planetagrisnan Grisnan

Sebastián tendrá que enfrentar un fuerte dilema junto a María, quien tras sufrir un accidente lucha por entender cómo la vida de ambos está conectada por un hecho ocurrido el mismo día. Para ello, la música será la forma como intentará reunir las piezas y hacer realidad una promesa. Entre las canciones que compondrá y una emisora que guiará el proceso, conocerán a otras personas que podrán ayudarle en su objetivo, ¿o no? La respuesta implicará transitar por varias frecuencias de la vida...


Romance Contemporain Déconseillé aux moins de 13 ans. © Todos los derechos reservados

#radio #música #amor
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Capítulo 1

6 de febrero

La vida siempre juega sus cartas, ¿pero hay alguna forma de evadirla para cumplir nuestros sueños? Esta pregunta acompaña cada día a Sebastián desde hace cinco años. El cielo le da la bienvenida con un espacio libre de nubes, aunque las cosas en su habitación andan más bien desordenadas (aun teniendo en cuenta que se ha despertado dos horas más temprano de lo habitual). Ha movido en varias oportunidades su cama, sus cuadernos e incluso su instrumento favorito, aun así, siente que aún no ha intentado organizar algo más profundo dentro de su ser.

—No comprendo por qué después de tanto tiempo y de tantos esfuerzos, nada logra que recuerde ese día. Acaso, ¿no he intentado decirle sin rodeos que me gusta? ¿no seré el hombre ideal para ella? —Su respiración llega a entrecortarse con cada pregunta que surge, y a pesar de que camine en círculos, mire hacia el horizonte desde la ventana o se quede sentado sobre su cama, las palpitaciones de su corazón no encuentran el ritmo adecuado de la tranquilidad.

Repasa una vez más con su mirada la habitación: al parecer, la pintura morada de los muros no tiene algún signo de deterioro; la cama y sus objetos personales están organizados y el espacio se mantiene amplio; la guitarra no se escucha desafinada y toda su ropa está en su correspondiente sitio. Antes de bajar a desayunar, decide que revisará una vez más el lugar después al regresar del colegio.

A esta misma hora la ciudad empieza a despertarse, por lo que disfrutar con tranquilidad de los amplios andenes al tiempo que se respira el olor de las flores y de los árboles de pino es toda una recompensa para un lunes. En cambio, sería toda una novedad encontrarse a sus padres sentados en la mesa y conversar con ellos acerca de sus planes para el fin de semana. Ya le es habitual encontrar el silencio como único acompañante, y tener que hablar consigo mismo sobre lo que hará en las noches o de lo que escribirá en su libreta. Siempre piensa que no tiene algún motivo válido para continuar, pero cada vez que ve aquella foto que ha colocado de fondo en su celular, las ganas de seguir en su lucha para conquistarla le dan el ánimo necesario para ser feliz.

—Será mejor que termine rápido. ¡Me muero por saber cómo estará luego de las vacaciones! —Se dice a sí mismo con optimismo tras colocarse las correas de la maleta sobre sus hombros para dejar por unas horas el ambiente nostálgico que reina en la casa.

En otro extremo de la ciudad, vive desde hace varios años una chica de su misma edad que también se está preparando para su primer día de clases, pero que ha vivido una situación que quizá no debería haber tenido a tan temprana etapa. Mientras que mira con atención su reflejo en el espejo para peinarse y revisar que todo esté bien, su madre toca la puerta con suavidad para no desconcentrarla.

—Hola hija, ¿cómo te sientes?

—Para serte sincera, muy nerviosa —responde con una pizca de preocupación tras dejar el peine sobre el tocador—. No niego que tuvimos que afrontar muchas cosas a lo largo de este año de una forma muy diferente a lo que teníamos pensado en realidad, pero sabes que quiero seguir con mi vida… aunque ya no será igual.

—Lo sé, pero recuerda que lo que más me importa ahora es que seas feliz —Al tiempo que le dice esto, se acerca para darle un abrazo por detrás y deposita luego un beso en su frente—. Además, el rector del colegio me ha comentado ayer que el curso al que entrarás tiene muy buenas referencias, así que no tendrás que preocuparte por los “viejos conocidos”.

—Eso espero… De verdad, ¡lo único que quiero es que todo salga bien!

Antes de salir a la estación más cercana del metro, se coloca sus audífonos y luego una cuerda en su cuello de la cual cuelga la figura de la medialuna. No niega que los nervios no son gran cosa a comparación de lo que siente su corazón, pero tiene la seguridad de que no se volverá a encontrar con el responsable de haber destruido su inocencia.



