El día había transcurrido lento. Sabía que la jornada laboral había terminado cuando su secretaria entró para despedirse de él. Claro, dijo que se quedaría hasta más tarde porque tenía mucho trabajo por entregar aún, si supiera.
Ordenó un poco todo lo que tenía sobre el escritorio para dejar algo de espacio. No quería hacer un desastre en su oficina.
Se sentó y esperó pacientemente a que su hermoso esposo llegara, estaba seguro que no faltaba mucho, apenas hace unos minutos había recibido un mensaje para notificarle que se encontraba en el baño poniéndose el lindo atuendo que el mismo se había encargado de comprar. Moria por verlo entrar por esa puerta.
En el pequeño transcurso de tiempo se dedicó a arreglar algunos documentos para la junta del día de mañana (porque claro que tenía demasiado trabajo que hacer, pero ahora nada era más importante que solucionar ese gran problema en sus pantalones), unos ligeros toques en la puerta le informaron que su pequeño encargo estaba listo. Una sonrisa nació en su rostro, el juego estaba comenzando.
—Adelante— contestó a los llamados, levantándose de su lugar para acomodarse el saco y dar un ligero arreglo a su cabello.
La puerta se abrió lentamente, dejando ver poco a poco aquella silueta tan familiar que habia estado esperando.
Demonios el atuendo le quedaba tan bien, la pequeña falda era tan corta que dejaba ver gran parte de sus muslos, el saco pulcramente acomodado, unos lentes adornaban su rostro y el peinado le daba un toque más sensual, la mirada de inocencia que le brindaba le hizo dar un tirón en la polla. Joder, quería embestirlo fuertemente contra la pared en ese instante.
—Señor, los documentos que me pidió están listos, la junta de mañana quedó programada. —le tendió una carpeta que parecía tener documentos, ¿en que momento se percató que tenía esa carpeta en sus manos? Quizás si dejara de pensar con el pene por un rato se hubiera dado cuenta.
—Claro, ponlos en mi escritorio por favor— observó como el ojicafé caminaba al escritorio y se inclinaba un poco para dejar la carpeta, dejando ver unas lindas bragas de encaje color rojo que combinaban con todo lo que llevaba puesto.
Lentamente se acercó y tomó su cintura, posicionando su entrepierna ahora dura en las suaves nalgas del menor, deleitándose con el suave jadeo que salió de sus labios.
—Bien princesa, ahora, ¿que otros pendientes hay por terminar?— susurró levemente cerca de su oído y mordió el lóbulo, moviendo sus caderas, creando una exquisita fricción entre ambos.
—Tenemos un mhmmm, un gran problema jefe— gimió audiblemente, apretando fuertemente la orilla del escritorio en sus manos provocando que sus nudillos quedaran casi blancos.
—¿Que tipo de problema princesa?— bajó ahora por su cuello lamiendo y chupando la zona, para después descubrir un poco sus clavículas y dejar una ligera mordida, dejando una marca proclamando al castaño como suyo por milésima vez.
—Uno bastante grande que yo mismo me encargaré de solucionar— inclinó su cuello para dejar mejor acceso y cerró los ojos, deleitándose por el exquisito placer que su marido siempre le brindaba.
—Tengo tantas ganas de doblarte sobre mi escritorio ahora mismo y follarte tan fuerte con la ropa puesta, te ves jodidamente caliente amor— con una mano lo tomó del cuello y con la otra recorrió lentamente su pecho hasta llegar a su polla, masajeando un poco sobre la tela de la falda.
—Hazlo entonces, sabes que estoy para complacerte papi— el ambiente subía de intensidad cada vez más, los roces se volvían cada vez más desesperados y sus miembros dolían cada vez más.
El pelinegro giró por la cintura a su pareja y besó desesperadamente sus labios, sus lenguas en una lucha por tomar el control y su saliva combinándose en la boca del otro.
El ojimarrón tomó el dobladillo de la falda y lo subió por su cintura, dejando al descubierto las lindas bragas que cubrían su entrepierna y dirigiendo sus manos a sus nalgas, tomando ambas mejillas fuertemente y provocando que un gemido ahogado saliera de sus labios para perderse en el beso.
—Vamos lindura, el pecho sobre el escritorio, quiero comerte— cortó el beso, separándose lentamente y observando como el castaño optaba la posición que el había pedido.
Se arrodilló frente al culo del menor y relamió sus labios. La vista que le brindaba desde ese ángulo era increíble para sus ojos. Movió las bragas a un lado con su mano, dejando al descubierto su linda raja y separó sus mejillas, soplando sobre su entrada y observando cómo está se contraía exquisitamente.
—Tú lindo culo es una delicia, ricura—sacoó su lengua y gimió por el rico sabor a fresas que tenía el apretado agujero.
