En un oscuro y solitario bosque habitaba una criatura, un tanto peculiar.
Existían muchas leyendas sobre él, según una de las más famosas cuentan que un joven universitario fue esclavo de algún vampiro, lo que lo llevó al suicidio.
El pobre joven no podía con el peso de las cosas, aquel ser maligno lo corrompía completamente de la manera más exquisita posible. Y se sentía terrible por ello, ese mismo muchacho cavaba su propia tumba de la manera más lenta y tortuosa, pero al mismo tiempo de la forma más placentera posible.
Pues aquel "monstruo" le hacia firmar su propia condena a muerte de la mejor manera, haciéndole completamente adicto a su cuerpo y después.... Entregarle su vida.
-A menos que seas la persona indicada tendrás más que su cuerpo, tendrás su amor para toda la eternidad.
Nadie llegó a ver el rostro de semejante criatura, ni siquiera los jóvenes que llegaron a conseguir una aventura con él y que ahora estaban muertos.
Porque nadie vive para contar las experiencias que tuvieron con el rubio, el como se sentía tenerlo entre sus piernas, corrompiendolos de la manera más excitante. Así como ésta historia, habían miles más, todas con diferentes perspectivas.
Pero Jeon no creía en ninguna, al contrario le parecía algo muy bobo y fantasioso.
Lo que nunca se imaginó es que se encontraría a esa criatura y que le encantaría sentir sus besos, recorriendo su pálida piel... qué él mismo ahora estaría pagando con su vida. Firmando un pacto con el hijo de el rey de los vampiros, Kim TaeHyung él príncipe e hijo del conde Drácula.
«No me importa si duele, átame
Para que no pueda huir.
Atrápame fuerte y sacúdeme para que no pueda salir de esto.
Bésame en los labios. Nuestro pequeño secreto, quiero ser adicto a tu prisión
Para que no pueda servir a nadie que no seas tú.
Aunque lo sé, bebo el venenoso cáliz sagrado.»
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