Ahí iba él. Caminaba tan lentamente en los recreos con sus amigos, sin siquiera mostrar algún rastro de mala educación. Se le veía tan sereno, tan libre, pero estaba segura que el ocultaba algo hermlso dentro de su ser. Yo me sentaba con mis amigas en los recreos, normalmente conversando de cualquier cosa de la escuela o de alguna canción que tanto trabajo nos costaba hallar en común, no eran malas mis amigas solo no nos comprendíamos. Me sentía sola, con muchas ganas de hablar de mis grupos favoritos, del retiro de una vocalista de mi banda preferida de todos los tiempos, y con la ilusa idea de alguna vez bailar una coreografía juntas. Isabella, era mi mejor amiga (o al menos habíamos acordado serlo), podíamos hablar de cada cosa que solo nosotras entendíamos, ella era la típica chica nerd pero con su chispa de adolescente como cualquiera, nos atrevíamos a cantar sin pausa una canción de Coldplay todo el recreo. Sin embargo, había sucedido algo un poco impredecible y que había ensombrecido nuestra amistad: un chico. Isabella me había jurado no estar interesada en nadie, al punto de hacerme prometer que no la dejaría por un chico, aunque nada me causaría mas alegría que interesarle a alguno no defraudaría su confianza, estaba resuelta a eso. No obstante, ocurrió algo que ninguna de las dos esperamos, de pronto, mi antigua ilusión, al que sin vergüenza alguna le propuse ser algo más que amigos y que acabó por rechazarme, quien aún me cueste admitirlo, todavía duele verle, los nervios me invaden cada vez que se acerca a mi grupo de amigas. No puedo hacer más que quedarme como una símil fantasma, intentando estar ausente mientras mi corazón me late a mil por minuto. El ya no me interesaba, pero no podía decir con exactitud que era lo que sentía por él. Isabella y él ahora se les veía a menudo juntos, la mayoría del salón ya suponía algo más entre ellos lo que me incluía a mi, no me sentía traicionada pero tampoco era que me agradaba la idea, solo quería verla feliz y eso era exactamente como la veía junto a él, en muchas ocasiones charlando sin parar de cualquier cosa y riéndose tan escandalosamente en otras. El tocaba la guitarra acústica, asiduamente había aprendido muchas de las canciones de la epoca de los padres de Isabella que tanto removían sus ánimos. Poco a poco, él fue quitando ese telón que tenia sobre ella, la timidez que el siempre le recriminó y que facilmente no dejaria. Todas las chicas comentaban sobre ellos dos, en los recreos cuando se iban a ver en el salón desocupado a charlar y sentarse al revés en las sillas. Uno de esos breaks en los que ella los compartía conmigo decidí hablar con ella del chico.
—Isabella, ¿recuerdas el chico de quien te hablé?
—El chico de ojos tristes, lentes de marco negro, alto y que siempre va tan callado y muestra tanta apatía por todo si le puedo llamar así —terminó la frase casi con desgana
—Si, es el a quien me refiero —sostuve con cierta timidez
—El que te transtorna como Jane al señor Rochester —dijo con una corta risita
—No sé, no sé quien diablos es el señor Roster
—El señor Rochester, de la novela de Jane Eyre de Charlotte Brontë, uno de esos clásicos que vale la pena leer —que te dije y no
—No los leí, lo sé — me excusé
—En fin, no puedo pretender que te interesen las mismas cosas que a mí —dijo al fin resignada
—Bueno, estaba hablando de el y te saliste del tema —regañé confundida
—No te enfades, lo siento mi mente a veces está en otra parte — dijo a modo de excusa
—Especialmente después de hablar con David — reí y la rosé con el codo
—A todo esto, para sacarte de dudas de una vez por todas, mirandote a los ojos puedo decirte que no me gusta el señor David — dijo con seriedad —si hay otro modo para que me creas dimelo
—Esta bien, esta bien —dije dejando pasar el tema
—Y esta vez, tu fuiste la que desvió todo
—De acuerdo, en verdad, ¿crees que algún día pase algo? — pregunté insegura
—¿Por qué no podría? Están en la misma escuela, no es tan difícil, además a veces la vida da giros que nosotros mismos no notamos y que parecen no tener sentido
—Hablas de David de nuevo, ¿cierto?
