gnmultidimensiones Gastón Medina

León Márquez es un joven hechicero de 17 años, príncipe de la familia real de los dragones. Al morir su madre, quien toma su lugar al lado del rey Fermín, es Casandra, una dragona oscura soberbia y con deseos de dominar las masas. Por capricho del destino, durante una gran festividad mágica, ella presencia el nombramiento de Fermín como Rey Brujo. Ante el miedo de perder poder, la dragona oscura surgirá e iniciará el Apocalipsis Dragón, donde peligrará cada especie mágica conocida. Será tarea de el dragón rojo León, poder detenerla. Nota: Leer antes de Physical Pasaje Auralma Ciclo: 2


Fantaisie Médiévale Déconseillé aux moins de 13 ans.

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Apocalipsis Dragón - Parte 1

En las vastas extensiones montañosas de la región de Girona, Cataluña, hacia el año 1506, sobre una colina, yace un poblado perteneciente a la familia real, más grande del mundo de la magia, los dragones rojos de fuego, el reino Márquez.

Entre tantas casas de adobe y cuevas naturales, se posa muy cerca de los volcanes que conforman La Garrotxa, una estructura de piedra con una enorme puerta rejada de quince metros de alto, torretas en cada sección lateral y en cada esquina, es el castillo real y en una de las enormes habitaciones a cinco pisos de altura, la torrencial lluvia ingresa por la ventana vidriada de color rojo y amarillo, de patrón escamoso.

La luz de una vela ilumina el rostro sudado de una mujer joven, de pelo rojizo, su respiración agitada se intensifica y toma fuerte la mano de su esposo, el Rey Márquez de apariencia fornida, un majestuoso tapado de escamas rojas lo envuelve por completo y una corona de oro posa sobre su frondosa cabellera castaña.

―Querido... ―dice a duras penas.

―Carla ―se sienta y se encorva hacia sus manos―. No me dejéis solo... yo... no puedo estar sin ti.

―Debéis seguir, mi amado ―sonríe.

Baja la mirada hacia un pequeño niño castaño y de piel pálida, quien se muestra sollozante, con lágrimas brotando de sus ojos enrojecidos, como si fuesen cataratas, vestido con una camisa manga larga roja, escucha sus últimas palabras.

―León, mi niño, mi gran príncipe dragón ―se entristece.

Es abrazada por él con gran fuerza y le suplica entre lágrimas.

―¡Mami!

―Hijo... quiero que seáis un buen hombre... leal, fuerte, determinado...

León presta atención mientras su corazón se rompe en mil pedazos.

―Atento y cariñoso con tu familia, con tus amigos... dales todo el amor que un verdadero príncipe les da a su gente. Hacedlo por mí, ¿Sí?

―Pero, mami, Lara...

―Tu hermana habrá tenido sus motivos para no volver ―dice el rey―. Obedeced la última petición de su madre.

―Lo haré ―asiente con la cabeza―. Lo haré, mami.

―León, mi amado Fermín ―lo ve al rey―. Os amo, os amo con todo el corazón.

Las manos caen sobre la cama, el niño se lanza a llorar con desgarro, incluso el soberano, de gran porte y rudo, se rinde ante la muerte, dejando caer sus lágrimas por la triste despedida de su esposa.

Aun con lluvia, los brujos se reúnen en las afueras del castillo, para levantar una de sus manos y lanzar al cielo, un rayo de fuego, que se diluye en el cielo demostrando respeto al rey y la reina.

Al día siguiente, se reúnen en la plaza central del castillo, dos representantes de cada especie y de cada elemento se reúnen para llevar las condolencias al rey. El féretro yace al final de un altar, rodeado de antorchas con una enorme llama que todo ilumina.

El príncipe está sentado cerca del rey, observando y escuchando las sordas palabras de un sacerdote mágico, desvía su atención hacia el cuerpo sin vida de su madre, detrás de las flamas, nota a una niña de cabello grisáceo, que no deja de verlo. Totalmente devastado, León no emite sonido, solo suspira con pesar.

Esa fría, tarde y oscura noche de diciembre el féretro es llevado al centro de la plaza empedrada, el sacerdote alza su grimorio y con una mano extendida al cajón dice en voz baja.

―Astral Tilekinísia...

Un aura de fuego envuelve de forma inofensiva, la base del ataúd y lo eleva lentamente hacia el cielo nublado, donde un ejército de dragones rojos vuela en círculos alrededor de él, de forma sincronizada.

Como si fuese un espectáculo de fuegos artificiales, cada dragón dispara fuego con gran precisión, hacia el centro donde yace levitando el féretro. Las llamas consumen rápidamente cada centímetro cuadrado, de forma casi instantánea.

―Que el Rey Pyron reciba su alma, más allá de "Astralia" ―dice el sacerdote.

León se aleja de la ceremonia y se aleja fuera de los límites del castillo, hacia una región refleta de árboles, al pie de las sierras. Deprimido arroja piedras encendidas con el fuego de su mano, directo a uno de los troncos. Cuando de pronto, la voz de aquella niña llama su atención, desde las alturas.

―Lo siento mucho, príncipe dragón.

Casi sin ganas, levanta la mirada hacia una de las ramas, encuentra allí a la niña de túnica gris y negra, de ojos cafés, parada sobre esa débil rama, como si fuese un ave.

―Me siento... sin alma ―agacha la cabeza.

Ella convierte sus delgados brazos en alas grises y marrones para bajar del árbol con suavidad. Con una rodilla en la tierra repleta de hojas, toma al príncipe del mentón y con una mirada fija entre ellos, la niña le sonríe.

―No penséis en esto, solo recordadla como ha sido en vida.

―Sí ―su rostro cambia lentamente de expresión―. Sí, creo que tenéis razón.

