Mis días comenzaban con una fría mañana, entre cuatro paredes los pasaba mirando aquella pantalla que a un mundo infinito te sumergía.
Nada era tristeza, nada era alegría.
Buscaba pasatiempos en que gastar mis días.
Pero poco las cosas cambiaban y por más que algo nuevo empezará pronto me aburría.
Por más que algo comenzaba, jamás lo terminaba.
Rodeado de pinturas a medio colorear y esculturas sin terminar, con la poca de esperanzas que algún día las pueda terminar.
Quizás eso era lo que buscaba, algo que me necesitará en mi soledad, algo que esperará por mí.
Pero ahí siguen... mirándome tristes e inertes.
Algunas de ellas emociones en mi provocan y aunque son simples, como una joya mi corazón tocan.
Solo una mueca se formaba en mi rostro al verlas, era una mueca que usaba para todo.
Si alguien me preguntaba como me encontraba, ahí en mi rostro estaba.
Para disimular cuán solo me encontraba.
Así pasaban mis días, hasta que alguien apareció.
Con cada día que pasaba, algo más de ella conocía y pronto algo en mi nacía.
Si bien en un principio solo era empatía, eso pronto cambiaría pues en ella me veía.
Alegre me hacía sentir que existía alguien con quien compartir mis días, y así llegue a sentirla como alguien más de mi familia.
Sus problemas siempre escuchaba, pero en nada me molestaban, disfrutaba que alguien confiará en mi y sus asuntos me contará.
Pronto el tiempo se nos hizo demasiado ya que de todo habíamos hablado.
Raro fue entonces pues dos extraños éramos atados por algo que en ese entonces se desconoce.
Pronto llego la sequía al pequeño edén que manteníamos pues, como dos presos a los que sus historias se le habían acabado, miramos los barrotes en nuestro silencio.
Desesperado intentaba avivar la llama que hoy se apagaba, pues la frialdad de mi habitación volvía con su amenaza.
Pero mis palabras no te alcanzaban y como un triste eco, se perdía en la nada.
Habiendo padecido tantos desamores, solo una opción conocía, y era alejarme de aquello a lo que más quería.
Encerrarme y volver a ser silencio, ¿pero dónde correr, si aquí me encuentro?
Hoy te sigo mirando a la distancia, esperando a que me necesites pues como un árbol que se opone al viento, hoy aquí me encuentro aislado en mi propio tormento.
Merci pour la lecture!
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