—No lo digo solo por el, a veces han pasado cosas que no quería que sucedieran pero sabía que era mejor, así darme cuenta de quien se quedaría y quien me daría la espalda, he dado demasiado importancia a gente que no valía la pena — confesó
—Bueno, chica, son cosas que pasan, pero me sorprende ver a Isabella Acosta hablando de eso —reí no sin molestarla
—Todo el mundo siempre habla de mi como del señor que se cree mejor que todos, a veces me divierte pero en otras me harta.
—Sabes que si veo que te molesta dejaré de hacerlo —añadí —gracias por escucharme
—No hay de que — respondió
Nuestra breve plática me había resultado fructífera, que la señorita Isabella, una asidua lectora de las novelas de detectives y que podía ver cosas que la mayoría de gente no, dijera eso, me daba alicientes.
Por otro lado, estaba la relación entre Isabella y David, los amigos que eran cada vez más cercanos e inseparables. El chisme había corrido rápido y los profesores no perdían oportunidad para sonreír pícaramente cada que los veían pasar juntos en los pasillos a lo que Isabella acababa por reír por la ironía del ambiente y hasta por mera inercia a lo que David acababa por uníserle, sin embargo nunca lo desmintió y eso me dolió más y causó ciertas dudas en Isabella que solo una vez mencionó pero que estoy segura que la atormentaban y le generaba inestabilidad, eso puedo asegurarlo. Quien sabe si sucedería algo entre ellos, solo el tiempo lo diría.
Por lo pronto, esto estsba en su contra y en la mía tambien si quería hacer algo, estabamos a dos semanas de acabar el año, en los "descuentos" como le llamba Isabella, casi no qeudaba nada y un año más nos dejaba, si apenas sentía que había comenzado, por su parge Isabella había anunciado que no asistiría la ultima semana con motivo que viajaría a Argentina la semana después de esa y no quería hacer todo a la loca. A David no parecía haberle afectado la noticia pero a veces no perdía la oportunidad de preguntarle si era completamente fijo que no vendría la próxima semana a lo que ella respondía con un si y una risa nerviosa. Transcurrió tan rápido esa semana, bueno, esa mitad de semana, aquella que se había cruzado con los feriados, los nuevos amigos o "casi algo" se despidieron sin mayor contratiempo, no sucedió nada extraordinario, ni hubo un abrazo, solo una selfie de final de año. Me sentía sola, ahora aún más sin Isa, sola con Sofía, Stephanie y Agustina, no eran malas chicas como vuelvo a repetir, solo no me comprendían, y ese era el trágico detalle. Nos sentamos en la mesa, esa mesa de madera donde veíamos ir y venir personas, acabé de devorar con desgana y ansiedad el sandwich de pollo que compré en la cafetería del colegio, mientras estaba en la fila pude verlo, reírse con sus amigos, y a una chica acercársele, cuanto quisiera que si quiera supiera de mi existencia, por desgracia, los sueños siempre están tan alejados de la realidad. Si, la noche anterior había recreado la misma escena, era un Deja vu, ya había estado en ese lugar antes, solo que, en mi sueño, el me hablaba, estaba en la fila desenrollando mi billete de diez soles y de pronto un cambio de escena, inexplicable me llevó hacia su lado, ya nos habíamos presentado, me dijo su aula, y que el al igual que yo siempre me observaba que tenía miedo de acercarse porque probablemente mis miradas pudieron confundir las cosas, ser solo alguien más de tanta gente que contemplaba y perseguía con la mirada en los recreos, me moría de ganas por decirle que no era así pero mi alarma de las 6:45 sonó en ese instante y ahí quedo mi absurdo y fantasioso sueño. Era claro que no sucedería lo mismo así que solo seguí mi camino. De vuelta en la mesa, Agustina comenzó a hablar luego que Vera, a quien llamaban por su apellido, su amigo de primaria con quien todo el mundo fastidiaba se acercara a la mesa
—¿Que pasa Alma?, y esa cara larga, seguro hoy no vino...