―Animo, príncipe o queréis ser torturado a cosquillas ―se lanza hacia él.

Le frota la barriga con fuerza y León llora de risa, balanceando sus brazos y piernas de forma frenética.

―¡No, no, ya basta! ―se ríe―. ¡Parad! ―llora e intenta quitársela de encima.

Ella se aleja y le sonríe de forma muy simpática.

―¿Has visto? te he quitado esa mirada de tristeza.

El niño de túnica roja y atuendos marrones, se limpia las lágrimas y le pregunta.

―¿Cuál es vuestro nombre?

―Me llamo Rosaura, de la familia Serra. Somos los búhos del viento, si queréis venid a mi pueblo a jugar conmigo, quedáis invitado.

Señala hacia el norte y continúa.

―Podéis venir cuando usted lo deseé, príncipe dragón.

―Llámame...

Ella voltea a escucharlo, el niño, ruborizado continua.

―Llámame León, León Márquez.

***

8 años después

Cerca de la frontera montañosa, entre Cataluña y Francia, un grupo de brujos, alados vestidos de gris, con enormes vestidos y capas, vuelan hasta casi rozar con las copas de los árboles, escapando de múltiples ataques de fuego negro que impactan y destrozan el paisaje.

Uno de estos brujos de pelo largo y castaño, se detiene en el aire, alza sus brazos y conjura.

―¡Astral Kynígi!

Como si fuesen enormes tornados, columnas de viento mortíferas caen hacia tierra, derribando a un dragón oscuro de un fuerte impacto en la cabeza, mientras que el otro evade el ataque y genera en su pico, una enorme esfera de fuego, el eco de su voz resuena entre ellos, antes de lanzar el conjuro.

―¡Astral Epiptosí!

Al estar tan cerca, el hada no puede escapar, pero es empujado por su compañero justo antes de recibir el impacto directo de las llamas, que no tardan en desintegrarlo.

El brujo cierra los ojos y aplica su poder mágico en encogerse más, mediante el conjuro "Allagí", su compañero de pelo rubio y ojos claros, hace lo mismo. Los dragones lanzan más esferas de fuego negro, ya que se les dificulta atraparlos.

En una aldea repleta de árboles altos, una jovencita vestida de seda blanca con bordados dorados, ingresa en una pequeña casa en la base de un ombú, para hablar con una bruja que lleva un tapado negro y está sentada frente a una mesa blanca, que lleva encima una esfera de cristal.

―Adivinadora Gina ―dice la joven elfa―. Le pido que busquéis, por favor, a Ciro y Eloid.

―Sí, Princesa Hada del aire ―responde la elfa de tez morena.

Una corriente de viento se origina y orbita alrededor de la esfera, como si fuese una nube. La mujer enseña las palmas hacia esta y susurra algunas palabras en catalán, seguido del hechizo que abre las puertas al tercer ojo.

―Tritomáti.

Las hadas huyen entre el bosque, mientras ven a los dragones, sumergirse en la selva para buscarlos. Uno de ellos voltea y no los ve más, de pronto sobre ellos, aparece la misma nube y un destello oscuro en su interior. Se trata de la visión de la adivinadora, compañera de ellos, la voz delicada de la señora resuena como un eco en el viento.

―Volad en círculos, os veremos en la entrada dos.

―Entendido ―dicen ambos

Se desvían y vuelan entre los árboles, buscando evadir a los dragones, pero siguen sin poder verlos, ni sentir su poder mágico porque este es difuso. Ambos asienten con la cabeza y vuelan hacia una pequeña fosa, en el trayecto se hacen aún más pequeños e ingresan para viajar rumbo al pequeño bosque aldea.

Una vez en el poblado, los brujos regresan a la normalidad y con una apariencia similar a la de un elfo.

―¿Han hallado al Rey Brujo? ―pregunta la princesa.

Ellos rápidamente le hacen una reverencia y le contesta el joven rubio.

―Sí, y lo hemos hallado sin vida.

―Finalmente... Zenón ―dice en voz baja―. Vuestra vida se ha extendido... por más de dos mil trescientos años.

Los brujos se miran por un momento, impresionados por sus palabras, el joven castaño, continúa.

―Pudimos recuperar el Amuleto de Osiris.

―Muy bien, Eloid, entregadle al siguiente Rey Brujo.

―Le preguntaré a Gina, quién es el nuevo Rey ―hace una reverencia y se va corriendo.

―Princesa Aisha, en el camino de regreso, hemos pasado por las montañas de Girona, fue entonces cuando los dragones oscuros han comenzado a seguirnos.

―¿Qué buscan?

―Oí a uno de ellos decir, que buscan "La Moneda"

―¡¿La Moneda del Líder?! ¡¿Pero cómo...?! ―responde alterada.

De pronto la aldea sufre un temblor, muchos brujos, hechiceros y magos caen al suelo en un vano intento por sostenerse de algo o de alguien. Incluso la adivinadora, se cae del asiento antes de hablar con Eloid.

―Gina ―la ayuda―. ¿Se encuentra bien?

―Sí, joven, he sentido la presencia de los dos dragones. Nos han pillado, preparaos para enfrentaros.

―Antes dígame, ¿quién es el nuevo Rey Brujo?

El fuego negro cae desde el cielo e impacta en un campo de fuerza de viento, el cual da también, la invisibilidad a la aldea.

―Están aquí ―dice Ciro―. ¡Princesa Aisha!, por favor, retírese a un lugar seguro.

―No puedo... no tardarían nada en pillarme, por más poder mágico que usare contra ellos.

Gina siente los fuertes impactos de fuego en el exterior de la aldea y teme por su vida, mientras analiza en el viento que rodea la esfera, quien tiene el poder mágico más grande de la época.