—Papi— gimió entrecortadamente el castaño al sentir las suaves lamidas que Jungkook dejaba en su culo. —¡Papi deja de jugar!—Exclamó —follame con tu jodida lengua— observó sobre su hombro con una mirada molesta, necesitaba sentir algo dentro urgentemente y Jungkook hacia todo lo posible por desesperarlo.
—Zorrita urgida— dejó una fuerte nalgada en su glúteo derecho —tan urgida porque su papi se la folle— un gruñido bajo resonó por toda la oficina mientras volvía a su labor de comer el rico culo de su esposo, el cual no paraba de gemir y restregarse en su rostro.
—¡Papi follame, ya no aguanto!— escuchar como lo llamaba de esa manera lo calentaba más.
Dejando lo suficientemente húmedo el canal, separó sus labios recibiendo un quejido de parte de él menor, pero un jadeo de agradecimiento cuanto insertó un dedo de golpe, sus nudillos tocando sus dulces nalgas.
Movió desesperadamente su dedo dentro, hasta que sintió que fue suficiente y agregó dos más, ahora tendiendo tres dedos dentro de este, dando de lleno con su prostata, provocando que las lágrimas acumuladas en los lindos ojos cafés corrieran por sus mejillas y se perdieran en el escritorio.
—Dios papi, justo ahí, vamos, ¡necesito más!— casi gritó entre gemidos, desesperado por que su papi le diera más de aquel placer que lo volvía malditamente loco.
—Zorrita desesperada, me encanta ver como tu puto culo succiona mis dedos, no puedo esperar más para enterrarme tan deliciosamente dentro de ti— el ojimarrón sabia que a su castaño le gustaba que le hablaran mal mientras tenían sexo, eso los ponía tan calientes a ambos.
—VAMOS PAPI, COGEME TAN FUERTE, QUIERO SENTIRTE EN MI INTERIOR, QUIERO QUE TE CORRAS DENTRO DE MI, POR FAVOR— lloró mientras apretaba aún más su agarre en el escritorio, los dedos de Jungkook lo jodian tan bien, pero nada se comparaba con su gran polla.
—Joder amor, si te pones así con mis dedos, no quiero saber como te podrás cuando me entierre tanto en ti— dijo ahora sacando sus dedos de golpe, sintiéndolo lo suficientemente estirado como para comenzarse a hundirse sin lastimarlo —Eres la puta gloria— lo tomó del cabello y lo levantó del escritorio, pegando su espalda con su pecho y girando su cabeza para dejar un nuevo beso para nada tranquilo, húmedo y caliente.
El chasquido de sus labios y los ligeros gemidos que escapaban de estos era lo único que podía escucharse. Se separaron nuevamente por la falta de aire mientras que Jungkook lo volvía a posicionar como estaba anteriormente para luego deshacerse de su ropa, liberando un poco de presión en su polla cuando quitó sus pantalones y siseando cuando el frío aire golpeó con la caliente carne.
Caminó hacia el castaño y removió la braga nuevamente con su mano, tomándolo de la cintura con su mano sobrante y comenzando a jugar con su polla, rozando el glande en su raja, esparciendo el líquido preseminal por toda la extensión y dejando un camino viscoso.
El castaño observó por su hombro y gritó —DEJA DE JUGAR MALDITA SEA, TE NECESITO Jungkook— se veía tan jodidamente destrozado, las lágrimas corriendo por su rostro y sus labios rojos e hinchados en demasía por lo mucho que los había mordido.
—Eres una maldita puta desesperada— dijo el ojimarrón, enterrándose de una sola embestida y sobresaltando al menor, provocando que su espalda se arqueara.
—OH DIOS MÍO, PAAAAAPIIIIII— Gritó tan alto que estaba seguro que si aún había gente en el edificio, lo más seguro es que todos escucharan. Eso realmente no importaba, quería que todos supieran que Taehyung era de él y que solo él podría darle todo el placer del mundo. —MUÉVETE POR DIOS— gritó nuevamente mientras comenzaba a mover sus caderas, creando fricción de su pene contra el escritorio y sintiendo como la polla del ojimarrón rozaba sus paredes.
—Princesa desesperada, tan desesperada porque papi se la folle— apretó su agarre en las caderas del castaño para comenzar a empujarse dentro de este, comenzando con un fuerte vaivén y dando de lleno una y otra vez contra aquel punto que sabía que destruiría a su pareja.
Los gemidos, jadeos, gruñidos y la forma en la que las bolas del pelinegro pegaban contra el culo del menor era lo único que se lograba escuchar en el lugar, Taehyung había comenzado a llorar desde hace buen tiempo por la sobre estimulación que recibía en su prostata y porque poco a poco se sentía cada vez más sensible.