—Ya no le dijas eso, pobre Alma, además como hoy estamos sin Isabella también eso lo explica
—Ay Isabella, vamos a extrañar mucho a la condenada de Isabella, y hablando de eso ¿donde esta David?
De nuevo que mencionen su nombre, me volvió a punzar el pecho y acabé por recostarme en la mesa, ellas seguían hablando, chismorreando de quien sabe que, pero ya no me importaba, sus voces se difuminaban en mis oídos y lentamente mi vista se nubló, he de suponer que permenecí en ese estado hasta que una sacudida de Sofía me indicó el término del receso.
Todas las clases transcurrieron con normalidad, ese martes, tocaba ir al laboratorio de multimedia para la clase de lenguaje, el profesor de esa materia le tenía particular estima a Isabella aunque no perdía la oportunidad de gastarle una que otra broma como con todos sus alumnos, en esa clase, comenzó por bromear con el pobre de David. Y digo pobre, porque se quedó un poco estupefacto al ver a el profesor diciendo esas palabras, en delante de todos, incluyendo la tutora que se encontraba allí revisando unos documentos porque la señal en el segundo piso estaba inestable.
—Verdad, que hoy no vino Isabella, ¿no chicas? —preguntó el maestro
—No — dijo Sofía con su tono particular de voz
—Ya no vendrá profe, se fue a Argentina — añadió Agustina no terminando de cerrar los labios cuando hablaba como consecuencia de sus brackets
No dije nada y a esto el profesor añadió
—A Alma la veo seria, tan seria, ¿qué sucede?
—No profe, mire —respondió con un ademán Sofía — y es que como no ha venido Isa, ella está algo retraída desde el recreo y como con ella siempre se ponen a leer juntas y juegan o chismean, la echa de menos, igual que nosotras — explicó
—Hablando de echar de menos, noto que alguien más también la extraña — dijo mirando a David
—¿Por qué tan callado David? —continuó con sarcasmo
—Por nada, ya casi acabo con esto
—Si, pero tu siempre eres tan hablador, de aquí por allá riendote y haciendole cosquillas a Isabella — prosiguió riendo a lo que mis amigas miraron con ironía a David
—Si pues, ves David, hasta el profe ya se dio cuenta
—Darse cuenta de que? — repuso él
—De tu e Isabella
—Por favor —comenzó a reír —no estamos
—Aún —dijo Stephanie riendo de nuevo
Así acabó la clase con un millón de bromas sobre eso y después discutiendo lo que nos traería como pago por ayudarle con un trabajo.
En el recreo, estuve más aburrida que de costumbre, de nuevo me recosté en el tablero de madera pero el sueño no venía y estaba con los ojos abiertos de par en par, alcé la vista hacia el balcón y en el pasillo pude observar deambulando de un lado para otro hasta clavar la mirada fija a David en el sitio de Isabella, el que estaba junto a mi, lo miraba con nostalgia recordando que lo más probable era no verse hasta el otro año, Isa de seguro no se acordaba de él, estando en Buenos Aires. Ojalá ir algún día allá, pensé.