―Es difícil de averiguar... ―dice temerosa.

―Por favor, intentad dar con él ―dice Eloid, mientras voltea de forma brusca tras cada impacto.

Gina abre los ojos y encuentra al siguiente rey.

―He encontrado el más grande poder mágico, sobre esta tierra.

El campo de viento finalmente cede ante tantos ataques de fuego. Los brujos hadas, se preparan para defender a la princesa, mientras que ingresa a la aldea, un brujo dragón oscuro, de cabello largo, barba y armadura de escamas negras.

―Perdón por la intromisión ―hace una ligera reverencia―. Pero necesito que os entreguéis La Moneda del Líder, más bien la Moneda L.

―Si creéis que vais a tomar el mayor tesoro de la familia, estáis equivocados ―dice Ciro― Marcharos de aquí.

―Entonces es verdad... está aquí ―sonríe el hombre fornido―. Quiero que os veáis en que situación están, no estáis en condiciones de negarse.

―Thanánamos ―susurra Ciro.

Un fuerte tornado se levanta en medio de la aldea, Eloid cae al suelo y la bruja cierra el conjuro de su bola de cristal.

―El Rey Brujo es Fermín Márquez, él ya es rey entre todos los dragones, así que entregadle el amuleto, antes de que caiga en malas manos.

―Lo haré ―asiente con la cabeza.

Sin mirar atrás, bajo la última orden de la princesa, el hada castaña se va corriendo hacia su siguiente objetivo, mientras que ella, desde su trono, custodiado por un grupo de hombres hada, siente que su presencia mágica se aleja y sonríe.

―Muy bien, al menos el amuleto estará a salvo.

El brujo dragón intenta mantenerse en tierra, pero es arrastrado por las fuertes corrientes de viento, Ciro se mantiene firme en su ataque, pero es sorprendido por una fuerte llamarada que llega desde el ojo del tornado, el cual evade con mucha suerte, pero descuida su hechizo y este desaparece.

Los demás protectores de la aldea, lanzan poderosos conjuros Kynígi para intentar derribar a la bestia. El compañero, quien apenas salió despedido por las corrientes, regresa tan solo con sus alas emergiendo de su espalda.

Vuela hacia Ciro, pero este, lejos de intimidarse lanza un nuevo ataque, para esto se crea debajo de él, un círculo mágico de color gris.

―Akanónemos ―dice con determinación.

Fuertes ráfagas se crean en el ambiente y van de un lado a otro desestabilizando el vuelo del dragón y del brujo barbudo, quien no puede apuntarle bien con su brazo.

―Mierda, maldito estorbo... ―dice entre dientes.

El dragón esquiva los ataques de los aldeanos, hasta que recibe una ráfaga que lo lleva casi a tierra y en picada, es entonces cuando recibe de forma directa, varios Kynígi en el pecho y en una de sus alas, haciendo que caiga a lo lejos con una violencia tal que ocasiona un estruendo y una fuerte onda expansiva que sacude las copas de los árboles y levanta a algunos de estos de sus raíces.

Desde las lejanías, el rugir del dragón se oye como un estruendo que hace temblar la tierra, muchos se distraen y son sorprendidos por los disparos de fuego del brujo oscuro. Fastidiado por sus heridas, alza ambas manos, a riesgo de recibir un ataque directo y grita a los cuatro vientos.

―¡Astral Triploús Kynígi!

Varios círculos mágicos negros se forman en el cielo, inmensas columnas de fuego caen e impactan con una potencia tal, que al impactar ocasionan enormes agujeros, explosiones, ondas expansivas de calor, que queman el césped y los árboles. Los brujos salen despedidos y algunos mueren en el acto, Ciro es el único que logra esquivar y retroceder rápidamente, aunque el calor termino quemando parte de la piel de su rostro.

Las hadas que logran sobrevivir, apenas pueden moverse para replegar hacia la zona de la princesa, la mujer, al ver el enorme destrozo que provocó en la aldea, se acerca a la puerta realmente apenada y al primero que cruza es a Ciro.

―Han vencido, por más que os pongáis resistencia, ellos irán acercándose cada vez más.

―Debe irse de aquí, princesa, no hay tiempo que perder.

―No puedo huir, ya lo he dicho, si quieren saber sobre la moneda, deberé entregarle la piedra donde yace.

―Habla de... ―mira con curiosidad.

―Eso mismo ―asiente con la cabeza.

Los dragones, heridos tras los ataques de las hadas del viento, se acercan realmente enfadados. La princesa se interpone entre su gente y los enemigos, mostrándose muy valiente e inmutada al tenerlos tan cerca.

―Princesa hada del viento ―dice con asco, el hombre de barba y pelo largo.

―Imagino que vosotros sois los mejores brujos de la Reina Casandra.

―Así es, mi nombre es Bernat y mi amigo mudo, es Genis. Os seré directo ―apunta a Ciro―. Si no queréis que vuestro mejor brujo sea desintegrado en este instante, entregadme la moneda.

―Si así lo juráis, os entregaré el objeto.

El brujo mira a su compañero de moreno de pelo corto y abundante y asiente con la cabeza.

―Os juro ―Genis retrocede y parece prepararse para alguna orden.

La joven princesa camina hacia el interior de su palacio, dentro del enorme árbol y sube por una escalera que hay por fuera, hacia un pequeño santuario hecho con las hierbas y ramas de la copa.

Sobre una pequeña columna de madera ella pone la mano de palma hacia arriba y a través del pensamiento libera un conjuro de interdimensión.

Como si cayera de la nada misma, una piedra perfectamente rectangular, cae sobre su mano. Ciro, quien la acompaña, observa con asombro.

―Helo aquí, La Moneda L ―dice la princesa con pesar.

El dragón confundido toma la piedra y ella dice en voz baja.

