Lo miré a los ojos y le dije que estaba enamorada, hice una pausa, en su cara apareció una sonrisa, la más hermosa que jamás había visto en mi vida. Luego continué, pero...no eres tú a quien amo. En ese momento pude ver como su felicidad se desvanecía rápidamente, ya no había una sonrisa en su rostro, en vez de eso apareció una lágrima que caía lentamente por su mejilla.
Estuvo en silencio por unos minutos, mirando hacia un parque que estaba al otro lado de la calle, como si no quisiera que yo notara su tristeza. Entonces me preguntó con voz baja y un poco temblorosa, ¿Alguna vez me quisiste tanto como yo te quiero en este momento?, a lo que yo respondí: No, yo te quise pero no como tú. Pero espero que encuentres a alguien que pueda querer y amar como tú lo haces, entregándose en cuerpo y alma a esa persona especial. Me agradeció por ser honesta y directa con él, se dio media vuelta y se marchó, cabizbajo y con las manos en los bolsillos de su chaqueta favorita.
Cuando llegué a mi casa, me senté sobre la cama y comencé a llorar. Lloré porque lastimé a un buen hombre, que me quiso más que cualquiera que lo hubiera hecho. Lloré porque, a pesar de mi esfuerzo, no pude enamorarme de él. Pero, lloré principalmente porque el único hombre que amo, es feliz con el amor de su vida.
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