Esa tarde, fue un poco distinta de las usuales, el sol aún alumbraba y sus rayos todavía podían rozar el rostro y sentir calor en las mejillas y el el cabello, me fui de regreso con mis airpods escuchando mi playlist de no-kpop, me regresaba sola a casa, mi casa quedaba cerca al colegio, solo una debía atravesar una avenida ancha y peligrosa eso era todo. ABBA sonó en mi reproductor, "anyone could be that guy" pero en este caso, aún temía porque en la promoción nadie me invitara a bailar. Entré a mi casa con normalidad, mi abuela estaba conversando por teléfono en la cocina, se le podía ver aún terminando de lavar los trastes y con esa pequeña planta en la venta que daba a la quinta, cuando ingresé mi abuela me hizo un ademán de silencio y entonces comprendí que mi madre también estaba hablando por teléfono, un momento, hablaba con mi padre, estaban discutiendo, me sorprendió, papá había perdido el empleo y no había depositado el dinero para la pensión del colegio, mis padres estaban divorciados desde hacía cuatro años, un año antes del encierro siendo exacta, pero nunca los había oído discutir. Luego cuando acabó de hablar, mi madre me miró y dijo
—Tu comida está en el refrigerador, me voy al trabajo, vuelvo en la noche Alma
Al parecer ese día le tocaría turno tarde en el museo, arrbatadamente me encerré en mi cuarto, me cubrí los ojos y comencé a llorar, se dijero cosas horribles, sacaron a la luz trapos sucios, cosas sobre nosotros, sentía como que mis recuerdos de mi infancia se derrumbaban, se destruían sin que nadie lo detuviera, nuestra casa, cuando vivíamos juntos, todo, todo se delineaba en negro, nublado, y se diseminaba de la mente, creyendo que toda aquella efímera felicidad era una fachada, que mis padres ya no se querían desde entonces y que mi hermano y yo vivimos una mentira todos esos años, que estuvieron actuando todo ese tiempo, me sentía pésima y hasta en parte culpable.
Pasó casi una hora pero no me di el trabajo si quiera de mirar la hora, no quería, no tenía ganas, entonces mi abuela llamó a la puerta, y habló
—Alma, hija, te has olvidado de tu comida, está caliente ahora te la traigo antes de que se enfríe — habló mi abuela con un tono servicial
—Si —llegué a contestar y en un instante me restregué la vista para eliminar los rastros del sollozo
En seguida, mi abuela volvió a llamar a la puerta, esta vez con un plato de comida y un vaso de chicha que había preparado
—Gracias, abue— agradecí
—Oh, no tienes de que, Alma pasa algo, te noto alterada
—No, no pasa nada, solo recordaba cosas
—Ten cuidado con los chicos, ¿eh?, si en mi tiempo un chico se acercaba a una chica era con intenciones serias ahora hasta los niñitos de kinder tienen enamorada
—Si, si, pero no estoy así por ningún chico, no me interese nadie ahora
—¿Y el tal David con el que hablabas el año pasado? — indagó mi abuela
—No, él tenía enamorada pero hace algún tiempo terminaron, y ahora está detrás de Isabella
—De tu amiga, la que vino a la casa y se la pasaron cantando y que por cierto hacía unos hermosos llaveritos a crochet, y sus galletas de doble chocolate que fue tan amable en traer —recordó
—Si, con Isabella, a mi no me agrada del todo, quisiera decírselo pero ella dice que solo son amigos
—Tal vez, pero si ese chico es tan enamoradizo, es probable que el si tenga otras intenciones con ella que no ha notado aún — agregó mi abuela
—Abuela, lo sé, pero que hacer —yo seguía sentada en el tapete junto a la puerta mientras giraba la cabeza para hablar
—A ver si te animas a decirselo, ahora si hija, tienes que comer, que tu mamá se va a molestar conmigo si no comes
—Ya, ahora me lo como —dije con una sonrisa —y me pongo a leer el libro que me prestó Isabella
—Esta bien, y no te olvides que a las seis tomamos el té que vendrá una amiga y nos traerá de seguro unos ricos panecillos
Sonreí y cerré la puerta, le di varias vueltas al tenedor con los fideos enrollados, era natural, la disución de mis padres me había afectado más de lo que podía haber imaginado, sentía una presión debajo del corazón, al punto que me había despojado de mi natural apetito por los tallarines. Sentí que era demasiado, demasiada presión para un solo día, solo Isabella podría imaginar cuanto me duele verla con el chico que a mi me interesaba tanto, ella sabía porque había pasado por lo mismo, Fausto, si aunque tenía un nombre tan extraño, era su verdadero interés, en su mirada, podía ver aún cierta emoción cuando lo escuchaba hablar, y un desinterés y abulia notable las veces que se cansaba de las conversaciones de David, ella aún lo miraba como un ser inalcanzable que le había destrozado el corazón pero que a pesar de todo seguía siendo el mejor chico que había conocido, y el único que habría valido la pena arriesgar su linda cabeza fría. En eso, oí a mi abuela abrir la puerta, era su amiga Angélica Mackay , hacía mucho que no venía a visitarnos, había sido bailarina de ballet en su juventud y después había dedicado el resto de su vida a ser coreógrafa. Debía ir.