―Tiene un conjuro de petrificación que solo un Wicca puede descifrar.

El brujo, realmente enojado, toma a la mujer de su delicado vestido y sin que ella se inmute, recibe un grito de la bestia.

―¡Maldita bruja! ¡Me habéis engañado!

―Le he dicho que iba a darle el objeto, mas no me dijo en qué condiciones.

―Está bien... ―sonríe―. Yo también cumpliré con mi parte... ¡¡Genis!!

La forma de dragón vuelve a emerger del brujo en plena plaza y con sus fuertes llamas envuelve y desintegra a casi todas las hadas, en un abrir y cerrar de ojos, sin darles posibilidad a que puedan protegerse.

Los que quedan sufren grandes heridas y retroceden, esperando la orden de la joven de traje de seda, ella sin embargo, se ve muy abrumada por la situación, aunque no lo demuestre del todo.

―¿Lo veis, princesa? he cumplido con mi juramento, no asesiné a su fiel servidor. No me provoquéis, dos pueden jugar ese juego.

Ciro, realmente impotente se resiste a responder por ese cruel genocidio, pero la princesa alza su mano para detenerlo. El brujo solo se queda quieto, aun así no baja la guardia y observa.

―¿Sabe qué? ―dice Bernat―. Usted vendrá conmigo y junto con los Wiccas de nuestra familia, descifrareis este conjuro.

La toma envuelve con su brazo izquierdo convertido rápidamente en dragón y el fuego en su espalda hace emerger las alas negras. Con un fuerte aleteo y en un movimiento muy rápido, se aleja del árbol y Ciro apunta hacia él.

―No querrás herir a vuestra princesa, Ciro... ¿o sí?

Pone su cuerpo como escudo y con una maliciosa sonrisa, se acerca al oído de la mujer para susurrarle.

―Tiempo de irnos...

Ambos dragones se alejan, dejando tras de sí toda una aldea en llamas, las pocas hadas que quedan se reúnen con Ciro y uno de ellos, castaño y con parte de su cara quemada, le pregunta con desespero.

―¿Que haremos, guardián Ciro?

―¿A dónde llevan a la princesa?

―Les seguiré ―responde el brujo―. Pero tienen en su poder la Moneda del Líder, si la reina lo obtiene... podría ocasionar un caos.

***

En un amplio valle rodeado de vegetación, la silueta de un ave recorre un largo trayecto, aleteando con mucha fuerza y rapidez, llegado a la zona de los árboles, se posa sobre un árbol y observa girando su cabeza de forma completa, se trata de un búho de metro y medio de alto, de color gris.

Desde arriba cae un dragón rojo que la atrapa y caen juntos hacia un arbusto, ruedan por el césped crecido, regresando cada quien a su forma original.

Se trata de Rosaura, mostrándose como una joven adolescente de cabello gris, ojos claros y atuendos blancos, quien le sonríe con simpatía a un León de tapado rojo y cabello corto pero algo crecido. Este se muestra agitado y algo alterado.

―Por fin, por fin te he ganado ―suspira.

Ella se ríe y se lo quita de encima con un empujón.

―Acéptalo, nosotros somos buenos para presentir amenazas. Tú, mi querido León, eres muy impulsivo y por lo que veo... no te gusta perder.

―Es que me fastidia ―aprieta el puño―. ¿Cómo puedo ser el príncipe Dragón, si ni siquiera puedo pillar un ave?

―Hechicera ―se pone de pie y se hace la ofendida―. Más respeto, hacia vuestra futura esposa.

El sonríe y rápidamente se levanta para tomar sus manos, sus ojos castaños claros se fijan en los suyos y le responde.

―Tenéis razón, me disculpo.

La jovencita se ruboriza, desvía la mirada y le cambia de tema.

―¿Qué tenéis pensado regalarme en mi cumpleaños?

―Dejadme pensar ―se toma el mentón―. Tal vez te enseñe... el mayor espectáculo que jamás hayas visto.

―¿En serio? ―le sonríe emocionada.

―Lo prometo, no diré más, arruinaría la sorpresa ―besa su mano.

―Te quiero, querido ―se ruboriza aún más.

―También te quiero, mi bella dama

Ambos tocan sus labios con mucha timidez, demostrando toda su inocencia con un simple beso. Juntos se adentran en el bosque rumbo a las montañas La Garrotxa, donde se encuentra su aldea. Dentro del gran castillo, pasea por una extensa galería, el rey dragón, Fermín.

Su sirviente y escriba, anota sobre un pequeño papel con una pluma, todo lo que el rey le ordena.

―Necesito dos asientos por familia y elemento y que dicho elemento pueda completar una gran mesa rectangular.

―Mi rey, dudo que el gran salón pueda albergar semejante cantidad.

―Debéis lograrlo, mi fiel sirviente, se trata de la Reunión de Brujos que organizamos cada cinco años. No podemos permitirnos fallos, además... Tengo mucho que anunciaros a todos.

Muchos de sus sirvientes, junto a varios brujos y hechiceros dragones, acomodan el salón para el gran evento. Limpian y organizan de forma ordenada, las sillas y el mismísimo trono real, decorado con finas telas negras y rojas, así como el gran mantel.

Algunos de estos sirvientes magos, despliegan alas en sus espaldas para subir hasta los candelabros del espacioso lugar y colocándose guantes rojos posan las manos sobre las velas y lanzan el hechizo.

―Sfigmós...

Una flama roja anaranjada emerge de estas manos y son lanzadas de forma inofensiva hacia cada vela, para encenderlas rápidamente.

Rosaura, permanece en su forma humana sobre el enorme dragón rojo, León. El abre su gran boca, repleta de filosos dientes y la voz grotesca en sus palabras salen a través de esta, sin necesidad de vocalizar.

