En esta ocasión vamos a abordar las versiones. Es un tema que me apasiona, pero quizás debido a que ya me haya explayado con él lo suficiente en el pasado, ya sea porque suelo departir a menudo con amigos y conocidos sobre grupos, canciones y tendencias, ya sea por cualquier otra razón que venga o no al caso, tenía ese maravilloso campo más abandonado de lo que lo estaba el pobre Labordeta en el Congreso de los Diputados.
Es un apartado laberíntico, en el cual nos podríamos detener, entretener y perdernos sin hallar la salida, hasta el final de los tiempos.
Empezaré levantando ampollas (para eso me quieren, ¿no?, para agitar el avispero. Qué crueles y taimados son. Y yo encima me dejo). El tema PERSONAL JESUS de la banda británica Depeche Mode es propio del estilo electrónico que profesan. Es una buena canción. Pero yo, que he seguido la carrera de los británicos desde sus inicios, sé que podrían haber envuelto al tema con una ternura menos industrial al estilo de See You (de su 2º Lp, A Broken Frame). Y a su manera es lo que hizo JOHNNY CASH. Con su sello de identidad, más oscuro, pero más íntimo. Eliminando lo superfluo, dejando una guitarra y un piano y su voz desgarrada, nos brindó la esencia de esa desesperada y tormentosa historia, mucho más creíble y cercana que la Depeche Mode, como si la estuviera interpretando en el sofá de nuestra casa, implorando un hombro sobre el cual llorar.
Si aún conservan las ganas de seguir soportándome, continuaré con un tipo que me cayó bien desde el inicio (de mis tiempos): Bo Diddley, un artista negro del Mississippi, que se fabricaba sus propias estrafalarias guitarras. Fue primordial su contribución para entender la transición del Blues al Rock and Roll. Me refiero al tema Pills (1958), una canción alegre, pegadiza, algo surrealista y, según se mire, reivindicativa del pastillaje como modo para encontrar la sanación (física o mental). Pero yo prefiero otra, la de unos neoyorquinos que rompieron moldes por su estética y por la manera de entender la música, THE NEW YORK DOLLS, que el año 1973 dieron su toque personal a PILLS. Escuchen ambas, si la de Diddley les gusta, la de los Dolls les enamorará.
Vamos ahora con un accidente. Debo de confesar que me encanta anotarme canciones que oigo en las películas. Es una buena fuente para descubrir nuevos sonidos. Por ejemplo, de la serie Breaking Bad (aprovecho la ocasión para recomendarla fervientemente por cualquier razón imaginable e inimaginable) extraje una mini lista de temas y autores que jamás había oído nombrar. Pues bien, en una película, no recuerdo en cual (lo siento), me quedé con un tema titulado TOMBSTONE EVERY MILE. Sencillo, bonito y bien interpretado. Enseguida busqué a esa muchachita, JAYMAY (Jamie Seerman) y descubrí un hermoso puñado de buenas canciones. Y caí en un error muy común, creí que fue compuesto por ella. Pues no, el tema es de un tal Dick Curless, un cantante de música country. Es una canción chula, el tal Curless la interpreta como los ángeles de las praderas de Montana, pero la pequeña Jaymay le concede un aura muy especial, alejada de los sombreros Stentson, de las vacas y de los rodeos.
Un tema que me hace especial ilusión nombrar es RED CADILLAC AND A BLACK MOUSTACHE. Este aparece en el segundo album de Robert Gordon. El primero y segundo de este cantante rockabilly de Meriland son, a mi modesto entender, los mejores. La diferencia entre estos y los subsiguientes descansa en la guitarra afilada, arrebatadora y destructiva de Link Wray. Pues bien, hasta hace no mucho, pensaba que el tema era de Robertito. Hace menos de un año me enteré de que el autor es un tal Warren Smith, un artista country y rockabilly del Mississippi. Indudablemente prefiero la versión de Gordon, pero la que me dejó maravillado fue la de Dylan, que descubrí en una película (como no). No la conocía, aparece en un album homenaje a artistas que grabaron en el sello Sun Records (Good Rockin' Tonight - The Legacy Of Sun Records, 2001). La aportación de DYLAN es interesante. Para empezar, porque el estilo aguerrido y dinámico no le pega. Él la interpreta a su manera, desganado, como si estuviera en huelga de hambre desde hace semanas. Ese detalle famélico le da un gracejo y una sensibilidad del cual carecen las anteriores mentadas.
