El silencio profundo que habitaba en aquel solitario suburbio, fue interrumpido de manera sorpresiva por el sonido constante de unas pisadas, las cuales retumbaron y se extendieron entre los callejones, adquiriendo una cadencia similar a la de un eco.
Los gruñidos de un gato negro se acoplaron al ritmo uniforme que producían los pasos del extraño, dando forma a una nueva melodía, mucho más rara y turbadora que la anterior secuencia monótona de sonidos. El gato; que seguía de cerca a aquel hombre, por alguna razón decidió separarse de él, y trepó a través de una casa con muros de piedra ennegrecidos por el hollín. Así lo hizo hasta continuar ascendiendo de forma ágil hacia la parte superior de un elevado techo rematado en pico. Entonces, emitiendo débiles maullidos, el felino se desvaneció entre la densa noche, permitiendo que los graznidos de un cuervo nacido desde las sombras tomara todo el protagonismo. El ave voló formando círculos hasta descender de forma precipitada sobre el hombro del extraño, en donde reposó durante un instante antes de reanudar otra vez el vuelo y desaparecer en la oscuridad.
Aquel sujeto presentaba la apariencia de un hombre de no más de veinticinco años de edad. Con una altura superior a la media, se desplazaba de manera apresurada entre las sombras, encorvando un poco su espalda. Solo era visible por momentos cuando las tenues luces de las farolas revelaban su presencia. Poseía una tez pálida, rasgos afilados e iba vestido con un abrigo largo que lo cubría hasta por debajo de las rodillas. Sus ojos estaban ocultos por unas gafas oscuras de cristales redondos que reflejaban la luz de los faros en forma de destellos. Y en su mano derecha, sostenía lo que parecía ser un antiguo estuche de violín, de apariencia muy deslucida por el paso del tiempo y la falta de un cuidado conveniente. Todos esos elementos le otorgaban al joven un cierto aire sombrío, misterioso y reservado. Pero al mismo tiempo, al complementarse todas aquellas características entre sí, terminaban confiriéndole a su presencia un peculiar magnetismo.
Con cada paso que el extraño daba, en su cara se reflejaba una evidente mueca de dolor. Pero de todas maneras, a pesar de que sufría algún tipo de lesión, siguió avanzando deprisa a través de las calles, sin molestarse siquiera en esquivar los charcos de agua mal oliente que se habían acumulado tras varios días de copiosas lluvias. Luego de seguir andando durante varios minutos, levantó la mirada hacia el cielo y observó que la lluvia caía con mayor intensidad que antes. Por ello; sin detener la marcha, estiró el cuello de su abrigo y dobló la esquina en dirección al cementerio.
Una vez que llegó al lugar, atravesó las rejas oxidadas que cercaban todo el terreno y continuó adentrándose más por aquel cementerio poblado con cientos de mausoleos y estructuras góticas. Caminó hasta que se topó de frente con un sendero empinado que se bifurcaba justo antes de llegar al final de su recorrido. El joven se detuvo un momento, pero de inmediato reanudó su camino hacia la derecha, por un sendero que se extendía de forma irregular con incrustaciones de adoquines y porciones de tierra.
Aunque su única luz provenía del débil reflejo de la luna, que asomaba de manera cuidadosa entre las nubes de tormenta. Él podía ver en la oscuridad como una más de las criaturas nocturnas que moraban en los alrededores, ocultas bajo el manto de las sombras. Siguió por el sendero que atravesaba lápidas y mausoleos gastados, custodiados solo por la presencia de grotescas estatuas que yacían derruidas por el paso inevitable de los años. Al final se detuvo frente a una fosa, y sin titubear ingresó dentro de ella. Dicha entrada conectaba el exterior con las catacumbas, las cuales se extendían en forma de túneles subterráneos hasta finalizar del otro lado del cementerio.