―Estamos sobrevolando tu aldea, supongo que tu padre te espera para salir hacia nuestros dominios.

―Así es ―asiente con la cabeza―. Debo irme, querido ―besa su cabeza y le dice con cariño―. Te quiero, te veo pronto.

―También te quiero, Rosaura, tened cuidado.

Ella le guiña el ojo y se arroja en caída libre, hacia una zona repleta de árboles altos, donde están asentados los búhos de viento. En plena caída, a través de un conjuro allagí, la jovencita se transforma tras una corriente nubosa de viento, en un elegante búho gris.

Hacia otra región montañosa, alejada de Girona, se encuentra un asentamiento de brujos dragones, en el interior de una gran montaña nevada. Bernat ingresa volando en forma de dragón, junto a su compañero. Las gruesas garras, sujetan el delicado cuerpo de la princesa hada del viento.

La mujer se impresiona al ver una inmensa caverna iluminada con velas, donde hay varias cuevas cerradas con madera y con puertas altas del mismo material, que son casas para los dragones, que la habitan en su forma humana.

Al fondo, como si estuviese incrustada en la montaña, hay un siniestro y oscuro castillo de varios pisos, cuyo interior se encuentra escasamente iluminado. El dragón arroja a la bruja desde una altura considerable, como para que no se lastime, la joven cae y rueda por un momento.

El fuego negro disminuye la forma del dragón y de esta emerge su apariencia humana. Bernat, con muy poca paciencia, la toma del brazo y la levanta de forma brusca.

―Caminemos desde aquí, doncella. La reina espera en su trono...

A la luz de las velas, en un oscuro salón dormitorio, varias sirvientas visten a mano, sin usar magia alguna, a una elegante y voluptuosa mujer, alta y de pelo negro, lacio y largo hasta su cintura. El vestido negro, seguido de una túnica de escamas del mismo color, con detalles blancos en el cuello y en los bordados, marca aún más su esbelta figura.

Con una muy sofisticada voz femenina, le pregunta a uno de sus ayudantes.

―Los Menestrales, ¿han fabricado el anillo?

―Sí, mi reina, la esperan en el trono.

―Excelente ―dice con serenidad―. Sera el accesorio final, para lucirlo en la reunión.

Baja unos escalones anchos y de corta altura hacia el trono color negro, con detalles en blanco. Una vez sentada allí, su ayudante le dice en voz baja.

―Mi reina, Bernat y Genis están aquí.

―¡Pasad! ―dice con voz muy clara―. ¡Tengo prisa!

Bernat ingresa, llevando a arrastras a su rehén, mientras que Genis camina, ya recuperado y con una mirada cabizbaja hacia ella. Ante su elegante presencia, ambos apoyan una rodilla en el suelo y le hacen una reverencia.

―Reina dragón de la oscuridad...

―¿Qué os traéis para mí? ―dice la mujer de piel pálida.

―Astral Aisha Vasanistiria ―pronuncia el conjuro mentalmente, Bernat.

La mujer es arrojada al suelo y el circulo mágico se crea al instante, se crea un aura de fuego negro a su alrededor, unas garras de fuego la envuelven y retuercen sus extremidades, lo cual hace que sufra mucho.

Genis retrocede y sus ojos prestan más atención al entorno del salón, como si estuviese buscando algo.

El barbudo brujo se acerca a la reina y le enseña la piedra perfectamente rectangular.

―La princesa ha encerrado vuestro valioso objeto en esta piedra, dice que necesita el conjuro especial de un Wicca.

Ella lanza una sutil risa que desemboca en una carcajada, que deja confundido a ambos brujos, pero preocupada a la bruja hada.

―¿Y crees que debo ir a Astralia a traer uno de esos sabios?

Toma la piedra y la analiza con unos ojos penetrantes, luego mira a la jovencita de prendas suaves y le sonríe.

―Bernat, eres muy ingenuo ―sonríe―. Ni te has percatado de que esta piedra no tiene ni un rastro de poder mágico.

El hombre voltea a ver furioso a la bruja de viento y sus dientes crujen de rabia.

―¡Xecáno! ―grita.

El conjuro desaparece y ella cae totalmente debilitada y con partes de su cuerpo quemadas ligeramente. Ella alza la mirada, mostrando cada vez más nerviosismo, la bruja dragón se levanta del trono, mientras su mano se transforma bajo el fuego negro, en una garra de dragón que destroza la piedra en mil pedazos.

―Me creéis estúpida, hada del viento ―camina hacia ella―. Ser insignificante, como todo brujo, hechicero y mago que habéis pisado esta tierra. ¡Todos merecéis ser sometidos a nuestra voluntad! y lo hare posible, quieras o no ―toma su lastimado rostro.

―Conozco vuestras intenciones, conozco el ego que emana de vuestras escamas ―susurra la princesa―. Por eso, prefiero llevarme ese objeto a la tumba, antes que daros a una raza de asesinos.

―No me lo daréis, entonces os quitaré.

Una delicada flama negra envuelve la mano, que aun continua en su estado dragón, y de esa forma, atraviesa el pecho de la bruja hada, ella abre los ojos bien grande, sorprendida, shockeada, su mirada se fija en los de la reina, el tenso silencio invade el oscuro salón central.

***

La flama, que envuelve la mano de dragón oscuro, perdida en el pecho de la princesa hada del viento, resulta ser un cierre interdimensional. Aisha observa con mucho miedo, como la reina busca en su interior, con una sonrisa malévola, el objeto que desea.

―¿Creíais que iba a asesinarle? No, aunque lo hare ni bien encuentre el objeto en vuestra abertura.

―¡Thanánamos! ―se oye el grito grave de un hombre a lo lejos.