En la estación BlueCase todo empieza a tomar un ritmo más agitado, cosa que siempre aprovecha un joven que lleva su cabello de forma similar al peinado rasta de Bob Marley y quien lleva colgado sobre su hombro izquierdo el estuche de un instrumento. Rastrea cada ubicación del lugar con su mirada hasta elegir una banca de madera en donde están sentadas dos chicas, quienes dialogan sobre lo que será el inicio de su etapa universitaria. Sin pensárselo dos veces, deja el estuche abierto en el piso y empieza a afinar su guitarra.

—Disculpen, señoritas. ¿Puedo ubicarme a su lado para tocar una canción?

Una sonrisa es la única respuesta de ambas ante su “propuesta”, entre tanto, elige del listado de sus canciones preferidas la primera que tocará hoy. Al observar que ya hay un grupo de chicos que se agrupan frente a él, comienza a tocar 6:00 a.m. de Santiago Cruz no sin antes dar pistas de su identidad. Mientras que todos aprovechan para dejar algunas monedas allí, unos metros más adelante en dirección a los rieles del tren el joven de la maleta escucha el ritmo en detalle, sin perder de vista que ya está a unos minutos del reencuentro que por tanto tiempo ha esperado.

Cuando se da cuenta de que faltan diez minutos para entrar, acelera sus pasos y así llegar a tiempo, aunque se lamenta en silencio por no poder hacer su aporte. Al llegar al patio central de su colegio le es difícil de creer que todos estén alegres para la ocasión, y es que, a pesar de que todo estará en relativa tranquilidad para la recta final, recuerda que cualquier cosa puede ocurrir desde el primer minuto.

—Sebas, ¡por aquí! —grita una chica de pelo rojizo desde el otro extremo, quien extiende su brazo hacia arriba para poder ser vista en medio de la multitud.

—¡María, qué gusto verte de nuevo! —Cuando se encuentran frente a frente, su primera reacción es la de abrazarse por varios minutos, y cuando se alejan un poco, toman asiento en una de las bancas que hay cerca—. Dime, ¿cómo estuvieron tus vacaciones?

—No me creo aún que ya hayan pasado tres meses desde nuestro último encuentro, ¡fue increíble la cantidad de sitios que visitamos mi mamá y yo! Y no te imaginas todo lo que nos ocurrió. ¿Y a ti, cómo te fue?

—Ya sabes: encerrado en casa, continuando con las clases de guitarra y esperando alguna novedad de mis padres. Ya que lo recuerdo…

Antes de que pudiese terminar su frase, un anuncio a través de los altavoces le interrumpe, por lo que deciden retomar la conversación en el descanso. Mientras que conocen a sus nuevos compañeros y escogen su ubicación en el salón, en casa de María su madre da los últimos retoques para terminar un pedido especial que entregará esta tarde.

—¿Le parece bien si nos vemos en mi casa al mediodía? Así le podré explicar cómo deben montar el pastel cuando lleguen al evento... Sí, sí... Por mí está bien... Gracias a usted, hasta pronto, y que tenga feliz día.

“Un pedido más. Con esto, ¡ya completamos el dinero del mes!” reflexiona tras dejar todo en las cajas correspondientes y recostarse sobre el sofá de tres puestos. Siente por un momento que todo está bien, ya que su hija comparte un año más con la persona que la ha apoyado de forma incondicional y que ha estado dispuesto a ayudarlas en todo lo que han necesitado, pero cuando llegan los recuerdos de su situación antes del accidente, un par de lágrimas recorren sus mejillas.

—Será mejor que vaya y busque mis pastillas, ¡no quiero que mi hija me encuentre en este estado!



Cuando tocan el timbre para el cambio de clases, una de las chicas del salón aprovecha la pausa para sacar una libreta de su maleta y empieza a escribir algo en ella. “Bueno, ¡menos mal no ha pasado nada a mayores!” Es lo primero que piensa antes de que una pareja se aproximara hacia su escritorio, y de que una mano se posa sobre éste sin importar que está escuchando música a todo volumen.

—Disculpa, ¿nos acercamos en un mal momento?

—No te preocupes, sólo revisaba qué clase tenemos en un rato —responde a secas al tiempo que desvía su mirada hacia la puerta, todo esto sin quitarse sus audífonos, pero bajando el volumen y ocultando a su confidente—. ¿Necesitan ver el horario?

—No, no es eso. Mucho gusto en conocerte, mi nombre es María y él se llama Sebastián —Le dice la pelirroja señalándose primero a sí misma, y luego a un chico de cabello corto y ojos cafés que está a su derecha—. Te damos la bienvenida al curso, y esperamos conocernos mejor a medida que avance el año.

—Muchas gracias, aunque, ¿están seguros de que no necesitan nada de lo que nos explicaron a primera hora?

—Sólo queríamos acercarnos para conocerla, pero creo que es mejor que nos vayamos a la cafetería. ¿Te parece bien, María? ¡Recuerda que nos han pedido un favor allí! —Le pregunta su amigo al tiempo que mueve sus ojos en dirección a la puerta para indicarle que no es el mejor momento para conversar.