Y por no dejar a Robert Gordon, citaré otra maravilla de versión, FLYIN' SAUCERS ROCK & ROLL, tema original de Billy Lee Riley. Si escuchan ambas entenderán lo dicho sobre la guitarra de Wray y la sólida formación que logró reunir Gordon por aquel entonces. Con la versión de ROBERT GORDON deseas ser inmortal por una única razón, por no dejar de escucharla nunca jamás de los jamases.
Volviendo a mi socorrida fuente de películas, conocí a un muchachito noruego llamado SONDRE LERCHE. Pronto descubrí su talento para componer e interpretar y la cantidad de recursos sobrados que exhibe en el escenario. En esa película (creo que se titula Dan in real life) interpreta una canción compuesta por el guitarra de The Who, Pete Townshend, LET MY LOVE OPEN THE DOOR. Nunca me gustó. El teclado y los arreglos ya sonaban desfasados el año que la compuso; es demasiado rápida, además. La de Lerche es un encanto, un placer, pausada y acaramelada. Nada que ver.
¿Y no voy a nombrar a ningún artista español? Claro que sí, no faltaría más.
Hablemos de RADIO FUTURA. Debo de reconocer que la banda de los hermanos Auserón y de Enrique Sierra me produce sensaciones encontradas. Digamos que no me apasionan. Prefiero los primeros discos (los dos primeros y algún single posterior) que el resto. Pues bien, el primero incluye un tema titulado DIVINA. Los que vivimos los 80’s en plena efervescencia no podemos olvidarla y tararearla de vez en cuando con entusiasmo. Ese tema, sin embargo, es la versión de un artista que adoro, Marc Bolan y su banda, T-Rex. Bolan era buen músico, interpretaba de maravilla, su estética glam capturaba a propios y extraños y era apreciado por sus colegas de profesión. La canción que versioneó Radio futura se titula Ballrooms of Mars. Bien compuesta, bonita melodía, pero el toque festivo y mediterráneo aportado por Radio Futura la hacen más próxima y alegre. En mi opinión la mejora. El pobre Bolan aún se debe remover inquieto en su tumba cada vez que escuche la versión española.
Y por ir acabando, existen esas versiones que me gustan tanto como la original y que me vería en una difícil tesitura si me obligaran a elegir a punta de pistola entre una y otra, acabaría muerto de un disparo. The Passenger de Iggy Pop es de lo más grande que han disfrutado mis aterciopelados oídos. Pero deben de reparar en la versión de Siouxsie and the Banshees. La sección de viento y la atmósfera bailable que la envuelve la convierte en irresistible.
Luego está el tema All along the watchtower de Dylan. Maravilloso, ¿verdad? Pues si no han escuchado la versión de Jimmy Hendrix, se lo aconsejo. Su guitarra les pondrá los pelos de punta.
Por el contrario, existen versiones indiscutiblemente nefastas, muchas, demasiadas. No negaré la evidencia ni me emponzoñaré en semejante fango.
Espero que esta versión de artículo les haya divertido. Es posible que contraataque con más. No se descuiden.
Artículo perteneciente a la serie Música / Mejor que la original
Música sólo hay una, ¡esta! En esta sección trataremos la vertiente siempre seductora de las versiones, la aportación más que fundamental de las mujeres al desarrollo del pop y del rock, la armónica como instrumento protagonista, la geo localización de las bandas, el amor y el odio como armas arrojadizas del pentagrama, parecidos sospechosos e incluso temas que nos han hecho llorar. Simplemente confío en añadir un pequeño grano de arena a su felicidad. Espero conseguirlo. En savoir plus «Música».
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