El círculo mágico se crea rápidamente en la totalidad del salón y se levanta allí mismo un enorme tornado que sacude, mueve sillas, mesas y armas de decoración como si fuesen de papel.

Tanto Bernat como Genis lo reconocen al instante, siendo este último el que lo localiza. Piensa rápidamente un conjuro Kynígi en su brazo y lo arroja hacia una columna redonda y gruesa, donde el hada logra evadir, en su tamaño minúsculo.

El viento los manda a volar a todos, excepto a Casandra, quien hace emerger sus enormes alas negras y agitarlas lo suficiente para mantenerse en un mismo punto, aun con su garra derecha en el cierre dimensional que lleva Aisha en su pecho.

Ciro ataca contantemente con disparos mágicos, evade el fuego de ambos dragones y se adentra aún más en el torbellino para acercarse a la princesa. El poder mágico en su cuerpo, comienza a hacerse más débil, por lo que pierde lentamente su forma final y regresa a ser un brujo de apariencia humana. Acomoda su pelo rubio y no quita su expresión de concentración, mientras el sudor corre por su frente.

―¡¿Estáis agotado?! ¡Maldito estorbo! ―le grita Bernat.

―Eso no os importa, la princesa se ira conmigo ―dice con suma tranquilidad, pero agitado.

El viento hace que no puedan verlo con claridad y mucho menos poder dispararle, convertirse en dragones solo dificultaría las cosas.

Ciro sale de aquella columna y se ayuda con los vientos a desplazarse por el salón, esquiva los ataques de fuego, algunos consiguen impactarle y termina chocando contra un conjunto de mesas y sillas destrozadas.

Concentra el poco poder mágico que queda y corre hacia Casandra y Aisha, a toda velocidad. Cuando toma la mano de la dragona, intenta quitársela pero eso hace que le haga un violento corte a la princesa, que cruza dese el pecho hacia su brazo derecho.

Ella suelta un grito y de pronto es abrazada por Ciro, se lanza hacia las puertas principales, para escapar y antes de que los enemigos los sigan, grita.

―¡Astral Ekrixi!

Una onda expansiva de viento, sumado al torbellino, termina por destruir gran parte del salón. Ambos, heridos por los dragones, se echan al vuelo en una inmensa montaña hueca, repleta de dragones, estos se alzan en sus monstruosas formas e intentan derribarlos.

Ciro esquiva y se cubre con conjuros Aspída que apenas logran cubrirlo, debido a su débil poder mágico. De forma milagrosa, los dos consiguen salir y esconderse rápidamente entre las nubes. Los dragones salen en grupos e intentan ubicarlos, sin éxito alguno.

Bernat se levanta de entre los escombros y restos de madera, al igual que su amigo desde el rincón del salón. Juntos voltean a ver a la reina y sus expresiones muestran sorpresa al ver que se encuentra arrodillada, sosteniéndose de su trono con la mano izquierda y con la derecha enseñándoles a los dos, una moneda de color plateada en sus bordes, un anillo de color vino y un centro del mismo color, que conforma:

―La Moneda del Líder ―sonríe Casandra.

Bernat, se ríe junto a su tímido amigo y juntos se van hacia el interior del castillo, donde la voz del hombre barbudo resuena como eco.

―¡Traed el anillo! ¡Saldremos hacia la Reunión de Brujos en este instante!

***

El dragón rojo, León, aterriza en la plaza central del enorme castillo de piedra, rodeado de montañas. El fuego lo envuelve y de este emerge como el joven príncipe. Es recibido por los sirvientes de la familia real y estos retiran de su espalda la túnica de escamas, sinónimo de su estatus como noble.

Los invitados comienzan a acercarse a las enormes puertas de madera, donde el propio rey los recibe y los invita a entrar. Cuando nota que su hijo se acomoda con su camisa de telas rojas y pantalones negros holgados y ajustados en las botamangas, camina hacia el para recibirlo.

―Qué bueno que regresasteis, hijo, ¿dónde estabais?

―Salí con la princesa Rosaura, espero que no le moleste, padre.

―Sabéis lo que pienso al respecto, la familia de los búhos no es de fiar, por su poder hipnótico ellos...

―¡Rey Fermín de Márquez! ―dice un hombre de cabello largo y gris a lo lejos.

El hombre de gran porte se percata de quien es y titubea un poco antes de saludarlo.

―Rey Baltasar Serra, em sea usted bienvenido a la reunión, ¿quién es su acompañante?

A su lado aparece la joven adolescente, que lo mira tanto a él para hacerle una reverencia, como a su hijo, a quien le guiña un ojo.

―Rosaura Serra, es un honor, Rey Dragón.

―El... el honor es mío ―dice Fermín y voltea a verlo a León.

―Muchas gracias por haber contado con nosotros en esta reunión ―dice Baltasar con una sonrisa―. Jamás nos han invitado a nada, es como si nos temieran.

―Sean bienvenidos ―dice León―. Pueden pasar.

―Gracias joven príncipe ―dice Baltasar―. Es usted muy caballeroso.

Rosaura sonríe, viendo por primera vez una buena conexión de palabras entre ambos, le sonríe a León y se adentra en la reunión.

Fermín se acerca a su hijo y le dice en voz baja.

―Hijo, no teníais autorización para invitarles.

―Soy el príncipe y ellos también fueron parte de mi vida.

Un dragón rojo aterriza sobre la plaza central del castillo, generando un estruendo que resuena en todo el salón, sus fauces se abren para lanzar un gran rugido, mientras el fuego rojo anaranjado la envuelve. Muchos brujos quedan paralizados del asombro y del miedo.

Las llamas decrecen y emerge desde su interior, una bruja de vestido rojo como de guerrera. Muestra un rostro pálido, de ojos castaños y cabellera rojo rubí, con un peinado desalineado, como si se tratase de una salvaje.

