La más grande y prestigiosa universidad de Corea del Sur, ubicada en la capital, Seúl: Royals School, le ha dado al país entre las largas generaciones de graduados, la nueva esperanza de personas autónomas, firmes y trabajadoras que sacaran con orgullo al país en las siguientes épocas, haciendo ganar al lugar y a su fundador el prestigio de ser una de las mejores universidades nacionalmente desde su inauguración. Kang Dosik, hijo del hombre japonés Kang Jooha, viendo todo el avance que traía los métodos de enseñanza de su padre, decidió llevarlo hasta Corea con la idea de que surgieran personas listas para afrontar la vida y avanzar como país, y sin el mínimo esfuerzo lo había conseguido.
Su prestigio y resultados académicos pulcros y perfectos, dieron como resultado que todos los padres quisieran a sus hijos estudiando en Royals, pero las cosas no eran tan fáciles porque Kang Dosik era un hombre exigente, que le gustaba escoger minuciosamente sus próximos estudiantes, tomando más que sólo los resultados del examen de admisión como método de selección. Entrar a su universidad era complicado, pero valía la pena por entrar a un lugar con tantos avances en el estudio y mejora de sus alumnos, un lugar al que sólo los más inteligentes lograban entrar junto a la difícil específica elección de su director.
Y aunque por fuera su fachada era perfecta y correcta, los estudiantes que lograban entrar conocían que había mucho más detrás de lo que Kang quería enseñar al público, pero su secreto era lo que hacía a Royals School la universidad que causaba frutos de éxito en sus estudiantes, y por el bien de sus grandes resultados, ningún medio debía de saberlo.
La mezcla de emoción y nervios inundaba su sistema, aunque trataba de disimularlo para no preocupar a sus padres, pensando que la mejor opción era guardarse los miedos para él mismo y no decepcionar a su familia por la incertidumbre de no saber si valdría la pena o si merecía estar en Royals School.
—Cariño, ten cuidado, o te vas a atragantar. —la voz de su madre preocupada y divertida le hace salir de su trance, notando que tiene las mejillas llenas por comer a prisas—. Hoy es un gran día, pero si comes así te dolerá la panza luego.
Era inevitable, hoy era su primer día, ¿cómo podría estar tranquilo?
—Lo siento, mamá. —bebió jugo para poder bajar la comida correctamente—. Es que estoy… muy emocionado.
—¿Y cómo no estarlo, campeón? Si fuiste el único de la familia que logró entrar, ¡es para sentirse muy orgulloso! —su padre hablaba con una sonrisa que le trajo tranquilidad, de una forma que lo hacía confiar más en todas sus capacidades—. Pero debes apurarte, no queremos que llegues tarde el primer día.
El pelinegro asintió, terminando lo que había en su plato a prisas, oyendo a su madre que lo hiciera con cuidado, para luego ir hasta el baño a lavarse los dientes y acomodarse su uniforme para verse lo más presentable para ese día, ajustando los lentes en el puente de su nariz. Quería presentar la mejor versión el primer día, mostrar sus habilidades como el buen estudiante que era e intentar conseguir amigos que pudieran entenderlo, no como en la institución a la que asistió donde le decían por apodos ofensivos por su inteligencia y su aspecto “nerd”. Tenía grandes expectativas.
Se miró en el espejo, acomodando sus lacios cabellos negros cortados en forma de librito, y salió del lugar a prisas hasta el primer piso para despedirse de su madre con un beso en la mejilla, recibiendo una bendición por parte de ella, y luego salir de la casa rumbo al auto donde su padre esperaba por él.
Se colocó el cinturón de seguridad y el carro arrancó rumbo a la universidad, escuchando en la radio al locutor matutino dando buenos días a su público oyente.
JiMin estaba ansioso, jugando con los anillos en sus dedos, mirando por la ventana todo el recorrido hasta la edificación. Era un viaje de media hora, que tendría que aguantar por los siguientes días hasta que le asignarán una habitación en el campus de la universidad. Él creía ciegamente que hoy sería un increíble día, en que podría dar una buena impresión a los demás y que al menos, podría hacer un amigo, aún si los nervios le ganaban y en el fondo tenía miedo de decepcionar a todos o no llegar al nivel de los demás.
Mientras más se acercaban a la universidad, las emociones se resolvían en su estómago y su corazón se agitaba, teniendo que tomar profundas respiraciones para evitarse alguna crisis ansiosa por los nervios.
—Lo harás increíble, hijo... —su padre capta su atención, haciendo que se distraiga de su creativa mente—. Pondrás en alto el apellido Park en alto.
—Lo haré, papá.
El vehículo se detuvo, anunciando que están frente a la edificación.
—Me siento muy orgulloso de ti. —Tomó sus manos entre las suyas y las apretó—. Mucha suerte hoy, campeón.