Apenas me vio la señora Angélica, se acercó a abrazarme
—Hace mucho que no te veía, haz crecido tanto niña mía — dijo amablemente la señora — Alfonsina, tu nieta ha crecido un montón, ya ¿cuántos años tienes querida?
—Dieciséis
—Acaba de cumplir en Septiembre
—Linda, disculpa que no te haya regalado nada, Alfonsina, no sabes lo ocupada que he estado ultimamente
Era divertido contemplar la escena, dos mujeres mayores hablando de trabajo y cosas de arte y una chiquilla de diesciseis como yo no entendía ni pizca, mucha razón tenía Isabella con su "tal vez dibujes bien pero la teoría es tan importante como la práctica, sin ella no llegarás a nada". La señora Mackay con un respingo se arellanó comodamente en el sillón y comenzó a relatar sus ultimos proyectos artísticos, como la presentación de "El Lago de los Cines" en el Teatro Nacional o su nuevo proyecto que mezclaba un vals clásico con ballet. En medio de esto, sugirió la invitada la idea de degustar los cinamon rolls que había tenido a bien traer consigo. Fueron unos minutos los que le tomó acomodar la mesa para el té y finalmente me hallé comiendo esos bizcochos con crema azucarada encima y su ligero sabor a canela.
—Alfonsina, ahora entenderás porque te recriminaba tanto tu disgusto por el arte moderno, una cosa es el moderno y otro el contemporaneo si prefieres llamarlo clásico hazlo, no hay forma que consideres inapreciable el trabajo que hemos venido realizando mis grupo de bailarinas y yo
—Si tanto insistes tendré que verlo — respondió sin ver otra opción mi abuela
Su amiga de antaño, le mostró en su celular la presentación de ballet, la melodía, !Ay, si! ¡No era posible! Era la melodía que Isabella me recomendó y que buscaba incesantemente en una cajita de música, si, estaba segura que se trataba de aquella musiquilla.
— De casualidad ese vals ¿es de Chopin?— pregunté con amabilidad
—Si, es en do menor sostenido — vaya, no sabía que a tu nieta le gustaba la música clásica
—No, debe haberlo escuchado en una parte, Alma le gusta dibujar pero no entiende ni pizca de teoría musical, si su padre le compró una guitarra y ni siquiera aprendió a tocarla, ni con clases.
—Pues, si de hecho, una amiga me la recomendó
—Debe ser una señorita tan culta y de buen gusto, sobre todo de buen gusto — al cabo de esta frase pensaba en la adulación que le debían a Isabella y su constante idea que las personas mayores comprenderían mejor sus ideas y gustos, a ella le haría bien estar aquí, hablaría como si estuviera hablando con gente de su edad y experiencia, yo estaba de compromiso, no tenía ni la mínima idea de nada, me sentí tonta, inútil y no era la primera vez, por desgracia. El comentario de mi abuela también había sido peyorativo, fue como si ella misma pensara que su nieta era una pérdida de tiempo y dinero, un cero a la izquierda para todo, era sentirse anulada, si, eso era lo que sentía cuando vagabundeaba con Isabella, yo era la segunda y ella la preferida de los profesores y hasta ahora último la que tenía más amigos pese a ser introvertida, era lo más contradictorio, pero no podía envidiarla solo me quedaba aceptarlo, siempre seguiría siendo su sombra.