―¿Y yo? ¿No soy parte de vuestra vida, hermano?

―Lara ―dicen ambos, con asombro.

Mientras las parejas de cada familia de elementos y razas ingresan al gran salón, León observa con una expresión de odio hacia su hermana e intenta lanzarse a confrontarla. El rey lo detiene antes de la situación se salga de control y le dice en voz baja.

―Debes calmarte, hijo, ella solo te está provocando.

―No esperaba este recibimiento ―dice Lara―. Seré la próxima reina dragón rojo de fuego. ¿No es así, hermanito? ―le sonríe con malicia.

―Tu jamás seréis parte de esta familia, de este reinado ―le dice con mucho enojo, León.

Lara lentamente muestra un rostro de enojo y fastidiada por esas palabras le pregunta de forma retórica.

―¡¿Qué has dicho, lagarto?!

―¡Lara! ―le llama la atención su padre.

La mujer, alto atemorizada por la intimidante presencia del rey, decide retroceder un par de pasos y dice.

―¡No os dejaré pasar esta...! Lagarto, yo seré la reina te guste o no, si os cruzáis en mi camino, os mataré, da igual que seáis mi hermano.

Se aleja e ingresa por otro sector del castillo, rumbo al primer piso por unas escaleras.

―Padre ―dice León―. Ella me atacará algún día ―lo mira―. Y tendré que defender mi vida.

Ingresa al salón junto a los invitados, rumbo a la mesa principal. El rey lo nota muy enfadado y reconoce que todo es a raíz del fallecimiento de Carla.

***

Una vez que inicia la reunión, los invitados aplauden de pie, la llegada del rey al trono, aunque muchos se preguntan murmurando el porqué del trono adicional que hay al lado del mismo. León no se percata de ello, pero si Lara, quien está a lo lejos, apoyada contra una columna de piedra. Ambos observan confundidos, pero solo se limitan a escuchar al rey.

―Sean bienvenidos a la Reunión de Brujos, encabezada por la realeza dragón. Yo Fermín Márquez, rey dragón rojo de fuego, me complace anunciarles que hoy nos acompañara alguien muy importante en mi vida. Dadle la bienvenida a mi prometida, Casandra Cervantes, reina dragón de la oscuridad.

León se pone de pie, totalmente ofendido de lo que está escuchando, Lara queda impresionada al ver la esbelta figura femenina, que sube aquellos escalones hacia la mesa principal y muestra una seductora mirada hacia todos los invitados, enseñando primero su mano izquierda para saludar y dándole la mano derecha a Fermín, quien la toma y la besa.

En dicha mano, en el dedo del medio, lleva un anillo negro, especial, en el que esta encastrada la Moneda L. Los brujos, algo confundidos con dicha presencia y algunos atemorizados por los rumores de dicha rama de los dragones, solo se limitan a ponerse de pie y aplaudir.

El rey sonríe y asiente con la cabeza, aceptando que la mujer, de rostro pacifico, se siente a su lado. León solo se sienta y reacciona muy ofendido.

***

En medio de la reunión y mientras los brujos y brujas conversan a la vez que reciben vino y lujosos alimentos, la música tocada a través de las guitarras de los trovadores, no para de agradar los oídos.

La reina de los dragones oscuros, le sonríe a su prometido y él toma su mano, con delicadeza.

―Tardasteis un poco en venir, ¿sucedió algo?

―Tuve varios asuntos de los cuales encargarme, prometido.

―¿Sobre qué...? Si se puede saber, claro está.

De pronto los guardias del castillo agudizan sus oídos en la puerta de entrada y proceden a abrirla. Tanto el rey como la reina, Lara y los demás invitados, observan con asombro a este sorpresivo brujo hada.

Resulta ser el mismísimo Eloid, quien trae consigo el Amuleto de Osiris en un pequeño cofre de madera, atado a su cintura.

―Perdón por la intromisión, Rey Dragón ―dice haciendo una leve reverencia―. Pero debo hacerle entrega de un amuleto, encomendado por su guardiana la Princesa Aisha, Hada del...

Sus palabras se congelan y ve con espanto el siniestro rostro de Casandra, quien no emite palabra alguna. Fermín no entiende que está pasando y le pide que se acerque a la distancia. León le quita la mirada de enojo por un momento a la bruja y voltea a ver.

Los invitados, en silencio presencian su camino por el centro del salón. Llegado al trono, se muestra muy asustado por tener a escasos metros a la causante del exterminio de su aldea.

Se arrodilla frente al rey y abre el cofre de madera para sacar el amuleto que presenta un collar de una fina cuerda azul oscura, cuyo objeto es escarabajo dorado, con muchos detalles en azul oscuro.

La dragona se pone de pie lentamente y lo aprecia como el mismísimo Fermín.

―Mi nombre es Eloid y tengo como objetivo entregadle a usted Rey Fermín Márquez, el Amuleto de Orisis, que sólo es dominado por el brujo de mayor poder sobre esta tierra, un brujo de grado Phi como usted.

Se pone de pie y el rey agacha la cabeza para que Eloid le coloque el collar, la reina Casandra observa con fastidio.

―¡Admirad! ―dice Eloid―. Al Rey Phi, Fermín Márquez.

Los invitados aplauden, pero hay gente en la reunión que no está de acuerdo y hasta se miran entre ellos. Lara también está inconforme con la proclamación de su propio padre, lo ve con desprecio y se aleja por ese costado del salón.

Mira a su alrededor y nota que en el pasillo interno que da a las escaleras, está el acompañante de Casandra, su mano derecha, fornido y barbudo. Curiosa se acerca a verle y le pregunta.

―¿Quién sois? ¿Y qué hace aquí?