—Gracias.
JiMin se inclinó para abrazarlo y despedirse, bajando del automóvil con su mochila, que la colocó sobre sus hombros luego de cerrar la puerta detrás de él. Observó el portón frente a él, apretando las tirantes de su mochila con nervios mientras mordía su boca. El resto de alumnos pasaban por su lado, ignorando su presencia por estar en su propio mundo, algo que le aliviaba al no ser el centro de atención de nadie.
Inhalo y exhalo profundo, dándose ánimos.
—Tú puedes, JiMin.
Dio el primer paso, y luego los demás fueron con fluidez, adentrándose más entre el resto de alumnos en la inmensa universidad.
—¿Supiste que pusieron una nueva regla en los baños públicos? —oyó cuchichear a una de las alumnas, sintiendo curiosidad, pero no era un chismoso, así que sigue su camino.
Miró en su móvil las indicaciones para llegar a la oficina del director, metiéndose entre sus pasillos amplios de la zona principal para ver dónde están las escaleras que hablaba en el instructivo.
—Mierda, mi promedio no alcanza para tener mi propio baño público. —sus ojos voltean al costado, mirando a los dos amigos hablando en el casillero de uno de ellos.
—¿Creíste que tendrías la oportunidad? Pff, si eres realmente malo en matemáticas.
—Por lo menos todavía están los públicos.
JiMin encaró una ceja, confundido por aquel término que ya había oído dos veces, no era algo que hubiera escuchado antes o que en la entrevista le hubieran nombrado. Inocente, pensaba que quizás solo hablaban de baños en el campus, aún así en su pecho se instaló una piedrita de curiosidad que no tenía ni el tiempo o momento de solucionar.
Grande sería la sorpresa de JiMin cuando se enterara del verdadero significado.
Sin entrometerse, porque iba a llegar tarde a la reunión, se dijo mentalmente que luego lo iba a averiguar. Continuó su camino, viendo las señalizaciones en la pared hasta que se encontró parado frente a la oficina, donde le darían su correspondiente horario de clases para la carrera de Bellas Artes.
Respiró profundo y tocó con sus nudillos la puerta, esperando una respuesta para pasar.
—Adelante.
La gutural voz se escuchó desde atrás de la puerta, provocando un escalofrío en JiMin, y que la piel se le colocará de gallina. Respiró profundo por segunda vez y se abrió paso al interior, repitiéndose mentalmente que tenía que darle una gran impresión.
—Buenos días, director Kang Dosik. —hizo una reverencia de noventa grados cuando se detuvo frente al escritorio de mármol tallado, por respeto, tomando asiento en la silla a su lado luego de que se lo indicará con la mano.
—¿Park JiMin, verdad? —el menor asiente— Es un gusto finalmente conocerte.
—El gusto es mío… —responde con timidez, un tono tan bajo que casi fue inaudible.
Kang Dosik era un hombre imponente desde el inicio, su presencia era tan fuerte y segura que lo intimidaba.
—Estuve revisando tus registros durante tus estudios básicos, y me quedé sorprendido de tan maravillosas calificaciones. —soltó en la mesa los papeles que superficialmente volvió a revisar—. Y revisando la entrevista note la superación personal que tienes, tienes claras tus metas y buscas soluciones eficientes que favorezcan social y personalmente. Un perfil como el suyo es lo que busca Royals School en sus estudiantes. —sus rasgados ojos se perdieron en una línea tras una sonrisa en su boca, apoyando los brazos sobre el mueble y cruzando sus dedos para apoyar su mentón sobre ellos—. Por ello estoy encantado de que seas uno de nuestros alumnos.
—S-soy yo quien está encantado por la gran oportunidad que me está ofreciendo. —mira con un poco más de seguridad al director, en el proceso ajustando sus gafas—. Porque no hay mejor universidad que está, con tan alto nivel, para forjar mi futuro. Gracias.
JiMin sonrió amigablemente, escondiendo en medialunas sus ojos avellana.
El hombre de traje vinotinto asintió, corriendo hacia atrás su asiento para colocarse de pie, manteniendo la mirada sobre el pelinegro de forma tranquila mientras caminaba hacia él y se acomodaba detrás de su cuerpo, sin dejar a Park observar cómo sonreía lascivamente cuando apoyó las manos sobre sus hombros y los apretó suavemente.
—Bienvenido, JiMin. —habló con serenidad el director—. Sé que te encantará este lugar.
୨୧
♡ :VAMPARK!?
I. esto está inspirado en "DropOut" un hentai, así que tendrá temas algo delicados para algunos, como el exhibicionismo, bdsm, dirty talk, humillación, denigración, etcétera.
II. aunque hay juego de roles, todo es consensuado entre los personajes.
III. todo es ficción, de fans para fans.
reescrito.
Merci pour la lecture!
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