"Jeon, ¿Cierto? He oído hablar de tus... talentos. Si hiciera caso a mis guardias, inventaría algunos cargos contra ti para poder exiliarte de mi Ducado, sin embargo, no soy de mentalidad cerrada… creo que puedes ser de utilidad. Esto es lo que te ofrezco: te unirás a la corte real haciéndote pasar por mi sirviente, una vez allí, encontrarás la forma de cancelar el compromiso entre el príncipe Taehyung y el emperador Seojoon. Utiliza los medios que consideres necesarios, si tienes éxito, te daré tierras y un título, de lo contrario... Bueno, esperemos que nunca lo descubras."
Las palabras de Lady Yejin todavía resonaban en la mente de Jungkook mientras caminaba por el pasadizo oculto que conducía directamente a la habitación del príncipe, nadie recordaba la existencia de este estrecho corredor, ni siquiera los propios miembros de la realeza, había sido un hallazgo afortunado de su parte, uno que sin duda lo haría rico y noble.
Una vez que llegó a su destino, comenzó lanzando un hechizo de insonorización, no queriendo correr ningún riesgo. Si alguien lo descubría entrando sin autorización en los aposentos del príncipe, su cabeza terminaría en una estaca. Mejor prevenir que lamentar.
Abrió con cuidado la puerta oculta, apenas pudiendo ver entre aquel par de centímetros, sonrió cuando visualizó al príncipe Taehyung profundamente dormido en su cama. Esto sería demasiado fácil.
Entró a la habitación y sacó una pequeña bolsa de tela de su abrigo, la colocó por encima de la cabeza del príncipe y deshizo el nudo que le mantenía sellada; el contenido de esta fue espolvoreado sobre el rostro ajeno. El hechicero sonrió cuando la magia durmiente hizo efecto.
Eso sería más que suficiente para mantenerlo bajo control durante toda la noche.
Con todas las medidas de seguridad tomadas, Jungkook finalmente se permitió admirar a Tae. A los diecisiete años, era el más joven de muchas hermanas y hermanos, y el único que aún no estaba casado. Se rumoreaba que originalmente tenía la intención de unirse a la iglesia, pero su madre lo había presionado para que aceptara la unión política que Jeon actualmente estaba tratando de frustrar.
Se veía hermoso… labios carnosos, rasgos suaves. Yacía inconsciente del peligro que le esperaba, lo que, en su opinión, solo se sumó a su encanto. Solo verle llenó al mayor de lujuria.
Retiró las sábanas, revelando su delgado cuerpo. Fue directo al grano, deslizando los pantalones y ropa interior del menor; el príncipe se estremeció bajo su toque, pero por lo demás, se quedó quieto, expuesto a los ojos hambrientos del contrario, ni siquiera intentó cerrar las piernas cuando el aire rozó sus partes más sensibles.
Ahí estaba su premio, el coño rosa y virgen de Taehyung, otro secreto de la corona que había descubierto por medios ilícitos. Incluso los médicos de la corte podían ser bastante locuaces bajo la influencia de un suero de la verdad.
Su polla latía con solo mirar esa parte prístina e intacta de él. Nadie había puesto sus manos sobre el príncipe antes, Jungkook sería el primero. Embelesado por ese conocimiento, pasó lentamente el pulgar por su hendidura, sonriendo cuando la cara del inocente chico se contrajo en sueños. Tae trató de escabullirse ante su toque, pero Jungkook inmediatamente sujetó su cintura, inmovilizándolo en su lugar.
— Ya es demasiado tarde para asustarse, dulce príncipe.
Posteriormente, lo tomó en su mano, presionando voluntariamente su palma contra los labios mayores del pobre chico, un suave jadeo escapó del integrante real cuando probó por primera vez el placer de la noche. Por instinto, movió sus caderas, persiguiendo más de esa nueva sensación adictiva. El hechicero lo complació durante unos segundos, luego retiró su toque, observando con enfermiza satisfacción cómo Tae intentaba frotarse contra el aire, lloriqueando por la pérdida.
— Solo mírate, estás aprendiendo tan rápido, una zorra tan perfecta… Quieres más, ¿no? —La respiración acelerada del príncipe en conjunto de sus mejillas sonrojadas fueron su respuesta.
Permaneció quieto a la par en que Jungkook separó sus labios menores, incluso mantuvo sus esbeltas piernas abiertas para él; sus muslos temblaron cuando sus largos dedos rozaron su clítoris. Con una sonrisa sádica, levantó la delicada capucha para poder frotar pequeños círculos directamente en la perla sensible debajo.
Su víctima gritó ante el placer forzado, retorciéndose bajo su toque; estrujó las sábanas con fuerza, sus nudillos tornándose rápidamente blancos. La expresión de su rostro era de angustia, ya que su cuerpo joven y puro no sabía cómo procesar un placer tan intenso; no es que el mayor dejara una opción, puesto que tenía la intención de arruinarlo para cualquier otro, marcando para siempre su reclamo sobre él. Cuanto más se movía el delicado joven, más apremiante se volvía su toque, obligándole a sentirlo todo.
Bajo este asalto en curso, no pasó mucho tiempo para que su vulnerable coño se empapara en fluidos, brillando e incluso chorreando sobre sus muslos. Jeon tuvo cuidado de no dejar caer una sola gota sobre la cama, eliminando cualquier indicio de lo sucedido. Aun así, los borbotones siguieron saliendo de su temblorosa entrada.
—Tan mojado, solo por mi tacto... Bueno, supongo que no me dejas otra opción.
Sus dedos abandonaron el clítoris del príncipe, solo para que pudiera reemplazarlos con su lengua. Lamió la mancha directamente de sus pliegues, disfrutando de la forma en que su coño se contrajo sin poder hacer nada para evitarlo. Realmente, podría haberlo limpiado fácilmente con su magia pero, ¿dónde estaba la diversión en eso? En cambio, lo devoró entero, aplastando su lengua contra el sexo de Tae, todo mientras levantaba sus caderas para mantenerlo presionado contra su boca.
El príncipe respondió a sus atenciones con pequeños gemidos de felicidad; por la forma en que temblaba, Jungkook supo que estaba cerca. Complacido, besó suavemente su clítoris, enseguida engulléndole entre sus labios y succionando.
El efecto fue inmediato. Los músculos del cuerpo del príncipe inconsciente se tensaron y dejó oír un grito de placer tan fuerte que, de no ser por el hechizo de silencio, todo el castillo habría escuchado. Arqueó la espalda y sus caderas se doblaron salvajemente mientras el hechicero seguía estimulándole; una vez que volvió a caer sobre la cama, con la respiración entrecortada, el adulto dejó a su hipersensible coño unas cuantas lamidas provocativas, solo para verlo temblar debajo de él.
Suhyun KT
