Cáminos azules donde la mirada cruzar, serenidad tocando la frágil humanidad, la desesperación de querer controlar, pero con miedo de fallar, la infinidad del tiempo cambiando lugar, al escuchar las olas nos perderemos bajo fondo,
al disuadir relámpagos con realidad, dejando al parangón obrando el bien como mal al esconder, la maldad al despojar codicia como la enfermedad, en el fondo no sabrán cuidar, al ser tarde oxígeno perderán.
En las ruinas su hábitat estará, por los bolsillos de la superficie tener, la vida del mar bella al mirar, sin huellas al pisar, el encantó de observar, como conjuro de tranquilidad, bajó lente capturar el momento del ayer. Sirvientes no serán, para la suerte del mortal, la rabia con la marea subirá, para reindicar el paraje que perdió para volver a navegar.
Muriendo mucha vida con el pasar, la daga de la justicia protegerá, donde el hombre no podrá dañar, luego los cambios aparecerán. El capitán pronto su libro dejará, para remar contra las ráfagas de la crueldad, para su barco continuar, mostrando el peligro constante que tendrá, al ver las hojas decaer, las acciones su excelencia volver. Para divisar el nuevo amanecer.
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