Por la noche, mientras afuera escuchaba el chillido de los grillos decidí desempolvar mi antiguo diario, lo miré, le pasé la mano por el empaste y esfumé la cubierta de polvo, no me era posible contener más todo lo que se sentía, no había sido el mejor día y lo más triste era que no entendía por qué.
"Ella, si, aquella a la que suelo llamar amiga, me ha despojado de todo lo que fuera posible, si, David, ella me lo arrebató, lo tiene en la puntas de sus pies y no sabe siquiera que hacer, admirada por muchos, a mi me parece más linda que yo, si la mayoría de chicas la creen guapa por alguna razón, es extraño que cada día a más chicos les sea fácil trabar una conversación con ella, su caracter es fuerte de eso no hay duda, tal vez en alguna forma apreciable por el coraje que se requiere para perseguir lo que desea. Ahora viene él, Alonso, mi nuevo amigo, quien me devolvió la ilusión de serle especial a alguien, la semana pasada ella lo echó todo a perder, en la fila del comedor del colegio se encontraron y como estan trabajando en un proyecto en común, ella le habló, comenzó a hacerla "la conversa", fue una reacción incosnciente y cuando hubieron acabado ella notó mi cara de suegra y nos fuimos, no dijo nada solo me dirigió una mirada de culpabilidad, como si dijera "lo siento", sin dejar de lado que después de eso, Alonso ha estado mirandola como un bobo todo la clase de inglés y acercandosele a hablar en mi delante. Lo que sucedió en arte fue la gota que rebasó el vaso, el profesor alabó sus dibujos diciendo "no hay un mejor trabajo en el salón" Si ella sabe, por Dios ella sabe que dibujar es mi único talento, querer acaparar no es gentil de su parte, no puedo decir nada más fuerte sobre ella, porque no saldría de mi puño, hacerlo, solo me queda un año más estando detrás de ella, porque mi amiga es una gran persona y alguien para todo, solo que no se da cuenta que siendo tan "perfecta" me lacera y no hay vuelta que darle.
Me acosté con esas ideas revueltas, oí llegar a mi madre y fingí estar dormida y así no tener que verla hasta el día siguiente.
De camino a la escuela, intenté mostrar una sonrisa, sin dejar entrever lo destrozada que estaba por dentro, escuché nuestra playlist de nuevo, esas canciones tan juveniles como para una fiesta y llegó su adorada "Clocks" y recordé "presta atención a la letra", seguí su consejo y sin querer crucé la pista y un auto rozó conmigo y me tocó el claxon
Vi entrar a David y darle un papel doblado con un sello a Stephanie " Es para Isabella, susurró" y al rato añadió "se que se verán cuando ella vuelva, se lo entregan" Stephanie y Agustina que habían llegado se rieron divertidamente y accedieron a la petición de él.
Todo el día había sido un jolgorio, bailoteando y haciendo bromas de aquí por allá, empachandonos de snacks, gaseosa y chips, no conocía ninguna canción pero me puse a bailar para relajarme, todas mis amigas estuvieron prendidas del celular con la videollamada de Isabella desde Buenos Aires
— Solo diré que es mejor de lo que creí — dijo
—¿Encontraste tu Sherlock? — dije
—Eso sería mucho pedir— y que tal la están pasando
—Bien, estamos comiendo, hasta morir — rieron Stephanie, Sofía y Agustina —sobre todo Sofía — agregó Stephanie
—Aquí hay alguien que quiere saludarte — dijo Sofía —ven David
David se acercó y comenzaron a hablar
—Ey, y que tal todo por allá, ¿hace frío?
—Si, mis padres han ido a comprar mas bufandas y guantes, me quedé en el hotel
—¿Puedo ver esa vista?
