Estaba con Emilio en el gran comedor esperando que nos vinieran a recoger. Fue su gran idea de que pasáramos un viernes por la noche en una escuela abandonada. Él decía que era el momento perfecto para mayor actividad paranormal, pero para mí, simplemente era una noche normal.
—No entiendo que hace una gárgola como esta en el patio de una escuela —dije mientras la observaba con detenimiento.
—¿Te asusta?
—Un poco, sus ojos provocan terror.
—Si tienes miedo deberías alejarte de ella.
—¿Cuál es su historia?
—Dentro de ella descansan los restos de la mascota favorita del director, un perro labrador.
—¿Mataron al perro?
—Sí, y él nunca encontró los responsables. Guardó los restos en la gárgola y maldijo a todas las personas que la miraran por más de cinco minutos.
—¿Así murieron los niños?
—Cada uno de ellos, por eso cerraron la escuela y nunca pudieron hallar al director.
—¿Y estamos aquí por qué queremos encontrarlo?
—Probablemente nunca se fue y se escondió aquí.
—Han pasado años, si se escondió aquí ya debe estar muerto.
—¿Y si abrimos la...?
—Ni lo pienses.
—Es la razón por la que estamos aquí.
—No quiero que nos caiga ninguna maldición...
—¿Y entonces por qué me acompañaste?
—Porque te amo, pero solo hasta cierto punto...
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