Una vez dentro, sintió de inmediato el aire denso y enrarecido producto de los olores a tierra mohosa, a carne y a huesos en descomposición. Fetidez que era emanada de antiguas tumbas profanadas hace ya tiempo por las actividades blasfemas de los saqueadores. Mientras atravesaba los oscuros y estrechos túneles, escuchó sonidos rasposos, similares a los que produce una persona que padece un intenso ataque de tos. Sin inmutarse en lo más mínimo, continuó caminando, atribuyéndoles dichos sonidos a algunos de los adictos que, por su dependencia a la flor de esker o al opio, solían recluirse en solitarios lugares para consumir sus drogas. Se abrió paso por el pasillo hasta que se detuvo frente a una tumba antigua que poseía una lápida de mármol en su cara principal, cubierta con símbolos extraños grabados en metal a lo largo de toda la estructura. Uno de los símbolos principales ubicado en el centro de la placa, se encontraba desordenado en distintas figuras geométricas que parecían poder cambiarse de lugar. El extraño apoyó uno de sus largos dedos sobre una de las piezas y comenzó a desplazarlas de un lado a otro, dando forma a otra figura nueva con mucha rapidez, como si ya conociera de memoria la combinación de movimientos necesaria para lograrlo.
Cuando finalizó, las piezas entre sí formaban una estrella de siete puntas con pequeñas serpientes grabadas en el interior de cada de uno de los extremos. Ya con la figura completa en frente suyo, el joven sacó una pequeña navaja del interior de su abrigo y la utilizó para infligirse un corte poco profundo en el dedo índice, del cual comenzó a brotar abundante sangre. Con el mismo dedo herido empezó a sobrescribir con sangre los símbolos de la placa, dejando para el último los contornos de la estrella de siete puntas. Una vez que terminó, cerró sus ojos como si necesitara concentrarse y apoyó su palma sobre el grabado, manteniéndola de esta forma durante unos instantes.
De repente, se escucharon unos sonidos metálicos provenientes del interior de la tumba, como si algún tipo de mecanismo interno se hubiera desactivado. Entonces, la placa de mármol se deslizó hacia adentro, dejando al descubierto un compartimento que había estado oculto. El extraño metió su mano en el orificio y extrajo del interior un colgante reluciente, comprendido por una cadena de plata adherida a un relicario mediano del mismo material. El joven sosteniendo el amuleto entre sus dedos, remarcó con su sangre uno de los símbolos grabados en el objeto, y luego se llevó el recipiente a la boca. Girando una pequeña perilla que se encontraba en el exterior del relicario, ingirió una extraña sustancia brillante que de inmediato tragó. Un momento después de que tomara la sustancia y que esta llegara a su organismo, comenzó a temblar con violencia durante unos instantes, apretando su mandíbula con fuerza, como si estuviera padeciendo un intenso dolor. Una vez que transcurrieron los minutos, los efectos cesaron de pronto y su aspecto pareció revitalizado por completo. Todas sus heridas habían sanado, y esto mismo también pudo observarse en el tajo que se había auto infligido en el dedo. El corte había cicatrizado de manera asombrosa luego de ingerir el elixir. Quedando como rastro de la herida solo una leve marca rosada sobre la piel. En ese momento observó el colgante que aún sostenía entre sus dedos y se lo colocó al cuello, ocultándolo debajo de sus ropas. Después, de uno de los bolsillos de su abrigo retiró lo que parecía una bolsa con monedas y unos extraños fragmentos cristalinos, los cuales depositó al mismo tiempo en el orificio del compartimento. En ese instante desvío su mirada hacia el suelo cuando algo extraño pareció captar su atención, pero solo notó a una pareja de ratas que se movían con agilidad al ras del muro, hasta pasar por encima de sus botas. Sin más demora, puso de nuevo toda su concentración en lo que estaba haciendo y volvió a colocar la placa de mármol en su posición original. Limpió los rastros de sangre que habían quedado sobre los grabados y luego continuó por los pasillos angostos que daban hacia el final de las catacumbas.
Cuando ya se encontraba en el exterior, abandonó el cementerio para retomar otra vez su camino por las calles solitarias.
Merci pour la lecture!
Una historia bastante interesante si eres amante de el misterio, lo oscuro, personajes de carácter complejo, órdenes secretas, y un mundo no conocido por los humanos. Sus toques sombríos y góticos son exquisitos en conjunto con esas personalidades que caracterizan a cada Cazador. Si te gustan novelas como Dr Jekyll y Mr. Hyde o Crónicas Vampiricas, te recomiendo esta historia.
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