—Es el centro — dijo haciendo un enfoque hacia abajo
—Ese hotel parece Baker Street
—SI! — ES CIERTO — BRILLANTE, mi querido Watson — respondió
En el recreo vi a Salvador, en la mesa de su grado claro, si era tan menor, no era cuestión de improtancia, pensé, mis padres también se llevan cuatro años, y entonces recordé la pelea de anoche y que no estaban juntos, estas y otras ideas me hicieron pensar que no funcionaría. Observarlo me hizo estar más convencida de que era inútil seguir creyendo en algo que no sucedería jamás. No me es posible describir con palabras, como era el, solo decir que su presencia me era placentera, aparte del hecho que me ponía nerviosa, era alto, siempre agradó la idea de caminar junto a un joven alto, cuando inclinaba la cabeza tal vez me vería, aunque nunca se fije en mi, me sería un logro capturar su mirada, sus cabellos negros eran perfectos, todo lo que buscaba en alguien, sus aires traqnuilos me sarían la paz que necesitaba, era en vano soñar con una historia de amor que no sucedería. Lo miré por ultima vez, respiré, sabía que era la última vez del año que lo veía. No me iría del colegio ese año pero el próximo si y debía vivirlo como si fuera el último.
Inconsientemente, subí las escaleras cinco minutos antes, perdida en mis pensamientos vino a mi mente esa canción antigua sacada del baúl que iba a así: El muchacho de los ojos tristes, vive solo y necesita amor.
Lo más probable era que no supe como escribir su historia, todo lo que aquellos ojos tristes significaban para mi, me embargaban cada vez que clavaba los míos en ellos, en ellos se perdió mi dolor, mis dudas y el sentirse ridícula a lado de mi mejor amiga. Quizás el destino no tenía para nosotros un espacio juntos, sin embargo no era capaz de negar que me había enseñado mucho y debí agradecerle por ser mi refugio cuando no me sentía del todo bien y me resultaba imposible comentarselo a alguien. Solo en su mirada se ahogaba todo, lo veía desaparecer como un collar que arrojas sobre el Atlántico y se pierde en sus profundidades y nunca volverás a saber.
Fue algo dificil lo que aconteció en seguida, sin que pudiera advertirlo ahora con su inseparable amigo iba en la misma dirección que yo, solo que por delante, no hacía falta hacer mucho esfuerzo para escuchar su conversación, seguramente hubiera sido mejor no escucharla
—¿Has visto a esa chica que te mira siempre?
—Si, me preguntas eso todo los días — respondió él
—Mira, si yo fuera tu, me la flecho, total, es mayor, pero no deja de ser bonita por eso
—¿Bonita? — A mi me dio la impresión de ser superflua, y de no ser inteligente
—Su amiga si parece serlo
—Hubiera deseado que fuera ella la que me lanzara esas miradas —confesó
—Era mejor, tu tampoco eres Einstein Salvador, ya dejalo así, de todos modos ella ya tiene novio
—¿Quien? ¿El chico con el que anda? — ¡Nah! El es su mejor amigo puede no parecerlo pero los escuché bromeandose con eso
—Como fuera, tu ya estás, con alguien
—Maria Paz, y ella no para de decirme porque esa chica pelirroja me mira tanto
—¡Se siente amenazada!— se mofó su amigo
—Pues es absurdo, ya te dije que no me interesa esa chica, si nadie de su salón le hace caso, menos seré yo — añadió —y con eso finiquitó el tema
Y al escuchar ese tema, me dio ganas de llorar y de pensar que el obersvar a una persona no te dice la calidad humana que tiene ni lo cruel que puede ser, me había dejado engañar tan bien por sus ojos tristes ya era hora que abriera los ojos y viviera, prometí no enamorarme más pero siempre el corazón me vuelve a traicionar, lo que si aprendí fue: que no lloraría por un pobre pavo que nunca debió saber de mi existencia.
Merci pour la lecture!
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