—Me parece buena idea, entonces… ya nos vemos en un rato aquí…

—Carol. Carol Gamboa, y me parece que es una muy buena idea lo que dice tu “amiguito” —Enfatiza la última palabra al tiempo que gesticula con sus dedos índice y corazón unas comillas.

—Vale, entonces no te interrumpimos más.

“¡Uf! Así están mejor las cosas” Asume luego de volver a subir el volumen de la música y adentrarse en su mundo sin desviar su mirada de la libreta que tenía apoyada sobre su rodilla izquierda. Entre tanto, María y Sebastián se dirigen a una de las mesas de la cafetería para tomar sus refrigerios, pero con sus cabezas puestas en lo que acaba de pasar.

—No crees que, para ser el primer día, ¿ella ya está en una actitud defensiva con todos? ¡Y eso que no hemos comenzado los trabajos grupales!

—Creo que esto no ocurre todos los días, pero tienes mucha razón con lo que acabas de plantear —Ahora, hace una pausa en su respuesta para darle un bocado a la empanada de carne que se ha comprado—. Sebas: a pesar de que apenas estamos comenzando, recuerda que es nueva. No te preocupes, después de todo ya nos conocerá mejor a medida que avance esta semana.

—Sé cómo es esa etapa, ¡pero mejor tener paciencia! —Para cambiar un poco el sabor agridulce que generó el encuentro, decide sacar de nuevo el tema que le quería comentar antes de iniciar la tutoría—. ¡Por cierto!, ¿has escuchado algo sobre el recital que está organizando la cafetería Nubedad?

—He escuchado algo al respecto: lo único que sé es que lo harán dentro de un mes. ¿Acaso estás trabajando allí?

—Casi, pero no. Adivina… ¡y no tiene que ver con una oferta de trabajo!

—¿Serás el asistente de sonido? ¿el guardaespaldas de algún famoso? ¿el fotógrafo del evento? —Con cada teoría que plantea María, la única respuesta que obtiene es una negativa constante que se mantiene hasta que ya no se le ocurren más opciones. Así son por lo general sus conversaciones—. ¿Sabes qué? ¡Me rindo! Cuéntame por favor de qué se trata.

—Está bien. ¡Me invitaron a tocar en el evento!

—No lo puedo creer. Sebastián, ¡ya tienes una oportunidad tocando la puerta de tu vida! —Al terminar su respuesta, y sin importar que podría mancharse la camisa al reclinarse sobre la mesa, le da un fuerte abrazo y besa una de sus mejillas.

—¡Y la sorpresa no termina ahí! —complementa su comentario al tiempo que le dirige una mirada fija a sus ojos color miel.

—¡Ah, ¿no?! ¿Qué más tienes preparado para decirme?

—Antes de responder a su pregunta, lleva su mano derecha a su quijada y se mantiene en silencio durante varios segundos—. Me gustaría que me acompañaras ese día, ¡y sabes muy bien a qué se debe la invitación!

—Una sensación extraña empieza a recorrer su cuerpo al notar que sus manos no dejan de temblarle, que un rojo intenso se apodera de sus mejillas y que su respiración poco a poco se enlentece—. ¡Con gusto iré a acompañarte! ¡Eso sí! Para ir, tengo una condición.

—Y esa condición es…

—Que mi mamá también pueda ir. ¡Todo o nada, Sebastián! —Refuerza su propuesta al mirarle ahora con ternura al abrir sus ojos lo mejor que puede, imitando así la mirada de un cachorro.

—Tú sabes que tu mamá también puede ir, lo único que quiero es que todo lo que vivamos este año sea inolvidable para bien.

Su conversación llega a un final abrupto ya que en ese momento suena el timbre y todos se dirigen a sus respectivos salones, pero esto no impide que se vayan abrazados hasta el tercer piso. El resto de la jornada transcurre en completa tranquilidad, y antes de que cada uno tome una dirección diferente a la salida, se despiden no sin antes acordar que hablarán por la noche.

Cuando Sebastián llega a su casa, lo primero que hace es tomar su guitarra y revisa entre sus apuntes la canción que ha seleccionado para el recital. En ese momento no siente la necesidad de mirar si sus padres ya están en casa, si va a almorzar o si va a organizar su habitación. Lo único que tiene pensado es aprovechar la felicidad de reencontrarse con María, y seguir trabajando en lo que presentará ese día.

Lo único que recuerdo es que sólo el tiempo habló

Para que en una noche de abril me enamorara de ti,

Pero el destino es un loco suelto en medio del manicomio

Y aún no logro estar en tu misma onda. ¿Algo habitual?

¡Para mí no lo es!

21 Janvier 2018 07:24 0 Rapport Incorporer Suivre l’histoire
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