco a aquellos que dediquen un poco de su tiempo a leer lo que quiero transmitir y a apoyar esta iniciativa solidaria que sin duda anima a sus miembros a desarrollar su creatividad.

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MA M.C.Noemi Aguilera
Me gusto mucho!
August 11, 2023, 19:36

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