Sentado en una banca del parque central se puede observar a un hombre adulto dar alimentos a los patos del estanque, su vista perdida en las tranquilas aguas deja ver que su mente divaga junto a la suave brisa fresca, perdido en sus recuerdos no se percata de la presencia de otras personas que son aprovechadas por el espectáculo de los blancos y esponjosos patos danzar en el agua.
De pronto el distraído hombre es vuelto a la realidad, al sentir la calidez de una pequeña mano tratando de llamar su atención, quien de pronto le llama con su voz infantil señalando al estanque.
-Yo también quiero dar de comer a los patitos-
El hombre centra su vista en la pequeña niña a su lado, que mira con ojos suplicantes el paquete de semillas de girasol, como si la vida se le fuera si no cumple su petición, en otra banca a un par de metros pudo ver a los posibles padres de la niña, quienes absortos en su acalorada discusión no prestaron atención a la pequeña.
No queriendo interrumpir y decidido a cumplir con el deseo de la inocente infante, la guió más cerca del agua a distancia segura, tomando su pequeña mano para evitar se acercar peligrosamente al estanque.
Tomando asiento en el césped lesionado su mano con un puñado de semillas para que la pequeña pudiera arrojarlas cerca de las aves advirtiendo -no debes acercarte a ellos, los veremos comer desde acá, entiendes? - la pequeña visiblemente emocionada con sus pequeñas manos aferradas al borde de su vestido asintió en respuesta.
El primer puñado de semillas fue arrojado torpemente demasiado lejos como para llamar la atención de las aves, que temerosas se acercaron a comer luego de que el hombre arrojara el alimento mas cerca de la familia de patos.
-son tan lindos- dijo la pequeña
Justo en ese momento mirando a la niña quien le dedicó una feliz sonrisa, los recuerdos invadieron al hombre transportándolo en un viaje al pasado.
La pequeña felizmente reía y aplaudía con sus pequeñas manos llamando la atención de sus padres que hasta ese momento la ignoraban.
Rápidamente, sus padres se acercaron pidiendo disculpas repetidamente al hombre por las molestias causadas según ellos por la pequeña, el hombre se levantó del suelo visiblemente molesto amonestando a ambos padres con un gesto severo en su rostro.
-por la niña no deben disculparse, son ustedes los que deberían estar tanto apenados como agradecidos de que en medio de su discusión, a la pequeña no le sucediera nada, las pérdidas pueden ocurrir en cualquier lugar y momento dejándonos sin nada en fracción de segundos , sin espacio al arrepentimiento-
Se acuclilló a la altura de la pequeña despidiéndose de ella -espero te haya gustado alimentar a los patos, pero no vuelvas a alejarte de tus padres, ¿entiendes?- la niña sonriendo asintió sonrojándose de vergüenza tratando de ocultar su pequeño cuerpo detrás de su apenada madre respondiendo al amable hombre en un suave susurro -gracias-
Sin dar oportunidad a replicas el hombre se alejó a grandes pasos, sin poder escuchar la conversación que dejó a su espalda.
La mujer preguntó a su esposo -cariño ese hombre no es el historiador famoso que vimos en TV?- el padre de la pequeña, que no había apartado la mirada de la espalda del desconocido respondió -creo que sí es el Prof. Johann, el historiador de la catástrofe que inició en territorio G.
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