―Vine con la reina Casandra, mi nombre es Bernat, Brujo Dragón de la oscuridad. Supongo que no estáis contenta con esta proclamación.

―Yo sé que mi padre está muy por debajo de ese título. No lo merece.

―Hay muchos que no están de acuerdo, le propongo un trato, para proclamar un nuevo rey Phi ―le sonríe.

La mujer de cabello rojizo, se intriga por su propuesta y decide seguirlo por aquel oscuro pasillo, apenas iluminado por la luz de la tarde.

La tensión se siente, a pesar de los aplausos de los invitados, Fermín Márquez se presenta utilizando el collar color azul oscuro en su mayoría en conjunto con el dorado. Eloid solo retrocede y le hace una reverencia como gesto de cordialidad.

―Con vuestro permiso, debo volver a mi aldea.

―Para nada, le invito a quedarse ―dice Fermín―. Acompañadme con una copa de vino.

―Es muy gentil, mi rey, pero mi aldea fue destruida y quiero asegurarme de que la gente que quiero y aprecio, este con vida.

La gente enmudece y la bruja dragón está cada vez más furiosa con la revelación que está dando el brujo. Sabiendo que todo su plan puede desmoronarse en cualquier momento, opta por usar su as bajo la manga.

―Seguro fue obra de la Logia Santa, ¿verdad Eloid?

Lo mira con sus ojos de iris de color vino, coloca sus brazos hacia atrás para no demostrar el brillo del mismo color, que emerge como aura desde su anillo.

―Así es mi reina ―asiente con la cabeza―. Los cazadores arrasaron con la aldea.

―Por mi está bien ―le dice Casandra a Fermín.

―Muy bien, Eloid, muchas gracias por haberme nombrado con el Amuleto de Osiris, prometo cuidarlo con mi vida, hasta que regresen por él.

Eloid hace una última reverencia y se va sin decir más, con la cabeza a agachas, sabiendo que mintió respecto al ataque de los dragones oscuros, sin embargo no hace nada al respecto.

León, quien no está nada contento con lo que está presenciando, deja la cena de forma abrupta. El rey abre los ojos del asombro, pero se limita a atender la propia reunión que organizó.

Rosaura se levanta del asiento y su padre le pregunta.

―¿A dónde vais?

―León se fue, quiero seguirlo ―dice realmente preocupada.

―Escucha, no podemos abandonar la reunión de esta forma.

―No me interesa, algo le ha pasado a León.

―Está bien, si tanto os preocupa, yo te acompañaré.

Comienza un número de magia en el centro del salón, dos magos de fuego, se reúnen para hacer un espectáculo de fuegos artificiales, al ritmo de una música medieval, tocada por unos brujos Trovadores del mismo elemento. Todos se maravillan con dicha presentación, mientras los brujos búhos, se transforman de forma sutil, tras una columna y abandonan la reunión.

En un mausoleo, detrás del castillo, decorado en mármol y con las cuidadosas puertas de madera pulida y bien cuidada, se encuentra León llorando, recostado sobre la placa conmemorativa de su madre y las cenizas que reposan en un cofre de mármol, debajo de esta.

Entre sus lágrimas de dolor, habla con esa fría tumba, como si fuese su propia madre en vida.

―¿Cómo puede aceptar a alguien más en su vida que no seáis tú, madre? ¡No quiero tener una madrastra! ¡Prefiero recordarte como quien fuisteis en vida y no ver tu asiento vacío, ser ocupado por alguien más! ―llora desconsolado.

De pronto el fuerte y aturdidor grito de ave, lo estremece y sale corriendo del mausoleo. Una corriente de viento lo envuelve por un momento y caen suavemente y frente a él, el rey y la princesa Búho.

―Rey Baltasar, Rosaura, ¿qué hacéis aquí? ―dice el jovencito―. Este es un lugar privado.

―Lo lamento ―dice la adolescente―. Es que me preocupas.

―Por favor, dejadme solo.

―Pero...

―Quiero estar solo ―los mira a ambos con una expresión de enojo, pero también de indignación.

―Vamos, hija ―dice Baltasar, decepcionado de la imagen que da León―. Volemos de nuevo a casa.

Ella, un tanto afectada por el trato de su novio, decide voltear e irse con su padre.

***

Al pasar las horas, la fiesta continúa en el castillo, muchos danzan en la plaza central a la luz de las velas y de las antorchas gigantes que posan en los muros. Fermín busca entre los invitados, alguna señal de León, pero a quien ve a lo lejos, es a Lara, quien continua marginada admirando el paisaje de las montañas, desde un pasillo exterior.

―Hija, ¿has visto a tu hermano?

―No, espero no verlo en mucho tiempo.

―Lara... ¿Cuál es el problema que tienes con León?

―¿No fui clara? De no ser por él, yo sería la siguiente en el trono ¡y dudo que quieras dejarme parte de tus tierras cono herencia!

―¡Basta!

El fuego brota de su cuerpo y crea una muy leve onda expansiva que la hace retroceder. Los invitados oyen el estruendo y dejan de danzar, atemorizados por el poder que este emana de su cuerpo.

23 Février 2023 05:14 0 Rapport Incorporer Suivre l’histoire
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Universo Multidimensional de los Reyes
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La primera fase del Universo Multidimensional comprende las historias POWER CAR, PROYECTO CC, PASAJE AURALMA, LLAVE X e INFANCIAS DE ORFANATO, contando extras. ADVERTENCIA: El contenido puede contener SPOILER Todas las historias que aparecerán en este perfil, a pesar de estar separadas por brechas de genero, están vinculadas en algún punto. No te pierdas ninguna historia de este amplio universo dimensional. Desde una ciudad, hasta los confines del universo. En savoir plus Universo Multidimensional de los Reyes.