—Jungkook, creo que estoy cerca— el menor realmente ya no sentía ninguna parte del cuerpo, el placer que estaba recibiendo era increíble que no quería que parara nunca, sentía que poco a poco se desvanecía de este mundo, mientras que el conocido calor se acumulaba en su bajo vientre. Estaba tan cerca pero soltó un fuerte gemido de molestia cuando el pelinegro dejó de embestir y salió rápidamente de su interior.
—Amor, quiero verte a la cara cuando te corras, princesa desesperada— Jungkook lo ayudó a voltearse, ahora quedando frente a frente, mientras bajaba a sus labios, y limpiaba el sudor de su rostro.
El castaño deseaba quitarse la incómoda falda y el saco que para él en ese momento salían sobrando, pero si su caliente esposo quería follarlo con aquello puesto, él no era nadie para protestar.
El aire comenzaba a hacer falta en sus pulmones pero ninguno quería separarse, los dos querían fundirse en el otro para siempre y guardar cada recuerdo en su memoria.
Cuando fue suficiente para Jungkook, se separó de los labios de fresa con un fuerte chasquido y acomodó su erección nuevamente en el agujero del menor, sintiendo como las cálidas paredes lo recibían nuevamente y comenzando con un nuevo vaivén de caderas, algo más calmadas, permitiéndose sentir el placer que recorría por todo su cuerpo con sus 5 sentidos.
De un momento para otro las embestidas se habían vuelto cortas pero profundas, el pelinegro sacaba su pene apenas a la mitad para volverlo a meter rápidamente, dando de lleno con su punto de placer.
Sus ojos estaban fijos en aquel hermoso chico frente a él, observando cada expresión que nacía en su rostro, permitiéndose guardar todas y cada una de las imágenes en su mente.
—Kookie, hazlo más rápido por favor— pidió el menor algo agitado, los movimientos de Jungkook eran deliciosos, pero se sentía tan jodidamente desesperado por querer llegar a su orgasmo, que quería que todo se volviera rudo como hace algunos momentos.
—Tus deseos son órdenes princesa— tomó las piernas del castaño y las colocó en sus hombros, dejó un suave beso en sus muslos y comenzó con el vaivén algo más rápido, sacando su polla por completo e introduciéndola de nuevo rápidamente, creando la fricción perfecta entre un cuerpo y otro.
Un par de embestidas más y el castaño se corrió en su braga, dejando su entrepierna pegajosa y contrayendo sus paredes, haciendo al pelinegro jadear y apretar su agarre en sus caderas. Sabía que eso dejaría marca pero no importaba, estaba tan ido por el reciente orgasmo.
El pelinegro se sintió al límite, así que tomó al castaño por los muslos y lo levantó del escritorio, el menor por inercia se sostuvo del cuello del ojimarrón para evitar caer y sintió como este comenzó a caminar, apoyando su espalda en una pared cerca y reanudando sus movimientos.
El pelinegro supo que el ojicafé había entrado al subespacio cuando no reaccionaba, mirando a cualquier punto de la habitación con la mirada perdida y gimiendo lentamente cada vez que daba con su punto.
—Amor, solo un poco más— murmuró el pelinegro al oido de su castaño sintiendo el calor acumulándose en su bajo vientre y disminuyendo la intensidad de los embates.
Uno, dos, tres embestidas más y derramó toda su esencia en el interior del castaño, sosteniéndose fuertemente de la pared para evitar caer y jadeando para tratar de recuperar el aire.
Una vez que estuvo totalmente calmado, volvió a tomar al castaño de la cintura y salió lentamente de su interior, robando un jadeo de ambos, caminó lentamente al pequeño sillón de su oficina para sentarse ahí, con el ojicafé en su regazo.
Comenzó a dejar lentas caricias en su espalda y a murmurarle en su oído algunas cosas lindas que le gustaban de este. Sabía perfectamente lo que debía hacer cuando el menor entraba a esa nube de placer porque más de una vez había pasado, así que debía esperar pacientemente a que este regresara.
El castaño se removió levemente abrazándose del pecho del mayor y observándolo directamente a los ojos, un leve brillo salía de estos, mostrándole una sonrisa con oyuelos y comenzando a recorrer cada tatuaje del brazo del pelinegro.
—Te amo Tae— murmuró dejando un leve beso en los cabellos de este.
—También te amo Kookie— Respondió el ojicafé levantando su rostro y dejando un suave beso en los labios de su esposo.
Y quizás, solo quizás hubieran regresado a su hogar para continuar con más rondas, pero tenían un desastre de fluidos que limpiar.
N/A: Holaaaa, así que hoyyy, amorcitos jajaja amo a Maria le siempre quise decir eso.
Les comunico que estaré haciendo OS a partir de ahora, pues no tengo mucho tiempo para escribir historias largas y para evitar que me critiquen mejor hago OS.
Merci pour la lecture!
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